Un ciudadano sin problemas. Tiene su documentación en regla, varias casas de lujo, las que va abandonando a medida que la comprada protección policial (caso Santa Cruz) le obliga a abandonarla. Y, ahora, hace uso de la TV en nombre de la libertad de expresión que por suerte rige en nuestro país.
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También en nombre de la misma me gustaría opinar sobre algunas cosas que dijo.
Todo lo que dijo Marset fue funcional al Gobierno. Es decir, asumió los riesgos inherentes, por más medidas de seguridad que se tomen, de haber dejado un rastro inadvertido para su captura con tal de aclarar que el pasaporte le correspondía. Que fue por el decreto que aprobó Mujica. También que está en contra de la despenalización de la venta regulada de drogas porque las hace más accesibles a los menores.
¿No es raro que un narcotraficante que ha hecho fortunas de la venta de drogas esté tan preocupado del consumo de menores? Si le preocupa tanto: ¿por qué le vende a las “bocas” (minoristas), lugares donde la adquieren los menores? Para que duerma tranquilo: todos los países que la despenalizan han bajado el consumo.
Estados Unidos, el país que inicialmente fue más reacio a la medida, comenzó a recorrer ese camino. El ejemplo de la Ley Seca en la primera mitad del siglo pasado es elocuente. La gente pagaba más por la bebida, la venta de alcohol aumentó y se le sumó otro problema: el de las redes criminales que lo comercializaban ilegalmente.
Muy buen trabajo de la periodista. Fue él quien organizó la movida. Luego él dijo lo que quería. Todo lo que deseaba fue a tono con lo que dice el Gobierno. Si pudiera ir a votar sería multicolor.
Otra contradicción de su mensaje fue decir que es inocente de todo lo que se le acusa y que vende droga desde niño. Ahí me confunde un poco. Parece un discípulo de Lafluf en cómo comunica, pero confunde si uno piensa lo que dice. En eso es como Luis, uno lo oye y está todo bien, pero si lo escucha, prestando atención a lo que dice, no resiste ninguna prueba. Marset es inocente de lo que lo acusan; o sea, de ser narco, pero dice que lo hace desde niño…
Se ve que sabe de pasaportes. Yo tengo una pila distintos, acá sobre mi mesa de trabajo. A ver: uno de Bolivia, expedido en enero del 83, después de que su Parlamento me hiciera ciudadano por gracia. Tengo los de refugiados: los de mis padres (Londres, setiembre del 78). Y tengo el mío común. Igual al de cualquiera que tenga uno.
Ninguno es mero título de identidad sino una autorización para viajar. El de Bolivia es una solicitud de libre paso para todos los países. Los de refugiados no son válidos (en nuestro caso) para viajar al Uruguay. El de Uruguay es el único -después supe que, en eso, es único en el mundo- en el que el presidente de la República asume personería.
Luego están -por suerte de ese no tengo- los nacionales que están presos en otro país. A ellos se les expide un pasaporte válido solo para regresar a su país. Como el de refugiados, pero al revés.
Las normas de expedición que puedan haber modificado las condiciones, el Gobierno de Mujica o de cualquier otro, con facultades para hacerlo, no establecen la obligatoriedad de otorgarlo. Por ejemplo, si uno saca un número y lo saca acá, debe presentar su “certificado de buena conducta”.
Es poco relevante saber si Marset tenía orden de captura. Heber dice que es el caso. Que Heber no supiera no es garantía de nada. ¡Tanta cosa no sabía! De Astesiano, de Penadés, de Tarocco, de la investigación paralela, de la destrucción de pruebas para la Justicia de su Gobierno, Santiago González, el Mono Capretti, Penadés… No importa si sabía. Estaba preso infraganti delito.
¿ Infraganti en qué? En usar un pasaporte falso. Es decir, el único pasaporte que estaba OBLIGADO a darle el Gobierno uruguayo, es uno válido solo para regresar a su país. No creo que le interesara.
Ahora bien, releyendo mi colección pasaportes de valor afectivo me encuentro con algo raro. Fui a ver los Convenios Consulares de Viena, el Acuerdo 97/63 de la OIT, etc… Porque el pasaporte que tengo como ciudadano por gracia de Bolivia tiene un texto impreso distinto del uruguayo. Ahí averiguo que el uruguayo tiene una particularidad propia y distinta… única.
Mientras que los pasaportes del mundo piden el libre paso en nombre de un gobierno, en Uruguay el presidente de la República asume titularidad directa desde su investidura…
La primera página dice: “el presidente de la República Oriental del Uruguay, (…) ruega y requiere de las autoridades de los países extranjeros dejen pasar libremente y presten en caso de necesidad toda ayuda y protección a la persona…”. No le expidieron un pasaporte, le sustituyeron uno falso por otro en que el presidente exige que le dejen pasar libremente.
Da un poquito de vergüenza. Pero veamos el lado bueno, Luis Lacalle se está quedando muy solo de apoyos. Pero lo defiende por Canal 4 Marset. Y… algún favorcito tiene que devolver.