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Columnas de opinión | urgente | Un mecanismo poderoso | LUC

Entre la prisa y el abuso

La estrategia de lo urgente, apetito derechista

Cómo los mecanismos de urgente consideración se convierten en una forma de abuso hacia el Poder Legislativo.

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Las páginas de la prensa argentina, y en parte también las del mundo, se han convertido en un vasto océano de rumores, donde las olas de noticias, chismes y exabruptos no cesan de romper sobre las orillas ya contaminadas de la opinión pública. Las denuncias de violencia de género en las alcobas de la residencia presidencial, que ensombrecen la figura del expresidente Fernández, han encendido las linternas del morbo, guiando a las multitudes hacia un espectáculo de escándalo y revelación.

Sin ser necesariamente faros periodísticos, los diarios Página 12 y Tiempo Argentino se mantienen firmes en medio de la tormenta, evitando caer en la trampa de la publicación de imágenes fotográficas y videos que, como espejos rotos, multiplican sin cesar la revictimización, invaden las fronteras de la intimidad y trivializan la gravedad de los hechos, alimentando el insaciable apetito de las audiencias degradadas que parcialmente explican resultantes políticas como el drama de Milei.

Mientras tanto, el resto de los medios, incluyendo todos los canales televisivos, se sumergen en un carnaval de intromisiones, mostrando sin pudor escenas íntimas y filtraciones que brotan desde las entrañas del poder: el ámbito judicial, los servicios de inteligencia, las oficinas gubernamentales, e incluso los venenosos tweets de Milei y su ejército de trols.

Estos hilos digitales tejen una grotesca telaraña distractiva que desvía la atención del verdadero drama social que se intensifica con cada tic-tac del reloj. Cada hora trae una nueva novedad, un nuevo giro, que impide cualquier intento de análisis profundo, convirtiendo los hechos dolorosos y dolosos en una maraña que solo podrá desenredarse cuando el polvo de la tormenta se haya asentado.

Por ahora, todo apunta a que, cualquiera sea el desenlace de esta causa, no habrá flores en los jardines ni de la quinta presidencial ni de la república, sino solo la amarga confirmación de la continua degradación política y moral de la dirigencia que, como un reloj de arena, se va desgranando ante los ojos de lo que pueda quedar de una opinión pública atenta y avisada.

En la orilla de la Banda Oriental

En la Banda Oriental, donde las noticias argentinas encuentran eco en los vientos del Río de la Plata, se asoman, no obstante, debates de mayor profundidad. La sucesión de tres gobiernos del Frente Amplio puede haber difuminado un poco la línea clara que siempre separó el progresismo uruguayo de las derechas agresivas y depredadoras que ahora debería volver a visibilizarse.

En poco más de dos meses, Uruguay se enfrentará en las urnas a la encrucijada de su futuro, con dos grandes proyectos que luchan por definir el destino de la nación. La experiencia de estos cinco años, marcados por la ruina social y el desplome moral bajo el actual Gobierno de coalición, promete redibujar con firmeza esa línea divisoria entre modelos antagónicos.

Un lado, otro lado

En un lado se alza el Frente Amplio (FA) con su programa único, un reflector iluminando el camino hacia una visión de país más inclusivo y solidario, dentro de los límites del capitalismo.

Del otro, la coalición gobernante, que se ha apoyado en proyectos legislativos avasallantes como la Ley de Urgente Consideración (LUC), la ley de seguridad social, y la ley de servicios de difusión de contenido audiovisual (LM), esta última con el sello del veto presidencial en uno de sus artículos.

La LUC

La LUC, en particular, se ha convertido en el estandarte de una visión que contrasta agudamente con la del FA. Mientras la coalición defiende con fervor esta ley como un instrumento de orden y control, el FA la enfrenta en campos clave como la seguridad, los derechos humanos, la economía, la educación y la transición ecológica, proponiendo alternativas que buscan revertir lo que consideran retrocesos en derechos y bienestar social impuestos por la LUC.

En otro momento profundizaré en cómo el FA, con un proceso ejemplar, forja colectivamente sus programas de gobierno e institucionaliza procedimientos, pero hoy es necesario subrayar que, en las formas institucionales, donde las derechas suelen vanagloriarse de su supuesto rigor, se esconde también la sombra de la imposición prepotente. Dos iniciativas parlamentarias lo expresan con contundencia: la imponente LUC y el subrepticio ingreso de la Ley de Medios (LM) sin pasaje siquiera por comisión, que reflejan la violencia impositiva de un camino único con el chantaje de la sorpresa, la urgencia y la amplitud. Me detendré en el primero. En términos generales, tiende a atribuirse a las izquierdas la radicalidad y el monopolio de la prisa. Razones objetivas lo inducirían, ya que mientras las primeras se proponen resolver dramas sociales cuya espera se hace interminable luego de históricas postergaciones, las otras centran su prioridad en la recomposición de tasas de lucro. En Uruguay sucede lo contrario: las derechas están ávidas y urgidas.

