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Columnas de opinión | izquierda |

Ideas cruzadas

La izquierda y la generación de riqueza

En el mundo suele asumirse que la derecha es portavoz de la libre empresa y la izquierda, del estatismo.

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Unos y otros se endilgan tales caracterizaciones. Con todos los matices que se deseen formular, cada bloque ideológico o de sensibilidades reconoce en el otro esos talantes. Casi como una necesidad de existir. Tú sos así, yo soy así y por tanto es un prerrequisito de existencia.

Ese constructo social -en donde cada uno parece sentirse cómodo y reconocible- impide explorar los pliegues de cada formulación. En términos gruesos, la izquierda habla de distribución de la riqueza y la derecha de la generación de riqueza.

Estado y libertad

Hay una interesante síntesis que expresa la tensión en el mundo de las ideas: para tener libertad, hipotecas la justicia y para tener justicia, hipotecas la libertad. A lo largo de los últimos años -en especial con la implosión de la URSS y el derrumbe del bloque soviético- ambos elementos -libertad y justicia- comenzaron a transitar diversos caminos, algunos exploratorios y otros, como el chino y el vietnamita- consolidando la idea de justicia social dejando la libertad de lado, aunque no tanto.

Adviértase que en las experiencias citadas -no existe la libertad entendida desde una óptica occidental- la planificación estatal deja abierta algunas canillas de la libertad y la iniciativa privada. ¿Cuál es el corpus ideológico y valórico de esos modelos? Generación de riqueza y empleo y combate a la pobreza.

¿Y el Estado? Tiene un rol indicativo central, pero no ahoga, como fue la experiencia del modelo soviético que hoy Cuba expresa con serias dificultades y que Venezuela desarrolla con mayores problemas que Cuba.

Hace muchos años, ante la ausencia de documentos ideológicos, Silvio Rodríguez -cantautor cubano- hizo una canción titulada “Reino de todavía” y allí cantó:

“Balseros, navidades, absolutismo,

bautizos, testamentos, odio y ternura

Nadie sabe qué cosa es el comunismo

y eso puede ser pasto de la censura

Nadie sabe qué cosa es el comunismo

y eso puede ser pasto de la ventura”

“Nadie sabe qué cosa es el comunismo”, cantó y repitió el exponente de la Nueva Trova o vieja. Tiempo después -Fidel estaba al filo de su vida- un congreso del Partido Comunista Cubano comenzó a trabajar sobre el concepto de “socialismo sustentable”. ¿Qué quería decir eso? Un socialismo propio, cubano, autosustentable, que no viviera con el Jesús en la boca cuando algún aliado poderoso le quitara la ayuda (la URSS o Venezuela). Hace pocas semanas Silvio Rodríguez volvió sobre sus ideas y expresó: "Las diversas experiencias reales de socialismo demuestran que, como fue concebido, es impracticable. Sea por características humanas o por predominio del capitalismo en el mundo. Siempre he pensado que hay que tomar lo mejor de cada sistema […] las experiencias de China y Vietnam son lo mejor hasta ahora: gobiernos socialistas dirigiendo economías capitalistas. No estoy hablando de calcar, sino de interpretar".

El problema central a resolver por esas izquierdas y otras es cómo generar riqueza para luego -con distintas herramientas- distribuirla. Si no tenés riqueza, poco podrás distribuir o redistribuir.

Cuba ya expuso una modalidad: desarrolló fuertemente con inversiones extranjeras y privadas -con el mando de empresas dirigidas por las Fuerzas Armadas cubanas- una serie de emprendimientos turísticos de relevancia. ¿Para qué? Para generar riqueza y empleo y poder tener recursos para enfrentar el conjunto de desafíos que la sociedad cubana hoy plantea.

Hace pocos días, el gobierno cubano anunció que autorizará la inversión extranjera en comercios tanto mayoristas como minoristas, a fin de disminuir el fuerte desabastecimiento en la isla, pero mantendrá el monopolio estatal sobre el comercio exterior.

¿Por qué eso? Para enfrentar el enorme descontento social en la isla y para generar riqueza y empleo. El gobierno cubano, una vez más, se dio cuenta que el Estado no podía con todo, que debía abrir el juego al dinamismo comercial privado. (Dicho sea de paso: ese dinamismo privado ya existe en la isla desde hace mucho tiempo con diferentes modalidades permitidas por las autoridades, incluyendo “importaciones” de países cercanos que luego en la isla se comercializaban en miles de negocios no permitidos).

