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mi madre dice, dijeron”
(M. Rodríguez, de Pablo Neruda)
Mayo, mes de la memoria. Hoy 20 asesinaban a Toba y Zelmar. En su memoria, ese día se marcha por todos los desparecidos y el mes de mayo se considera “el mes de la memoria”. En ese contexto y al cumplirse un aniversario de la masacre de la seccional 20 del PCU, el Senado les rindió homenaje. Estas fechas no tienen cintillo partidario, pero se les quiso poner.
A Wilson, como a todas las grandes figuras de la historia, para apropiárselas, se las acomoda a una realidad que no vivieron. “Si Wilson viviera, estaría con el neoliberalismo que combatió a muerte”. O “sería herrerista”. Apoyaría “la libertad responsable en vez de la libertad sin apellido…”. Ahora, lo que dijo, lo dijo, y más en momentos en que se hacía historia.
¡Por Dios, respetar su vida ahora que él no está para defenderla!
La semana pasada el senador Óscar Andrade solicitó que el Senado rindiera homenaje a las víctimas de la seccional 20 de su partido, el Comunista. Recuerdo cada minuto de ese día, como el 20 de mayo del 76 y los previos: minuto a minuto. El 17 de abril del 72, el viejo me tiró de la cama de madrugada. Le había llamado Rodney Arismendi para advertirle lo que podía estar ocurriendo.
Estuvimos en la 20, vimos a las víctimas de la masacre y a su único sobreviviente, Machadito, a quien las gestiones de ambos (Wilson y Rodney) lograron salvar la vida. Hasta entonces no dejaban entrar la ambulancia a rescatarle. De ahí fuimos a casa de gobierno, a la única reunión que mantuvo con Bordaberry siendo presidente.
Le increpó duramente, sosteniendo que se había apoyado a la Ley de Seguridad a cambio de un compromiso de desmantelar e investigar a fondo el “escuadrón de la muerte”. Yo confieso que hasta ese momento no sabía que había sido así. Tenía apenas 19 años. Hubo un antes y un después de ese día en mi vida.
Alguien podrá creerme, otros no. Pero lo que dijo Wilson en el Senado, y pocos días después, en la Convención del Partido Nacional, dicho está.
Después de que hablara el senador Andrade, un colega, en nombre del Partido Nacional, se alejó mucho de la posición que tuvo Wilson ese día. No importa si cree lo que yo digo o no, aunque desbordó la prensa de la época con esto que cuento. Veamos qué dijo Wilson aquellos días.
A Cabildo Abierto se le fue la moto y terminó queriendo deshonrar la memoria de las víctimas transformándolas en victimarios. Allá ellos, los cabildantes. Pero por más discrepancias que tenga con aquello en lo que se ha transformado el Partido Nacional de hoy, no deja de ser el lema que lideró Wilson hasta su muerte.
No importa lo que yo diga. Ni lo que yo dijera que hizo Wilson. Ni la adaptación a las necesidades políticas del momento que quiera hacer la bancada de senadores neoliberales electos bajo el nombre de Partido Nacional. Veamos lo que dijo Wilson aquellos aciagos días.
En el Senado: “No creo que la historia del país registre tragedia mayor. No creo que episodio alguno comprometa cosas tan importantes y que, además, siembre semilla tan pródiga en horizontes cerrados”.
Días después, ante la convención de su partido, que hizo citar a esos efectos, dijo: “Nos equivocamos [al votar la Ley de Seguridad del Estado]. Les dimos facultades que no usaron para aquello para lo que las pidieron”.
Un senador autoproclamado “wilsonista”, pretendió poner el crimen “en el contexto de los hechos ocurridos los días previos”. Es lo que Wilson quiso evitar: comparar el terrorismo de Estado, el escuadrón de la muerte, con la violencia de grupos insurrectos.
Días antes en la sede central del Partido Comunista de la calle Sierra (hoy Fernández Crespo) fue el primer intento. Una brigada del Ejército intentó asesinar a más de 200 comunistas. La masacre fue evitada por la pronta llegada de Jaime Pérez y Héctor Gutiérrez Ruiz (el Toba, cuyo asesinato junto a Michelini recordamos hoy). Lo del 17 fue la revancha al frustrado intento.
De “No creo que la historia del país registre tragedia mayor” a querer contextualizarlos en la violencia imperante, comparando lo incomparable, hay un camino muy largo. Antes del 17 de abril, confieso que nunca había visto un muerto. Regresé a mi casa con la ropa machada de sangre.
¿Será posible que en medio del respeto a opinar diferente entiendan que no siento que me fui, sino que son ellos los que se fueron?