Todo se hizo para que su discurso fuera pronunciado a la hora de los noticieros uruguayos. Pero falló el cálculo y el presidente terminó hablando ante un desierto auditorio, donde no alcanzaban las sillas para albergar la delegación uruguaya. Solito literalmente. Y políticamente solo.
Hacete socio para acceder a este contenido
Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.
ASOCIARMECaras y Caretas Diario
En tu email todos los días
Alguien podrá decir “bueno ¿qué esperabas? Uruguay es un país pequeño”. Pero nuestro tamaño relativo -geográfico, poblacional y productivo- no fue en el pasado obstáculo para que Uruguay destacara internacionalmente. En especial en la ONU. Fue el embajador uruguayo Rodríguez Fabregat quien presidió hace 75 años la Comisión sobre el Asunto Palestino que dio nacimiento a los Estados de Israel y de Palestina.
El apego de Uruguay a principios como el de no intervención, autodeterminación de los pueblos y solución pacífica de las controversias, fue lo que le hizo destacar a nivel global. El Dr. Pedro P. Berro, también representante de Uruguay en la ONU, presidía el Consejo Permanente de Naciones Unidas cuando la crisis del Peñón de Gibraltar. Su discurso evitó una confrontación armada e hizo jurisprudencia y doctrina sobre el tema.
Años más tarde, en 1965, cuando EE. UU. invadió por segunda vez a la República Dominicana, Uruguay presidía una vez más el Consejo de Seguridad. El embajador uruguayo Carlos María Velázquez hizo un discurso condenatorio que acaparó la prensa internacional, incluyendo la primera página del New York Times.
Incluso después del retorno de la democracia, salvo algún caso aislado, la presencia de los jefes de Estado uruguayos no pasó desapercibida. Fue muy triste constatar el resultado de la política exterior ensayada desde la salida del canciller Talvi. No se busca el resultado interno sino la imagen interna, sobre todo en cuanto se pueda traspasar a votos.
Los comunicados de prensa hablaban del impacto resonante de un discurso que, por suerte, escucharon un puñadito de trasnochadores. Hubo algunas intervenciones latinoamericanas muy interesantes, como las de Chile, Brasil, Argentina y Colombia.
El presidente Boric, conocido crítico de Venezuela y Cuba, condenó los respectivos bloqueos y pidió su levantamiento. Lacalle solo condenó dichos regímenes. Ni una palabra para exigir el respeto del resultado electoral en Guatemala, o velando por los derechos humanos en El Salvador, o una solución pacífica y negociada en el conflicto ruso-ucraniano. Se desmarcó para hacer los mandados al imperio. Gratis, porque nadie ocupaba el asiento de EE. UU.
Comenzó con tono de ‘en cualquier momento me saco un selfie con el secretario general’. Dijo: “Esta mañana, escribiendo el borrador de mi discurso…”. Piensa que cae mejor no consultar a Cancillería, ni a la Misión de Uruguay, ni a nadie. (¿?) Luego agregó “me vino a la cabeza” -ahí uno pensaba que venía una cita a algún pensador que hubiera leído-, pero agregó “mi discurso del 2021”. Se citó a sí mismo. ¡Qué pena!
Luego, en la parte de supuesto “contenido” de sus palabras, produjo una gran confusión entre los pocos que le oían. Se quejó por no recibir apoyo económico o financiero de la ONU. Según su versión, había hecho todo bien (equilibrio fiscal), pero la ONU premia a los que hacen las cosas mal. Sic. Tal cual.
Vamos a ver qué fue exactamente lo que transmitió: acá, internamente, el discurso, el relato que tantas veces sustituye a la realidad, dice “hay que ajustar las cuentas, no gastar más de lo que se recauda. Se corta el gasto y se aumenta lo que se recauda para que cierren los números”. Siempre argumentando que es necesario para evitar el endeudamiento. De eso trata la política económica neoliberal. Pero luego va a la ONU a pedir que lo premien. (¿?)
Por otro lado, decir que la ONU premia a los que no hacen bien los deberes es más grave aún que la contradicción en sí misma. Es decir, si hay hambruna en Biafra, la plata de la FAO debe ir a Suecia o Alemania, porque tienen equilibrio fiscal… Se “portaron bien”.
Finalmente, lo más grave: todo eso lo dice como presidente; o sea, en nombre de todos nosotros. Ni una rueda de consulta, ya no digo con la oposición, ni siquiera con los partidos que, a cambio de cargos, apoyan a su gobierno. Pensemos en una rueda de consultas a todos los partidos y organizaciones sociales…. Hubiera sido un mensaje de diálogo y tolerancia al interior y una señal de fortaleza ante la comunidad internacional.
No solamente se rodeó mal, por más selfies que se saque en ferias y festejos. No estaba preparado.