El lunes, casi todos los medios no del todo hegemónicos de “Occidente” y todos los medios chinos criticaron a la presidenta de la Cámara de Representantes de EEUU, Nancy Pelosi, por tratar de usar su visita a Taiwán para desviar la atención pública del enfoque en su esposo Paul Pelosi, quien fue acusado la semana pasada de vender sus acciones del fabricante de chips Nvidia días antes de que la cámara aprobara subsidios e impuestos para impulsar el sector de semiconductores de EEUU.
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Algunos la acusaron de ocultar, además, algo más gordo, “la seria crisis del globalismo neoliberal financierista” (Alfredo Jaliffe Ramhe) con “un montaje hollywoodense”, que incluyó el despegue desde el aeropuerto de San Francisco con una nutrida escolta de aviones militares y el megaportaaviones Ronald Reagan esperando en Singapur (primera escala de Pelosi) para acercarse al estrecho que separa a Taiwán de Filipinas.
Pensé lo mismo que Jaliffe. De tanto confundir Hollywood con la realidad se conformarían con una ficción, sin atreverse al distópico desenlace de cualquier error de cálculo en el Mar de la China o el estrecho de Taiwán, pero Nancy Pelosi estaba dispuesta a autocumplir su distopía pese a todas las advertencias (las sinceras y las fingidas).
El presidente chino, Xi Jinping, y el presidente estadounidense, Joe Biden, habían sostenido una llamada telefónica de dos horas el 28 de julio para hablar sobre comercio, Taiwán y la guerra de Ucrania, sin anunciar ningún nuevo acuerdo. Pero sobre Taiwán, Xi advirtió a Biden, públicamente, que quienes jugaran con fuego morirían en llamas. Dijo que esperaba que Estados Unidos tuviera una visión clara sobre el tema y honrara el principio de "Una China" e implementara sus tres comunicados conjuntos tanto de palabra como de hecho.
“Taiwán es un asunto interno de China en el que ningún otro país tiene derecho a interferir; y todas las fuerzas e instalaciones militares estadounidenses deben retirarse de Taiwán”.
Biden declaró que Estados Unidos reconoce que todos los chinos a ambos lados del Estrecho de Taiwán sostienen que solo hay una China y que Taiwán es parte de China. “El gobierno de Estados Unidos no cuestiona esa posición. Reafirma su interés en una solución pacífica de la cuestión de Taiwán por parte de los propios chinos”.
Pero según la ley de sucesión presidencial estadounidense de 1947, el presidente de la Cámara de Representantes -Nancy Pelosi- es el siguiente en la línea de sucesión al vicepresidente. Debido a su posición constitucional, Pelosi es la tercera funcionaria más alta de Estados Unidos. “Una visita presidencial o vicepresidencial a Taiwán cruzaría la línea roja de China. Una visita de Pelosi empuja la línea roja -afirma el influyente analista internacional David Goldman-. Las repetidas declaraciones de la administración Biden de que Pelosi está actuando por su cuenta solo empeoran las cosas”.
¿Son o se hacen?
Por su parte, Song Zhongping, comentarista militar de Phoenix Television, de China, dijo que si Pelosi visita Taiwán, con la marina estadounidense enviando el USS Ronald Reagan, un superportaaviones de propulsión nuclear, al canal Bashi entre Taiwán y Filipinas, para comprobar la situación, es probable que la Marina de EEUU también despliegue aviones de reconocimiento, en particular el RC-135V, en el estrecho de Miyako entre Taiwán y Japón”. Si Pelosi viajó “por su cuenta”, su “comitiva de guerra” fue por cuenta de Biden. No sorprenden porque no se les cree nada. Si Putin enviase a Puerto Rico a Valentina Ivánovna Matviyenko, presidenta del Consejo de la Federación de Rusia, con veinte cazas Mig-35 escoltándola, el portaaviones Varan apostado en el Caribe y aviones de reconocimiento, nos sorprendería bastante que le dijese, a su vez, que le aconseja no ir.
Intriga un poco, de todos modos, que finalmente se haya concretado. Jin Canrong, profesor y decano asociado de la Escuela de Estudios Internacionales de China en la Universidad Renmin, dijo en un artículo publicado por Guancha.cn el lunes que China tenía una ventaja militar tanto en el Mar de China Meridional como en el estrecho de Taiwán debido al alcance de sus armas balísticas, misiles -así como la Fuerza Aérea de China- que podrían cubrir completamente las dos regiones. Jin agregó que la Armada de China tendría ciertas ventajas si estallan los combates contra algunas flotas estadounidenses.
