La matriz política e ideológica es la misma en todos los casos, el apoyo a la derecha y la ultraderecha, aunque hay una danza de millones de dólares; finalmente lo que hay atrás no es un tema de chequera, es un tema de control y poder.
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No es un secreto para nadie que el mayor campo de la disputa política hoy se da en el terreno ideológico, y uno de los campos en que se expresa con mayor vehemencia esa disputa ideológica son las redes sociales. La sociedad de consumo se ha esforzado por suplantar la realidad por la virtualidad. Inicialmente las redes eran el reflejo de las discusiones que se daban en los espacios “reales”, la Academia o los simples encuentros informales.
Las cosas han cambiado en pocos años y las redes sociales se han convertido en una “fuente de información” a la medida de las necesidades del cliente. Una realidad hecha para cada consumidor. Para el caso de la información relacionada con la política, no se trata de que una persona que tenía una forma de ver la realidad vaya a cambiarla de manera radical debido a ver más o menos publicaciones en una red social. Se trata, principalmente, de generar la sensación de un consenso social. Hay una serie de parámetros relacionados con estos fenómenos, y que han sido estudiados por la psicología social y la sociología desde hace décadas. El gran cambio producto de la posmodernidad se produce en las herramientas a utilizar y los alcances de estas.
Los primeros periódicos fueron creados con el fin de difundir un pensamiento político y sumar opinión hacia una idea. Antes de ellos, las primeras gacetas que aparecieron en Europa se encargaron de divulgar las “hazañas” de los reyes y sus héroes durante la época medieval. Las redes sociales del medioevo corrían en diligencias tiradas por caballos y se distribuían a las entradas de los nacientes burgos y centros poblados.
Hoy todo es distinto y la influencia social apoyada en las redes sociales, aunque saca del juego a un gran porcentaje de la población que no tiene posibilidades para acceder con frecuencia a estos medios por diferentes razones, es determinante a la hora de mostrar apoyos o desacuerdos con determinados sectores y sus expresiones políticas o electorales.
Existen grandes compañías encargadas de comprender cómo funciona la mecánica de las redes sociales para hacer uso de ellas a favor de determinados intereses. El ejemplo más conocido fue el de Cambridge Analyitica, compañía que fue vinculada en la compra y venta de generación de la información de miles de usuarios para generar información falsa que desvirtuara a los candidatos del progresismo en Brasil, Argentina, Estados Unidos, Bolivia y Colombia en diferentes justas electorales.
Esa situación le costó a Facebook como compañía cientos de millones de dólares en una serie de procesos judiciales que además dejaron muy golpeada la confianza de los usuarios en esa red social. Pero la memoria no dura mucho en tiempos de hiperinformación; el mundo está al alcance de la mano y las cosas por las que preocuparse pronto pasaron a ser otras.
Ahora se ha dado a conocer que el golpe contra Evo Morales tenía un fuerte componente tecnológico que se había empezado a mover desde antes de producirse, lo que confirma que fue todo cuidadosamente preparado y no producto de aprovechar circunstancias coyunturales, como se ha querido vender al mundo.
Luego de producido el golpe y durante las semanas siguientes, aparecieron una serie de páginas y grupos cuyo objetivo era respaldar el accionar del gobierno golpista y “avalar” las sanciones y la persecución generada contra Evo Morales y los principales dirigentes del MAS en Bolivia.
Los grupos eran, entre otros: Cambas con Jeanine, Unidad Bolivia, Todos con Áñez, Prohibido Olvidar, Bolivia Libres. Uno de los que más llama la atención es Bolificado, una página que funcionaba bajo la cubierta de un sitio dedicado a chequear la veracidad de la información que aparece en redes. Sitios de este tipo se han venido multiplicando durante los últimos tres años debido a la gran cantidad de noticias falsas que circula en las redes.
Lo interesante de Bolificado es que, aunque su razón de ser estaba vinculada con desmentir información falsa, se dedicaba justamente a lo contrario, es decir, a dar por falsa información verdadera que afectaba la imagen del gobierno de Jeanine Áñez, como el envío de ayuda humanitaria en misiones oficiales a zonas apartadas, pero que venía con el logo de la alianza electoral de la presidenta golpista.
La mayor parte de las cuentas, que llegaron a tener más de medio millón de seguidores, fueron creadas a inicios del presente año, en el momento en que más presión se había empezado a generar sobre el gobierno de facto para la realización inmediata de las elecciones en Bolivia. Los informes dados a conocer muestran un aumento vertiginoso del número de cuentas de Twitter en Bolivia, casi duplicando las que existían e instalando tendencias en esa red social a favor del gobierno golpista.
El origen de las cuentas y su manejo no estaba, como se hizo pensar, en los países implicados, es decir que estas cuentas falsas ni siquiera fueron creadas en Bolivia, sino que hacían parte de un contrato firmado entre el gobierno de Áñez y la empresa norteamericana CLS Strategies, cuya sede se encuentra en la ciudad de Washington.
El contrato firmado por el gobierno golpista y la empresa estadounidense era por 90 días a razón de 1 millón de dólares por día. 90 millones de dólares que debían ser pagados a CSL Strategies en el marco de una campaña que fue presentada por el gobierno de Bolivia como “por la transparencia y la promoción de los DDHH”, pero que, como se ha dejado ver en el informe entregado por Facebook, se dedicó mover las redes para tratar de construir un consenso de aprobación del gobierno.
Finalmente, la empresa realizó el trabajo, pero no recibió el pago por una serie de dificultades jurídicas. O sea que empezaron a trabajar sin un anticipo, como cualquier contratista haría; esto lo único que muestra es la estrecha afinidad entre las partes involucradas en el contrato.
Pero en Bolivia no es el único lugar donde el trabajo de CLS Strategies tuvo lugar; de la misma forma se generaron cuentas fake desde EEUU, que afirmaban estar en Venezuela, camufladas como organizaciones de oposición al gobierno de Nicolás Maduro y en apoyo a Juan Guaidó, promoviendo actividades y difundiendo información falsa bajo las mismas condiciones que en Bolivia.
México fue el otro lugar donde los opositores al gobierno de López Obrador contrataron los servicios de CLS, pero esto no es nuevo: el entonces candidato Enrique Peña Nieto durante su elección ya había utilizado los servicios de esta compañía. En ese tiempo se perfilaba la importancia de las redes sociales en la afirmación de consenso social, pero no había tomado aún las dimensiones que hoy tiene.
Con esto es posible ver que CLS ha participado en operaciones de desinformación desde hace mucho, de hecho, esa compañía está vinculada al mismo tipo de operaciones en Honduras, cuando en 2009 Manuel Zelaya fue arrojado del gobierno por un golpe militar, en unas condiciones bastante similares a lo ocurrido con Morales en Bolivia.
Es tan antigua la historia de CLS en las operaciones psicológicas afines a los intereses de Estados Unidos, que ya saben cuál es el procedimiento a seguir luego de que sus acciones quedan al descubierto, pues varios funcionarios vinculados con estos contratos ya no aparecen en la red; simplemente se esfumaron sin dejar rastro.
Pero no solo es de vieja data la presencia de CLS en este tipo de operaciones, sino que es ya de la confianza de instituciones y organizaciones afines a Estados Unidos. Tiene vínculos con Usaid o la OEA. Esta compañía se ha presentado como experta en comunicación estratégica. Por lo que se puede notar, la táctica consiste en mentir, desinformar y tergiversar para mantener a salvo los intereses estratégicos del gobierno estadounidense y sus propietarios.