Los valores del herrerismo
Bajo la dirección del presidente Luis Lacalle –que un día resolvió hacer campaña con solamente su nombre de pila, Luis, como asumiendo que su apellido generaba “ruidos” en la opinión pública–, los valores del herrerismo se expresaron sin tener en cuenta que pertenecía a una coalición. Su único objetivo, verbalizado insistentemente antes y ahora, de ganarle al Frente Amplio. Su anhelo era ganar.
Observemos cuáles son los valores del herrerismo, que se pueden sintetizar en Dios, patria, libertad, familia y propiedad. Si bien tienen parentescos absolutamente claros con los valores de las derechas en la región y el mundo, el herrerismo, en su última versión, los interpreta “a la uruguaya”.
Debajo de esas cinco palabras uno encuentra que la patria en el herrerismo es la apropiación de los símbolos patrios (los actos de gobierno enaltecen esas fechas), se autopercibe representante de todo lo que es “campo” (apoya a todo el empresariado del agronegocio y promueve “el día del” mate, el salchichón, del esquilador, del butiá, o enaltece festivales como los de la “cuchillería”). La libertad es otra palabra promovida desde distintos actos. (“Hoy los uruguayos somos más libres”, dijo el presidente Lacalle en su último discurso ante el Parlamento. Luego citó, como ejemplo de “libertad” conquistada, la posibilidad de usar número de celular sin depender de la empresa telefónica…). Promueven la libre empresa, el libre mercado, la libre competencia y la propiedad privada. Postula un Estado con menos presencia en los aconteceres económicos. (Pero en el ejercicio del gobierno, el Estado intervino e interviene cada vez que entiende necesario). Otro rasgo valórico es el “orden”. Así ha aumentado la carga punitiva y favorece hoy los allanamientos nocturnos. También tiene una cercanía con el relato de los militares nostálgicos, aunque no avanza mucho en ese vector. (Sólo abrió la “cárcel del pueblo” del MLN para la visita del público y favoreció el conocimiento de los archivos de la dictadura). Otro valor del herrerismo: el anticomunismo. (Esto viene de principios de siglo XX: contra los trabajadores organizados y, paralelamente, “anticomunista”, o en su última versión potenciada por sus actores más influyentes: el antifrentismo, todo sintetizado en el anti “FaPit”).
Dios y familia es otro rasgo. (El propio Lacalle y jerarcas militares han asistido a misas en la Iglesia Matriz).
Las dos alas
En enero del 2022 escribía: “El debate sobre la LUC permitirá fortalecer y crecer al herrerismo –la 71 y la 404– en todo el país. La gira que Lacalle hará en todo el país potenciará a subsectores locales que no observan en el Partido Nacional otro liderazgo potente como el de Lacalle. (…) A esos pequeños sectores es posible que los sume localmente a los dos brazos del herrerismo”.
Hoy, en vísperas de elecciones internas, aquel mapa potencial se expresa a cabalidad, con la 404 llevando a Álvaro Delgado y la 71 postulando a Laura Raffo. Ambos se comieron el Partido Nacional. Poseen los mismos valores y en ese territorio –como escribí hace dos años– “el segmento autodenominado ‘wilsonista’ se ha desdibujado por dos fenómenos: la propia disciplina blanca en el ejercicio del gobierno y la muerte prematura de Jorge Larrañaga”.
¿Coalición republicana? No, coalición excluyente liderada por el Partido Nacional y, particularmente, por el herrerismo.
Luego del 1° de marzo del 2025, Lacalle acampará. Y se prepara para las otras elecciones. Se retira con 52 años y las del 2025 lo encontrarán con 57 años. Herrerismo para rato.