Estos primeros 20 días que dejamos atrás han marcado un rumbo que condicionarán los 340 y pico que quedan por delante. Asumió Lula, enfrentó ya exitosamente los primeros intentos de desestabilizarlo, se consolida una alianza progresista en la region que fortalece sus instituciones multilaterales. Naufraga la política que el neoliberalismo ha bautizado de “flexibilización”. Lula, Boric y Petro demuestran una voluntad de coordinar políticas de inserción internacional del continente. Todo en 20 días.
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Obviamente, los intentos de Uruguay de ya no solo “navegar contra la corriente”, sino más bien de “ir en la dirección contraria al mundo y a la historia” fracasaron. En política exterior hicimos todo mal. Bustillo fue a ver a Pompeo, secretario de Estado de Donald Trump, cuando este ya había perdido las elecciones y Blinken, sucesor de Pompeo, ya había sido designado. Llevó al presidente a ver a Boris Johnson cuando le quedaba menos vida que a la Reina Isabel. Visitó a Angela Merkel cuando ya había anunciado su retiro de la política. Y la lista sigue… fueron a ver a Piñera en sus últimas semanas de gobierno cuando aún no se sabía si terminaba lo que le quedaba de mandato o lo echaba el Parlamento. A Duque, en Colombia, cuando su partido había perdido y Petro ya anunciaba su gabinete. Impensable que, si se decide hacer algo mal, el plan pudiera salir tan perfecto. Lamentablemente, además, la diplomacia no fue el único tema que acaparó la atención pública sobre los pasos del Ministerio de Relaciones Exteriores. Los pasaportes… El propio Pedro Bordaberry, a quien nadie podrá acusar de ser portavoz de una campaña distractiva del Frente, asegura que Bustillo le mintió al Senado sobre el pasaporte de Marset y que se debe ir.
El ministro Salinas renuncia el 3 de marzo. Quiere esperar el balance anual presidencial del 1º. Parecería que no se va solo. La predecible salida de Bustillo le dará al gobierno un poquito de aire fresco. Se dice también que vuelve al Senado Heber dejando el camino libre para que alguien pruebe suerte en Interior. “Está bravo que el chancho chifle”, dicen en campaña. El regreso de Heber al Senado ha generado el rumor de que Penadés podría ser canciller. No me tiembla la pluma al decir que no dudo que es alguien con quien tendríamos muchas discrepancias. Pero de eso se trata… poder discrepar con respeto, con altura, y saber que aún con diferencias las opiniones se escuchan y evalúan constructivamente. Más allá de discrepar, para un buen diálogo con todas las fuerzas le tengo fe al actual senador.
También hay funcionarios de carrera que dan la talla. Interior es difícil… No era tan sencillo como los frágiles discursos del actual presidente en la campaña electoral. Le faltaba experiencia y le sobraba soberbia. ¿Y si probamos una política de Estado? Más allá del show mediático que ya se intentó y fracasó, ¿no será hora de un gran acuerdo de participación plural para garantizar medidas a largo plazo en materia de seguridad?
No aspiramos a que haya demasiados aciertos de este gobierno en su recta final. Tuvo todas las oportunidades y las desaprovechó. Solo marketing. Pero tampoco creemos que cuanto peor le vaya, mejor, porque la que pierde y sufre es la gente. Queremos ganar las próximas elecciones por ser mejores y por tener una propuesta más justa para la gente. No nos gustaría ganar por el mero fracaso de los que gobernaron.
La próxima semana en Argentina se reúne en Buenos Aires la IV Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de América Latina y el Caribe (Celac). La última reunión, en México, fue el escenario de duros enfrentamientos de Lacalle Pou (camino a EEUU) con varios colegas. Esta vez va a ser distinto. América Latina planifica reinsertarse en el mundo. A su frente hay nuevos líderes, que están muy lejos de ser sirvientes de la restauración neoliberal. Al otro día de la reunión, Lula pasará por Uruguay. ¿No creerán que viene a negociar la “flexibilización”? La que nos iba a permitir tener un TLC con China en menos de un año y van….Tenemos la ilusión, o esperanza, de que Uruguay no vuelva a perder el tranvía, por segunda vez, cuando pasa por la puerta de su casa. No va a haber una tercera oportunidad y la gente no merece tener que esperar hasta 2025.