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Como también es difícil encontrar en las más que conflictivas relaciones entre Estados Unidos y la República Popular, un revés diplomático de esta portada para Washington y un espaldarazo a los esfuerzos de Beijing por estructurar un mundo multipolar fuera de la tutela de la Casa Blanca.
Tras décadas de cooperación e intensificación de sus relaciones bilaterales, toda la estrategia internacional de Estados Unidos (potencia menguante) no escatima ningún recurso económico, diplomático, tecnológico y militar para aislar a China (potencia creciente) que, como lo definiera su documento de seguridad estratégica, representa su principal competidor, amenaza sistémica y el mayor desafío que nunca antes se haya cernido sobre su hegemonía global.
Hay quienes todavía dudan si este será o no el siglo de China o si el sorpasso chino será antes o después de 2050. Lo que sí nadie duda, empezando por los habitantes del numero 1600 de la avenida Pensilvania de la ciudad de Washington, es que este siglo será testigo del declive de EE.UU como primera potencia mundial, y que el orden geopolítico y financiero global post Segunda Guerra Mundial, intrínsecamente norteamericano y eurocentrista, ya ha iniciado un proceso de profundas transformaciones y cambios sin precedentes.
Es precisamente en esa clave que deben interpretarse los dichos y los hechos de las visitas de estado recientemente celebradas por los presidentes Emmanuel Macron y Luiz Inácio Lula da Silva al País del Medio.
“El mundo actual está experimentando una profunda transformación histórica” le confió el presidente chino a su homólogo francés al recibirlo con todos los honores en la imponente escalinata que conduce al Gran Salón del Pueblo de Beijing, lugar reservado para celebrar los grandes acontecimientos políticos.
Macron: no al vasallaje; si a la autonomía estratégica
Esa transformación histórica a la que hace referencia el líder chino se vio reflejada en los encuentros mantenidos durante su viaje de 3 días a China y muy especialmente en las declaraciones del presidente francés a un grupo de periodistas que lo acompañaron en el airbus presidencial en su vuelo de regreso a París .
El inquilino del Eliseo exponiendo su concepción de la política internacional afirmó que "Europa no debe involucrarse en crisis que no son las nuestras (como Taiwan)“, los países europeos no deben ser "vasallos de Estados Unidos" y la Unión Europea debe formar un "tercer polo" frente a China y Estados Unidos .
“La paradoja sería que justo cuando estamos construyendo una verdadera autonomía estratégica europea, empecemos a seguir la política estadounidense, por una especie de reflejo de pánico –declaró Macron. Por el contrario, las batallas que hay que librar hoy consisten, por un lado, en acelerar nuestra autonomía estratégica y, por otro, en garantizar la financiación de nuestras economías. Aprovecho esta oportunidad para subrayar un punto: no debemos depender de la extraterritorialidad del dólar".
Aún no haciendo mención al reclamo de Washington a sus aliados para cerrar filas alrededor de sus posiciones acerca de la critica situación que atraviesan sus relaciones con China por temas como Taiwan y Ucrania, nunca como ahora, Francia se había distanciado de manera tan explicita de los Estados Unidos y en consonancia con las posiciones chinas en política internacional.
Lula: Brasil esta de vuelta …. y con China como aliado
“Nadie va a prohibir que Brasil mejore su relación con China", fueron de las primeras palabras que el presidente Lula expresó a su colega Xi Jinping.
“Queremos que la relación con China no sea meramente comercial. Queremos que trascienda más allá y que sea profunda, fuerte” agregó el brasileño ante las cámaras de los medios chinos y extranjeros que cubrieron con un despliegue excepcional el encuentro.
Lula permaneció 4 días en China - su primer socio comercial desde 2009- acompañado por una imponente delegación de más de 250 legisladores, ministros, gobernadores y empresarios, en claro contraste con su misión a Washington en febrero, que duró menos de 24 horas y con magros resultados tanto políticos como comerciales.
“Estamos de vuelta en el escenario internacional, después de una ausencia inexplicable”, dijo el lider latinoamericano cuya misión al país asiático significó el regreso al gran teatro internacional de su país luego de los 4 años de gobierno autárquico de Jair bolsonaro.
