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Columna destacada | trabajadores | gobierno |

Ayer, hoy y siempre

Salú trabajadores, salú 1º de Mayo

El lunes pasado, tras el acto de los trabajadores, el gobierno recurrió a todos los medios de difusión y el ministro de Trabajo se dedicó a agredir a la central obrera y a cuestionar su representatividad.

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A pesar de ser el Día de los Trabajadores, Uruguay tiene una hermosa tradición por la que todos lo sentimos como una celebración propia. Los trabajadores han logrado a lo largo del tiempo, con sus luchas y conquistas, ir consagrando derechos en los que hemos visto reflejados valores de todos. Este año, además, se conmemoró el 40º aniversario de la fundación del PIT, gran triunfo para la democracia en Uruguay.

Hubo un tiempo en que el país todo lo reconoció.

Yo estaba en el exilio cuando se fundó el PIT. En todas las actividades que organizábamos en solidaridad con Uruguay participaba la CNT, representada en el exilio por Sixto Tito Amaro, que había sido presidente del Sindicato Único de la Carne cuando Wilson fue ministro de Ganadería. ¡Había que verlos juntos en la tribuna y compartiendo en posterior tertulia recuerdos y vivencias!

El día antes del golpe del 73 Wilson se había reunido con Seregni en su casa. Delegaron en Pivel Devoto y Oscar Bottinelli la redacción de una declaración conjunta del Partido Nacional y el FA apoyando la Huelga General de la CNT, con ocupación de los lugares de trabajo que decretaría la central obrera en el mismo instante en que se avasallaran las instituciones.

Hoy se quiere borrar esa historia y las alianzas son otras. Se insiste en una fraguada casete de muy mala calidad pretendiendo poner a Wilson enfrentando a los sindicatos a la hora del golpe. De hecho, fue la primera tarea que encomendó a sus militantes: recolectar víveres no perecederos para apoyar la ocupación de fábricas y oficinas.

Al salir del Palacio rumbo al exilio, le salió al paso Enrique Rodríguez: “La CNT ya decretó la huelga”. Wilson le contestó con un prolongado y silencioso abrazo. Y fue la manifestación en apoyo a la huelga, “a las cinco en punto de la tarde”, que puso final (por un tiempo) a mi precipitado exilio.

La fundación del PIT en el 83 fue un logro de y para los trabajadores. Pero también abrió a todos las puertas a la libertad democrática. Fue un punto de quiebre. A finales de año se celebró el “Río de libertad”, que juntó de la forma más amplia jamás conocida a todos quienes se oponían a la dictadura. Al año siguiente volvimos del exilio.

La fundación del PIT no fue un acto más de resistencia. La dictadura mantenía ilegalizada la CNT y había legislado al respecto. Los trabajadores solo se podían organizar por lugares de trabajo. Con el concepto de Plenario Intersindical se pudo ir armando una Central. El cambio de nombre era pura táctica para aprovechar los resquicios de la frágil legalidad del régimen totalitario. Por eso, retornada la democracia, se le llamó Pit-Cnt, síntesis histórica. Hoy hace ya 60 años, tenemos una central única, ejemplo para el continente.

El PIT logró que el 1º de mayo de aquel 1983 se conmemorara por primera vez. Como fue el lunes. Pero enfrentando la cruel dictadura con un coraje admirable. Ese hecho fue conmemorando por el exilio, 15 días después, en Bogotá.

Allí Wilson dijo: “Quiero expresar mi orgullo de que esta reunión esté presidida por la bandera de la CNT. Es la central única de trabajadores de mi país. Podrán ilegalizarla, pero nunca borrarla de la vida nacional”.

“Debo señalar [dijo] que soy un hombre de partido, que entiende muy bien que no basta la expresión mayoritaria en la constitución de un sistema representativo. Para gobernar adecuadamente un país es menester tener en cuenta las fuerzas sociales, en primer término, debe figurar la representación de los trabajadores, sin cuyo concurso es absolutamente imposible construirle un mañana promisorio al país”.

Luego celebró el empoderamiento de la histórica fecha por el PIT: “Hace muy pocos días una impresionante demostración de unidad nacional señaló la conmemoración en Uruguay de la fiesta de los trabajadores el 1º de mayo. Allí se reunieron todos los uruguayos atendiendo a la convocatoria de nuestro renacido movimiento sindical”.

Poco después, Wilson buscó contactarse con las autoridades del PIT y lo logró durante una visita a Buenos Aires. Su primer contacto fue con Juan Pedro Ciganda, mi amigo de la vida, homenajeado por sus pares el pasado lunes. Me reuní con mi padre en Londres y el 4 de octubre recibí una carta suya que decía: “La dictadura no caerá si no se la enfrenta a través de una concertación [de] un amplio abanico de fuerzas políticas, sociales y gremiales […] El Partido Nacional está decidido a concertar [con ellas] su acción de lucha contra el régimen”. Piensa en las minorías partidarias y agrega: “Quienes […] se nieguen a ello asumirán la responsabilidad de le negativa y, desde luego, no podrán impedir que la tarea unitaria se cumpla”. Finaliza diciéndome: “Te agradezco de antemano los contactos que tomes con los representantes de PIT […] y para ello te pido que invoques mi nombre y asumas mi representación”.

El lunes pasado tras el acto de los trabajadores, el gobierno recurrió a todos los medios de difusión. Llegué a creer que era para ceder al espacio a sus representantes. En vez de eso, habló el gobierno. Desde el primer programa de la tarde, el ministro de Trabajo se dedicó a agredir a la central obrera y a cuestionar su representatividad.

Qué pena. ¿Cuánto wilsonismo hace falta, más allá de tires y aflojes, por usar su nombre para endosar grupos en la interna del Partido Nacional de hoy?

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