Dijo que si Estados Unidos quisiera crear conflictos en el estrecho de Taiwán, no se beneficiaría mucho. Agregó que si China pudiera aprovechar la oportunidad de ocupar Taiwán, podría romper la primera cadena de islas de EEUU y entrar libremente en el océano Pacífico.
El viernes una cuenta de Weibo operada por el Ejército Popular de Liberación publicó un mensaje: "Preparándose para la guerra". Sin más detalles.
Ta Kung Pao, un periódico pro-Beijing con sede en Hong Kong, informó que el EPL realizaría un simulacro de tiro en el lado oeste de la península de Leizhou el martes y el miércoles, coincidiendo potencialmente con la visita de Pelosi.
Otros comentaristas chinos fueron más severos. Hu Xijin, exeditor en jefe del Global Times, dirigido por el Partido Comunista, y comentarista de alto perfil, tuiteó el sábado que los aviones de combate del EPL deberían desplegar todas las tácticas obstructivas si el ejército estadounidense envía aviones de combate para escoltar a Pelosi a Taiwán. Hu dijo que pensaba que el EPL debería derribar el avión de Pelosi si fuera necesario.
Zhao Lijian, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, dijo el lunes: "Si Pelosi va a Taiwán, será una grave interferencia en los asuntos internos de China, dañará gravemente la soberanía y la integridad territorial de China, pisoteará deliberadamente el principio de Una China, seriamente amenazaría la paz y la estabilidad del estrecho de Taiwán… La parte china está esperando y el EPL nunca se quedará de brazos cruzados”.
Todos parecen coincidir en que Estados Unidos quiere una guerra para detener su declive y el ascenso de China, pero es una guerra que la pierde y, si escala, la perdemos todos.
El sitio Web Observer le pidió al profesor Wang Wen de la universidad Renmin que comentara sobre el intento de la administración Biden de distanciarse declarativamente de Pelosi. El sitio de noticias preguntó: "¿Es esta [política] realmente estúpida o Estados Unidos pretende ser estúpido?".
Wen respondió: “Estados Unidos está actuando como un estúpido, pero en realidad es estúpido. Este negocio de fingir ser estúpido significa que entienden claramente el interés fundamental de China y la línea roja en el tema de Taiwán, pero no obstante, lo han pisado repetidamente”.
William Pesex, del Asia Times, nos da la pista de tan doblemente fingida estupidez:
La ruta del dinero
“Durante años, los comerciantes de divisas se han estado preparando para un inevitable giro chino que se alejará del dólar. Ahora, el debate se está calentando nuevamente a medida que Beijing recorta sus vastas tenencias de deuda del Tesoro de EEUU, de manera que acapara los titulares.
"¿Podría ser diferente esta vez?". Estas palabras pueden ser las más peligrosas en economía. Pero vale la pena tomarlos en serio, ya que años de abandono se ponen al día con la moneda de reserva del mundo.
La obsesión de China por deshacerse del dólar se remonta a 2009, cuando el entonces primer ministro Wen Jiabao expresó su preocupación por la confiabilidad de Washington para salvaguardar la vasta riqueza estatal china. Wen estaba particularmente preocupado por la escala de los rescates en medio de la crisis de Lehman Brothers”.
Ahora, buscando repercusiones sobre este tema en la revista estadounidense Forbes, me reencuentro con el perseverante Jack Ma. ¿Lo recuerdan?
Cuando Jackie Chan, el actor chino de mayor éxito en Hollywood, maestro en artes escénicas y marciales, se afilió al Partido Comunista de China, celebrando el centenario del Partido, el 1º de julio del año pasado, Jack Ma, el CEO de Alibaba, dejó de ser el miembro del Partido Comunista de China con mayor fama mundial, personal extrapartidaria, sin contar a los presidentes y vices chinos, y pasó a ser el segundo.
Siendo hasta el año pasado entonces, en este sentido, el más famoso comunista chino y habiéndose reunido con el Comité Central, Jack Ma estaba embarcado en un muy comentado proyecto financiero.
En estos días, el CEO de Alibaba, opera, con bastante mayor éxito que a esta, a Ant Group, “un gigante de la tecnología financiera controlado por el multimillonario chino Jack Ma” (según Forbes), que anunció en abril un banco mayorista digital incorporado en Singapur (precisamente la primera escala de Pelosi, donde la presidenta singapurense, Halimah binti Yacob, le dijo que lo importante es mejorar las relaciones entre Estados Unidos y China). “La medida marca la continua expansión en el extranjero (siempre según Forbes) de la empresa con sede en Hangzhou (China continental)”.
Los otros destinos del viaje de Pelosi son Malasia (gran aliado de China), Corea del Sur y Japón, socios de China en el RCEP), pero de los países del Asean, socios más antiguos de China, Singapur está entre los que EEUU quiere alejar de esa órbita.
