Por casi todo el mundo, el primer cumpleaños del conflicto en Ucrania obligó al intento de hacer balances de lo ocurrido hasta el momento, y, como inevitable consecuencia de ellos, a la profusión de tentativas de previsión o predicción del futuro del conflicto, que, en los esfuerzos más inteligentes, esbozan diferentes alternativas de futuro, y en diversos plazos.
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¿Y por qué digo ‘balances’, si en toda empresa pública o privada se hace y exige un solo ‘balance’, donde no se supone que haya ‘balances’?
Porque un balance normal es casi solamente contable, el criterio básico desde el cual y para el cual se hace. Por el contrario, del conflicto en Ucrania solo se pueden hacer ‘balances plurales’ según se adopten distintos criterios de evaluación (alternativos o acumulados). En aras de producir algo inteligente e informativo deberían evitarse preguntas infantiles y oscurecedoras tales como ‘Quién va ganando’ o ‘Quién ganará’ porque no es una campaña política ni una carrera ciclista por etapas, en las cuales sí que puede hacerse esa pregunta con pleno sentido. Pero esto no se debe hacer con el conflicto en Ucrania porque puede haber diversos ganadores provisorios o futuros según los criterios de evaluación, y porque pueden ser distintos también en plazos diversos. Lo mismo con la futurología del conflicto: depende del ítem que se focalice, y de los plazos que se consideren. Casi sobra decirle, lector, que todo esto en una columna es tarea que ni Hércules abordaría. Pero es lo que hay, diría el filósofo Kesman. Así que ‘al agua, pato’. Veamos entonces algunos criterios de evaluación, de los muchos posibles, y en plazos distintos.
Uno. USA: qué ha ganado, perdido y puede ganar o perder
Como siempre en toda la historia, quien vocifera una retórica nacionalista, redentora, altruista y belicista, con hegemonía en los medios de comunicación, conseguirá el apoyo popular interno de pueblos siempre ignorantes y crédulos, agresivamente miedosos de los demonios que se les imponen para justificar hechos y dichos nada altruistas. Así, un gobierno, como el Demócrata de Biden, que iba mal en las encuestas de popularidad, repuntó, como siempre en función directa de lo mal que haga las cosas y lo bien que lo justifique, casi sin excepción hipócritamente.
B, Además de ganar popularidad en lo interno, USA fortaleció su papel de líder en Europa y en la OTAN, aunque profundizó su decadencia global, particularmente por la crisis financiera en la que empeora, y porque ese fortalecimiento interno, en Europa y la OTAN, se equilibra con el fortalecimiento de polaridades que pueden acelerar su pérdida del monopolio polar mundial que detenta desde 1990. China cada vez está más cerca de destronarlo, la desobediencia del mundo a las sanciones para Rusia ha sido mayor a lo esperado, y el Brics adquiere mayores perspectivas como polo alternativo al de USA. Han ganado económicamente con la venta de armas, petróleo y gas, pero siguen perdiendo la hegemonía unipolar, que es lo que todo eximperio más teme (y si no, miren a Gran Bretaña, peor aún). En buena parte ese terror (compartido por ese otro aterrorizado eximperio) explica las décadas de rivalidad, conflicto y provocación a Rusia y a la URSS, uno de cuyos frutos es el conflicto en Ucrania, con mucha más responsabilidad causal de USA, UK y Europa que de Rusia y Ucrania (aunque esta fue ventrílocuo de todos ellos). Cada vez más descansan en un aparato comunicacional global, liderazgo político-técnico de futuro frágil.
C, sin embargo, al guerrear en territorio ajeno y sin involucrar militares ni civiles en el conflicto, y salvo en la hipótesis de guerra nuclear masiva (lo menos probable) USA no podrá tener los perjuicios que Rusia y Ucrania tendrán casi en cualquier hipótesis; Ucrania ya ha sido sacrificada en la guerra del Occidente pro-americano, y solo le puede ir peor, aunque alcahueteada por sus ‘amigos’ ‘aliados’.
Dos. Qué ha ganado, perdido y puede ganar o perder Rusia
A, como en USA, la participación bélica galvaniza apoyos populares, derrota rivales y crece en dimensión global como apto desafiante de USA, UK y Europa, hasta como integrante del Brics. Las sanciones que ha sufrido han sido menos acatadas y le han hecho menos daño de lo esperado, salvo la criminal y terrorista voladura del Nord Stream 2 por USA y Noruega, que perjudicó a Rusia y casi toda Europa.
B, su intención inicial no era la de arriesgar una guerra contra todo Occidente, con horizonte nuclear, sino frenar una secular escalada antirruso-soviética, que ya era insoportable y amenazante de la seguridad nacional. Calculó mal su eficacia bélica desplegada, el antirrusismo ucraniano recientemente alimentado por Occidente, y el apoyo bélico, financiero, político y comunicacional que recibiría Ucrania. Ahora, está obligada a una escalada de imprevisibles finales, y sin apoyos bélicos directos, aunque hayan ganado apoyos explícitos como el chino, las simpatías indirectas de los países que se han negado a aplicar las sanciones antirrusas, y las de quienes abandonan su fidelidad al dominio financiero, bancario y monetario de USA.
