Uruguay y el genocidio armenio

El presidente reaccionó de inmediato, una vez más, pero la visita se había hecho. Para peor, ante expresiones de protesta pacíficas e indignadas, el canciller turco hizo algo peor que la apología. Con sus manos hizo el símbolo que entre 1915 y 1918 usaron los “Lobos grises” responsables de la matanza de unos 2 millones de armenios. La visita fue un muy grave error de la cancillería.

Cuando en el año 85 ocupé una banca en el Senado, mi primera intervención como legislador, fue para recordarlo. La barra se fue llenando de a poco, ya que yo, quizás falto de experiencia, no avisé antes a las organizaciones de la comunidad armenio-uruguaya. Ya había terminado la exposición y seguían llegando armenios a celebrar la conmemoración.

En liceo tenía un compañero (Arturo Ananikian -hace poco tomé un taxi que él conducía-) en cuyo hogar aprendí del crimen de lesa humanidad de Turquía que, patéticamente, sigue sin reconocerlo. Desde entonces organizaciones armenias me han invitado a hacer uso de la palabra en actos y conferencias. De cada una de ellas fui aprendiendo algo.

Siendo embajador en Argentina, Turquía no tenía embajada residente en Uruguay. El embajador ante Argentina era “concurrente”. Ahora tenemos embajador allí y ellos acá (¿?). Raro, ¿no? Se había dicho que se iban a cerrar embajadas, no abrir nuevas. Un día, el embajador turco presentó una nota de protesta porque, teniendo actuación pública contra el genocidio, había sido designado embajador. Recuerdo el respaldo que recibí del entonces canciller Ramos.

Un dirigente de la coalición de gobierno, el exdiputado Daniel Radío (P. Independiente), que mucho respeto, me enseñó muchas cosas que no sabía. Me indujo a iniciar una investigación. El reconocimiento uruguayo en los 60 comenzó con una minuta de comunicación del Parlamento, propiciada por el diputado Zelmar Michelini.

En el Consejo de Ministros la moción fue presentada por el ministro de Ganadería, Wilson Ferreira Aldunate y aprobada por unanimidad. La oposición y el gobierno actuaron y votaron por unanimidad.

Así es motivo de orgullo nacional haber sido el primer país en honrar las casi 2 millones de víctimas del genocidio por parte de escuadrones jóvenes del Imperio otomano. Ya lo reconocen, entre otros, países amigos de Uruguay, como Argentina, Brasil, Bélgica, Canadá, Francia, Italia, Portugal, y unos 30 países más. Incluyendo Rusia, tan criticada tras la invasión a Ucrania.

En abril de 2016, tras el tradicional acto de la Plaza que les recuerda frente al Buceo, hubo un acto de “causa armenia” en la antesala del Senado. Allí los oradores éramos el mencionado diputado Radío y yo. Gracias a las pautas que de él mismo había aprendido, me hice de fotocopias de los documentos y se los obsequié a las autoridades de la referida institución y al propio Radío.

Es un tema que une a los uruguayos. Por eso no me tiembla el pulso reconociendo en este tema la actuación del propio presidente, de Ramos, de Radío. Pero me pregunto: ¿por qué se le permitió una visita oficial en esa fecha? Se la cambiaron para un día antes. Cuántas veces tendrá que volver a salir el Presidente a enmendarle la plana al canciller. Si no sabe, no tiene a nadie ene l ministerio que lo asesore.

Urge la esperada partida de Bustillo del ministerio. ¿Cuándo se anunció que venía el canciller turco? ¿Quién puso la fecha? ¿Qué es ese acuerdo de libre comercio con Turquía? ¿Tiene algo que ver con la visita a Blinken en EEUU? ¿Es porque no se cumplieron los plazos previstos para hacerlo con China?

Todo es muy raro. Si hay un tema diplomático en que Uruguay no le puede errar, es el de Armenia. Haber sido los primeros es un orgullo de nuestra historia diplomática. Ahora, está bien el reto al embajador. Pero nunca debió permitirse esa visita en esa fecha.