Pero ahora, el gigante fintech, de Ant Group, dice que su subsidiaria Anext Bank, de propiedad absoluta y con sede en Singapur, brindará servicios financieros a las pequeñas y medianas empresas de la región, centrándose en particular en aquellas que tienen operaciones transfronterizas.
"Esto marca otro hito en el viaje de desarrollo de la banca digital de Singapur, un esfuerzo estratégico para garantizar que el sector bancario siga siendo progresivo, globalmente competitivo y vibrante", dijo el director de tecnología financiera de la Autoridad Monetaria de Singapur (MAS), Sopnendu Mohanty. Es decir: Jack Ma está preservando autonomía financiera para los sectores productivos populares de un miembro de uno de los diez principales socios de China en el Sudeste Asiático.
Los negocios de Alibaba con sede en China están bajo un fuerte control regulatorio, al igual que todos, donde la totalidad del sistema financiero es estatal. Ant Group es una sociedad de cartera financiera supervisada por el banco central del país, el Banco Popular de China.
En los hechos, Jack tenía un plan más ambicioso en la misma dirección de Ant Group, que fue largamente estudiado por el Partido. Incluso hubo una oferta pública inicial de US$ 34.000 millones de la compañía, que se canceló abruptamente a fines de 2020 (el manejo de los tiempos políticos y el temor a las burbujas financieras inducidas desde “Occidente” habrían sido el motivo de la cancelación o suspensión; lo expuesto es que hoy China planifica, hasta 2026, disminuir gradualmente su tenencia de deuda del tesoro de EEUU a solo 800.000 millones de dólares, aunque el ritmo, bien dice Pesex, no se conoce).
Ant Group no es la única firma china que busca brindar servicios de banca digital en Singapur. Green Link Digital Bank, propiedad de un consorcio que incluye al desarrollador chino Greenland Holdings y Linklogis Hong Kong, comenzó a operar en el país. La firma de tecnología Sea Ltd., del multimillonario Forrest Li, y Grab Holdings, de Anthony Tan, también recibieron licencias bancarias digitales y se espera que se lancen a finales de este año.
Ant, por su parte, reforzó recientemente su expansión en el sudeste asiático cuando anunció también en abril que, además, había adquirido una participación mayoritaria en la empresa fintech 2C2P con sede también en Singapur. El acuerdo hará que los comerciantes actuales de 2C2P se conecten a la billetera electrónica transfronteriza Alipay+ de Ant Group. Las tarjetas chinas, en especial Unionpay, jugaron un papel importante en la resistencia rusa al intento de ahogo financiero por parte de la OTAN, cuando retiraron de Rusia Master Card, durante los primeros dos meses. Ya después, en estos meses, China está más preocupada de que no termine de ahogarse Europa en sus propias autosanciones.
La revista Forbes dice que “la Policía antimonopolio de China impuso una enorme multa a Alibaba, de US$ 2.800 millones, equivalente al 20% de los ingresos operativos de la empresa en 2021. Sin embargo, esa suma era quizá incluso modesta en comparación con la ‘contribución’ de US$ 18.600 millones -casi el doble de los ingresos de explotación de Alibaba el año pasado- que Pekín arrancó posteriormente a la empresa para apoyar la campaña de ‘prosperidad común’ de Xi Jinping”.
Forbes presenta esto como una persecución, pero es sencillamente la operativa redistributiva del Estado chino.
Meng Wanzhou, comunista china, gerenta general y financiera de Huawei, secuestrada por Canadá hace tres años y encarcelada por orden de Washington, que el 27 de setiembre de 2021 volvió a China, donde tuvo un recibimiento apoteótico, por matriota, sin parangones (acaso el de Los Beatles cuando volvieron a Londres después de su primera gira por Estados Unidos), es la jefa de la empresa china, que, a pesar de ser propiedad de los trabajadores, transfiere más dinero que Alibaba e, incluso, más que la gigante tecnológica Tencent, que en 2021 ganó unos 24.700 millones de dólares, de los cuales 18.900 millones fueron transferidos al Estado.
Vine a enterarme siguiendo la pista de las preocupaciones financieras yanquis en el sudeste asiático. A esas empresas sí podría llamárseles “malla oro” y así sí tiene sentido el superávit fiscal, comercial y de todo orden. Los chinos tienen fama de pacientes. Es más: adjetivada, la máxima paciencia es “una paciencia china”. Lo están demostrando con sus meditadas respuestas a la provocación de Pelosi. Pero ni se les ocurre “esperar pacientemente el derrame” y al socialismo universal le tienen una paciencia china, pero saben que, sin la conducción enérgica del Estado y del Partido, “el derrame de capital” no existe.