C, como Alexander Duguin ha mostrado, pueden protagonizar 3 finales distintos para el conflicto, además de la continuación del statu quo bélico sin alternativa a la vista: uno (A), que los contendientes acepten un final del conflicto sobre la base de la anexión a Rusia de las 4 regiones más rusófilas, Donetsk, Lugansk, Kherson y Zaporozhye, el desarme de Ucrania y su estatus neutral futuro; es claro que un final como este puede convertirse en una pausa para rearmar a Ucrania, como lo fueron los inaplicados acuerdos de Minsk; dos (B), la liberación de Ucrania del territorio anterior más Crimea, Kharkov, Odessa y Nikolaev; tres (C), la recuperación rusa de todo el territorio ucraniano; queda claro que un cuarto futuro (D) es el statu quo bélico hasta que haya algún resultado que lo altere; y que un quinto futuro (E) es un conflicto nuclear, forzado por un ataque de la OTAN a territorio ruso.
Los grandes perdedores: Ucrania y Europa
En cualquier hipótesis de estos 5 futuros, hay 2 perdedores seguros: a, Ucrania, por goleada, chivo sacrificial para los monstruos de USA, UK y OTAN, tierra y población arrasadas en aras de la intención añeja de provocar a Rusia para desgastarla y montar un ensayo general del ataque a China, con Taiwán en el papel de Ucrania (la cobardía norteamericana siempre guerrea en su nombre y beneficio en territorios y poblaciones ajenas, sin arriesgar nada fundamental, como sí los que guerrean: 1ª. Guerra Mundial, 2ª. Corea, etc.). b, Europa, que, pese (como la OTAN) a su crecimiento cuantitativo en membresía, registra un sometimiento creciente de Europa y la OTAN a USA; Europa perdió la oportunidad de crecer en su autodeterminación bajo el liderazgo de Francia y Alemania; pero soportó el sabotaje de USA (y de la UK), hasta el más brutal, terrorista y criminal a la estructura submarina del Nord por USA y Noruega. Un antiguo reflejo populista ordena esperar que las masas europeas reaccionen contra los gobiernos traidores y suicidas que han erosionado su independencia regional y provocado crisis económicas; no creo que las masas del siglo XXI, anestesiadas por el progreso material, progresivamente espiadas y controladas, además de consumista y médicamente cooptadas, hagan algo: no querrán ni saber de lo que pueda alterar su cotidiano de búsqueda de longevidad y consumo, guiados por los heroicos ideales de poder intercambiar memes, selfies y emoticones que nos regresen a la ideografía primitiva; quien ose cuestionar ese bienaventurado cotidiano será expulsado de la manada, llamado de negacionista, conspiranoico y zumbón insecto molesto, a eliminar con cualquier palmeta o spray a mano.
Occidente siempre rechazó a una Rusia europea, y pese a su decisivo papel en la 2ª. Guerra Mundial, la OTAN se organiza contra ella y no la integra; los intentos de Rusia y de la URSS rebotan contra el escudo occidental, sean la Orden Teutónica, la Polonia católica, el Napoleón burgués, el Hitler racista o los globalistas más modernos (Duguin), que, además, intentan subyugarla. La buena fe rusa en la limitación de la OTAN y de Europa a fronteras y dinámicas no amenazantes de la seguridad nacional rusa es sistemáticamente engañada por Occidente; en su enésimo intento de unidad, Putin mismo llega a cantar ‘Blueberry Hill’, micrófono en mano, en la oficina de Bush jr. Pero le siguen tocando las nalgas en público, hasta que la agresividad en Ucrania ya es insostenible; Putin pasa del modelo occidental con soberanía rusa respetada a un modelo de soberanía pero con modelo civilizacional históricamente propio, acercándose más a un choque de civilizaciones, no obstante lejos del imaginado por Huntington.
Los medios de comunicación occidentales nunca cuentan la historia de las provocaciones, y sí empiezan a narrar cuando el multiprovocado y agredido reacciona notoriamente (así cualquiera culpa al provocado y agredido, empezando la historia ahí). Lo mismo sucede en Palestina, desde hace mucho. Y acá, como en todo el mundo alimentado por agencias noticiosas y emisiones escritas, orales y multimedia, nos comemos los caramelos, como con la pandemia.
El inicio de las hostilidades públicas no siguió los pronósticos de ninguno de los actores principales, ni de observadores calificados conocidos. Ahora ya hay algunas valiosas interpretaciones retrospectivas, pero aún faltan pronósticos, que, debido a la dinámica compleja y multifactorial del conflicto, serían imprudentes si pasaran de escenarios alternativos condicionales. La seguiremos, casi seguro, lector; lea mucho y no les crea a los canales locales, ni a los sudamericanos, ni a los europeos ni a los norteamericanos. Hace mucho que lo engrupen.