Los modelos capitalistas -con todos los matices que se deseen, en función de la historia y la geografía- son omnipresentes, tienen una lógica arrasadora y, en su versión más salvaje y absurda, atenta contra el propio modelo y contra la humanidad.

Ahora bien, ¿qué es el socialismo? “Nadie sabe qué cosa es el comunismo”, canta Silvio Rodríguez. Hoy el socialismo es el deseo; un motor enorme, con una potencia global que mueve sensibilidades en todo el planeta. Una aspiración opuesta a la carnicería capitalista y a la burocracia que dijo llamarse socialista.

Gustavo Petro, nuevo presidente de Colombia, hace pocos días habló de Venezuela, país fronterizo y con quienes buscan reestablecer relaciones diplomáticas. ¿Qué dijo Petro? Desnudó con gran precisión el fracaso del modelo chavista, definiendo que el estatismo que desarrolló tenía el germen de la muerte en sus entrañas: vivió mientras tuvo una alta renta petrolera, pero no supo diseñar una estrategia superadora de la dependencia petrolera. Y para peor, dijo Petro, incluyó a las Fuerzas Armadas en la conducción de la cosa económica. Fin del Socialismo del Siglo XXI que proclamara Chávez.

La izquierda en Uruguay

Como lo del principio: la izquierda uruguaya tiene un reflejo estatista en su ADN y la derecha aprovecha ese reflejo para combatirla. Pero la realidad es porfiada, decía el general Liber Seregni. Cuando el Frente Amplio asumió el gobierno en 2005, a pocos se les pasó por la cabeza, que la batalla pasaba por más Estado, cumpliendo la mayor cantidad de las tareas y que todos, así, seríamos felices. (Vázquez ya sabía cómo era la cosa y tuvo en Danilo Astori el intérprete fiel de la conducción económica en toda su línea, pese a las pujas estatistas que existieron en el seno del FA. Cabe recordar una anécdota del gobierno de Vázquez en la Intendencia de Montevideo, en lo que fue un verdadero laboratorio de gestión de gobierno. Hubo directores de la IM que querían poner una carnicería y una panadería municipal. El Estado iba a solucionar el hambre de las masas. Nada de eso siguió adelante, ni la idea -que estaba presente en varios directores- de municipalizar parte del transporte público, incluyendo a Cuctsa).

Los gobiernos del FA tenían como objetivo el crecimiento con inclusión y justicia social. No se habrían generado riqueza, empleo y redistribución adecuada de la riqueza, sino se hubiera diseñado un esquema en que el Estado mantuvo las áreas estratégicas (Ancap, UTE y Antel) y luego promocionó, en un diseño planificador indicativo, un conjunto de acciones en donde la actividad privada fue un motor de enorme importancia en el crecimiento con justicia social.

Se potenciaron las empresas públicas estratégicas y se diseñaron planes de promoción de la inversión privada, teniendo en cuenta las características de Uruguay: la burguesía nacional es, en general, adversa al riesgo. Por lo tanto, también con enorme pragmatismo -aunque sabiendo que se tragaban sapos históricos- se crearon las condiciones para la inversión extranjera en sectores de enorme importancia y, fundamentalmente, en zonas de Uruguay con escaso dinamismo económico.

¿Los empresarios uruguayos y extranjeros hicieron mucha plata en los gobiernos del FA? Sin dudas. ¿Se generó riqueza? Claramente. ¿Se fomentó el empleo? Sí. ¿Hubo redistribución de la riqueza? Sí. La torta creció y hubo derrame en paralelo.

¿Este modelo contiene contradicciones? Sin dudas. Menciono tres tan solo: el modelo extractivista y primario de la economía uruguaya choca con políticas de cuidado medioambiental. La izquierda privilegió el empleo a esas cuestiones. El otro ejemplo: el modelo favoreció enormemente el consumo interno, llegando a niveles de consumismo, elemento controvertido con valores de izquierda. Pero el comercio, en este Uruguay, genera un importante porcentaje del empleo. Tercer ejemplo: el modelo contempla una fuerte presencia de inversión extranjera que resulta peligrosa en tanto se otorga poder al mundo transnacional y disminuye la capacidad operativa y reguladora del Estado.

José Mujica ha aludido a estas cuestiones sobre las que Petro, el presidente colombiano, ha reflexionado hace pocas semanas: tenemos que hacer capitalismo en serio. (En el caso colombiano, capitalismo como elemento superador del feudalismo de vastas zonas de ese país). En Uruguay hubo crecimiento y derrame; crecimiento e inclusión y justicia social.

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