Un mecanismo poderoso

El Mecanismo de Urgente Consideración (MUC) fue introducido en el sistema político uruguayo como una herramienta poderosa, nacida de la reforma constitucional de 1967, y con la inspiración parcial del modelo francés de la Quinta República. Este mecanismo otorga al Poder Ejecutivo la capacidad de enviar proyectos de ley al Parlamento con un procedimiento abreviado y un plazo de aprobación tácito.

Es como una espada de doble filo, que, si no es desenvainada con cuidado y prudencia, puede cortar algunos hilos que sostienen contrapesos y equilibrios entre los poderes, formalmente independientes del sistema republicano. Al igual que las armas en manos de las fuerzas represivas, su uso debe reservarse para emergencias y graves amenazas, y de manera prudente, cuando el tiempo es un lujo que no puede permitirse.

A pesar de su peligrosidad latente, el MUC no solo sobrevivió a la reforma constitucional de 1994, sino que se ha afianzado en el entramado institucional de Uruguay. Desde su creación, ha sido empuñado en contadas ocasiones, con veinte proyectos legislativos enviados bajo su amparo entre 1967 y 2020. No obstante, su uso ha mostrado una evolución notable, no tanto en frecuencia, sino en la extensión y complejidad temática de los proyectos presentados, revelando una tendencia a expandir sus límites. Es bajo el signo de las derechas que esta herramienta ha encontrado su mayor expresión, especialmente en los llamados "proyectos ómnibus" que, como caravanas, agrupan en su seno una multitud de temas, desplazando la deliberación y la especialización por un camino estrecho y acelerado hacia la aprobación. Los números podrían confundir porque de esos veinte, seis, es decir casi una tercera parte pertenecieron a los gobiernos del FA, dando la falsa impresión epidérmica de igualdad.

Sin embargo, el Frente Amplio (FA) nunca se dejó seducir por la tentación del "ómnibus" legislativo al estilo de Lacalle Pou en Uruguay o Milei en Argentina, ni jugó con las sombras introduciendo proyectos sobre tablas sin el debido pasaje por comisión. Este recurso, utilizado como un chantaje jurídico, ha sido siempre un arma de las rancias derechas, que prefieren apilar leyes como mercancías al bulto en un vagón de contrabando, obligando al Parlamento a aprobarlas todas de una sola vez, sin permitir el análisis, el desglose, ni el debate profundo. Pero detengámonos un momento para observar las diferencias cualitativas y cuantitativas entre ambos enfoques:

1. Primera Ley Ómnibus (1967): Durante la presidencia de Óscar Gestido se presentó el primer proyecto de ley bajo el MUC. Este contenía 76 artículos y abarcaba cinco áreas temáticas diferentes, un preludio de lo que vendría.

2. Gobierno de Jorge Batlle (2000): Bajo la batuta de Jorge Batlle se enviaron dos proyectos de ley ómnibus en un solo año. El primero contenía 89 artículos y se expandía sobre 28 áreas temáticas, mientras que el segundo, con 91 artículos, cubría 23 temas, desplegando un panorama legislativo abrumador.

3. Ley de Urgente Consideración (2020): Durante el actual gobierno de Luis Lacalle Pou, la Ley de Urgente Consideración (LUC) alcanzó una magnitud sin precedentes, con 476 artículos que invadieron 70 áreas temáticas. Un aluvión legislativo que no dejó espacio para la reflexión ni el desacuerdo.

En contraposición, el FA hizo un uso cuidadoso y mesurado del instituto constitucional, demostrando que el poder desde el ejecutivo puede ejercerse con prudencia y responsabilidad. Durante la primera presidencia de Tabaré Vázquez se presentaron dos proyectos bajo el MUC: la creación del Ministerio de Desarrollo Social (Mides), con 13 artículos, y el Plan de Atención de la Emergencia Social con 19 artículos. Ambos proyectos fueron independientes y nacieron de la urgencia por atender la grave situación social heredada del gobierno colorado de Batlle. Bajo la presidencia de José Mujica (2010, 2011 y 2012), el FA continuó este enfoque comedido con cuatro proyectos: la Emergencia Sanitaria de la Asistencia Anestésico-Quirúrgica (4 artículos), la creación del Sistema Único de Cobro de Ingresos Vehiculares (SUCIVE) (3 artículos), las contribuciones de Beneficiarios de la Dirección Nacional de Sanidad de las FFAA (15 artículos) y la regulación de la pérdida de capital humano altamente especializado en la Fuerza Aérea y Naval (4 artículos). En todos estos casos, el uso del MUC fue limitado y enfocado, reflejando un compromiso con la institucionalidad y un respeto por los procesos deliberativos, la persuasión y la exposición pública para el control ciudadano.

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