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Columnas de opinión | Gran Nación rusa | Putin | OTAN

Lucha de fronteras

Los temblores del renacimiento de la Gran Nación rusa

Putin es un defensor de la Patria, la Familia, la Religión y -cada día con mayor fuerza- defensor de la Gran Nación Rusa.

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Una primera mirada. Hablemos de Putin. Este buen señor es hijo de las estructuras soviéticas. Fue integrante de los servicios secretos soviéticos, creció a la sombra de Boris Yeltsin (que adoraba los restaurantes de McDonald’s) y luego quiso ser presidente por los períodos que se le ocurriera. Putin es Rusia, tanto que su abuelo fue el cocinero de Brezhnev…

En tanto poseedor de un lugar privilegiado cerca de Yeltsin, Putin vio cómo la CIA y otras agencias de Estados Unidos le enseñaban capitalismo a Yeltsin. Observó que hubo una penetración vergonzante en todos los niveles, mientras toda la estructura soviética sucumbía. Putin, ambicioso, fue creciendo y tejiendo alianzas diversas para fortalecer y aumentar su poder. Los pasos: alianza con la Iglesia ortodoxa, convencer a la nueva oligarquía rusa que él amparaba la expansión de sus negocios pero que no se metieran en política, se alió a los chechenos musulmanes rusos (el pasado 9 de julio Putin felicitó a los musulmanes rusos con ocasión del Aid al Adha o Fiesta del Sacrificio, la más importante del calendario islámico. Esta alianza le permitió tener una base en territorios árabes, como Siria).

¿Putin es un demócrata? No en los términos en los que le gusta hablar a Occidente. Las noticias hablan de que su gobierno se ha caracterizado por la corrupción endémica, el encarcelamiento y la represión de los opositores políticos, persecución de los colectivos LGBT, la intimidación y represión de los medios independientes rusos y la falta de elecciones libres y justas. Es un defensor de la Patria, la Familia, la Religión y -cada día con mayor fuerza- defensor de la Gran Nación Rusa.

Luchas de fronteras

La fragmentación de los países de la ex Yugoslavia (en donde la OTAN participó de la carnicería y la permitió) y el lento corrimiento de los intereses de la OTAN hacia la frontera con Rusia le comenzaron a hacer ruido a Putin hace tiempo.

Lo último que aceptaría era una Ucrania neutral, un colchón entre la OTAN y Rusia. Pero la revuelta del Maidan de 2014, sumió a Ucrania en una gran crisis y las fuerzas conservadoras (antirrusas) se hicieron del país y comenzaron a asediar a las regiones prorrusas dentro de sus fronteras, como son Crimea, Lugansk y Donets.

Putin reaccionó. Anexionó Crimea, quedándose así con una porción estratégica en esa región. La zona seguía en tensión. Mientras Ucrania coqueteaba con la Otan -y esta, a su vez, crecía en alianzas por el norte de Eurasia- en Donetsk y Lugansk creció la resistencia a los ataques ucranios. Claramente se instaló esto: Ucrania atacando esas regiones y Rusia defendiéndolas, metiéndose en territorio ucraniano. Allí ocurrió lo siguiente: ambas regiones se declararon repúblicas independientes (siguieron asediadas), Rusia las reconoció, Ucrania continuó sus ataques, las autoridades prorrusas organizaron un referéndum consultando si querían pertenecer a Rusia y ganaron. Un referéndum ilegítimo pero con consecuencias legales y políticas. Por tanto, como otros tantos ejemplos en el mundo, la ilegitimidad construye una nueva legitimidad. Las fronteras de Rusia se corren un poco más. Ya tenían a Crimea.

Reacomodamiento geopolítico

En el libro “Historia del Mundo en 12 mapas”, el autor Jerry Brotton cita a una serie de expertos estadounidenses y, al analizar los equilibrios geopolíticos en el mundo, cita a Henry Kissinger, antiguo asesor de Nixon y Ford en temas de seguridad. “Rusia, con independencia de quien la gobierne, se sitúa a caballo de lo que Haldford Mackinder denominaba el centro geopolítico, y es la heredera de una de las potentes tradiciones imperiales”, escribió.

En reciente discurso, Putin hizo una enumeración de los “héroes” de la nación rusa. Y por supuesto, comenzó con los zares y luego -levantando la vista del papel con su discurso- mencionó a Lenin y Stalin. Estaba hablando en términos imperiales.

Desde la caída del muro (32 años), han pasado muchas cosas, pero en tiempos históricos es la nada. Mijaíl Gorbachov -que se sentía más europeo que euroasiático, y así le fue- dijo en julio de 1989 que aspiraba habitar la “casa común” que era Europa. Putin ni cerca.

Los reacomodamientos geopolíticos -con cimbronazos hacia un nuevo equilibrio tras los movimientos que se produjeron con la implosión de la URSS- parecen dibujarse hacia un fortalecimiento de tres patas: Eurasia (Rusia), Occidente y China. Nadie quiere ceder y todos quieren expandirse (China utiliza su poderío económico para tener “cabeceras de plaza” en diversas regiones).

Los comunistas rusos

Hay un dato no menor hacia el interior de Rusia: el papel de los comunistas rusos, herederos del universo retórico soviético. El pasado 5 de octubre, Gennady Zyuganov, secretario general del partido comunista ruso, dijo: “Me parece que finalmente nos hemos dado cuenta de que nuestra salvación, ante todo, radica en la unidad del mundo ruso. (…) Hoy entendemos muy bien que la unión del mundo ruso es, ante todo, la protección de todos los 190 pueblos y nacionalidades. Todos los que los rusos han reunido bajo su bandera durante más de mil años, sin destruir una sola fe, un solo idioma, sin humillar una sola cultura y una sola tradición. Este entendimiento, en mi opinión, está garantizado en gran medida por nuestro trabajo conjunto (…) Si yo fuera Putin, habría emitido un decreto hace mucho tiempo sobre el regreso de su nombre histórico Stalingrado a Volgogrado. Y habría criticado el Centro Yeltsin y la Fundación Gorbachov, creando en su lugar centros para la formación patriótica de las generaciones más jóvenes”.

La ira

Por último, para complicarla más: en 2015 Putin inauguró en Moscú la mezquita más grande de Europa, con la asistencia de Erdoan, el capo de Turquía. También se plantea la construcción de otra con el doble de capacidad. Y otro dato: una televisión árabe difundió estos cantos: “Endurece tu corazón, ¡oh! Putin. Incrementa tus ataques… Depórtalos, nos casaremos con ucranianas. Le decimos a China: atacad Taiwán… Aplastemos las narices de los americanos...”. Los críticos dicen que Putin es un “autócrata” (según Wikipedia: “persona que ejerce por sí sola la autoridad suprema en un Estado. Se daba especialmente este título al emperador de Rusia”). Putin, entonces, es la Gran Rusia.

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