Propios y ajenos coinciden que la visita de Lula - luego de las recientes de Macron, la presidenta de la Comisión Europea, los primeros ministros de España y Alemania, entre otros - es una ulterior demostración del posicionamiento de Beijing en el centro de la escena internacional y una nítida expresión del nuevo momento multipolar de las relaciones mundiales.
Según un comunicado publicado por la prensa china Lula afirmó que su país está “comprometido a construir relaciones más estrechas con China” y a “dar forma a un orden internacional justo y equitativo” en perfecta sintonía con la visión del mundo que China sostiene en su Iniciativa de Seguridad Global (ISG), lanzada hace un año por el presidente Xi Jinping como una alternativa estratégica al orden geopolítico existente con la finalidad de abordar conjuntamente los complejos desafíos globales comunes.
“Mantener la seguridad común, integral, cooperativa y sostenible; respetar la soberanía e integridad territorial de todos los países; respetar los propósitos y principios de la carta de la ONU; resolver pacíficamente las diferencias y disputas entre países; mantener la seguridad en dominios tradicionales y no tradicionales; y, por último, defender la seguridad indivisible” son los seis postulados básicos de la ISG y el fundamento de los 12 puntos de la conocida como Posición de China sobre la Solución Política de la Crisis de Ucrania.
En la declaración conjunta, ambos mandatarios coincidieron que “el diálogo y la negociación son la única vía factible para solucionarla” y que “Brasil recibió positivamente la propuesta china que ofrece reflexiones conducentes en busca de una salida pacífica para la crisis”.
"Ya propuse crear una especie de G20 por la paz. Con la crisis (financiera) de 2008, rápidamente creamos el G20 para intentar salvar la economía; ahora es importante crear otro G20 para acabar con la guerra y establecer la paz", enfatizó Lula al cierre de su visita a los Emiratos Árabes Unidos donde realizó una escala comercial, tras visitar China.
El lider progresista - que se niega categóricamente a ayudar militarmente a Ucrania y, al igual que Xi, se opone a las sanciones a Rusia- auspicia la constitución de un grupo de países “que no quieren la guerra, que quieren construir la paz en el mundo” y esta vez, acusó a Estados Unidos y Europa (también coincidiendo con su colega chino) de “contribuir a la continuación de la guerra” mediante el envío de armamento. “Es necesario que Estados Unidos pare de incentivar la guerra” en Ucrania y “comience a hablar de paz” declaró el último día de misión china.
La reacción de Washington a la posición de Brasilia fue tan tempestiva como insultante y descalificadora:”En este caso, Brasil está repitiendo como un loro la propaganda rusa y china sin tener en cuenta los hechos», dijo a los periodistas el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby.
NBD vs FMI
Otro momento emblemático de las coincidencias sino brasileñas (y del distanciamiento con las posiciones de Estados Unidos) fue durante la toma de posesión de la ex mandataria brasileña Dilma Rousseff, como presidenta del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) de los BRICS, la entidad financiera creada en 2014, por iniciativa china, junto con Brasil, Rusia, India,y Sudáfrica como UNA alternativa a organismos internacionales tradicionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
“La decisión de crear el NBD fue un hito en la acción conjunta de los países emergentes” sentenció Lula en un encendido discurso. “El NBD reúne todas las condiciones para convertirse en el gran banco del Sur Global”, “tiene un gran potencial, porque libera a los países emergentes del sometimiento de las instituciones financieras tradicionales que quieren gobernarnos”, afirmó el mandatario que también cuestionó la dependencia del dólar en las transacciones comerciales internacionales, en total sintonía (una más) con los objetivos de Beijing de promover el uso del yuan chino y fortalecer su papel en el sistema financiero mundial.
En febrero los bancos centrales de China y Brasil ya habían acordado la utilización del yuan como moneda para sus transacciones bilaterales.
“Se están produciendo cambios nunca vistos en 100 años y nosotros los estamos liderando” suele decir Xi Jinping.
El centenario Kissinger, gran estratega de las relaciones entre Washington y Beijing, sostiene que “China no persigue el dominio mundial (….) A diferencia de los soviéticos, que padecían una inseguridad intrínseca, China cree que si su comportamiento es majestuoso, ganará el respeto mítico de todos sin necesidad de imponerlo”. Hacia allí va el mundo, mal que le pese al presidente Biden. (FIN)