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Editorial

¿Conocés a Ignacio?

Por Alberto Grille.

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La última nota editorial del hombre fuerte del herrero-lacallismo en el campo económico, el Dr. Ignacio de Posadas, es un texto por demás interesante, que desnuda las intenciones del partido desafiante, el Partido Nacional (PN), que podría llevar a la presidencia de la República a Luis Alberto Pompita Lacalle Pou en 2019.

Fue publicado en El País el domingo pasado  bajo el título “¿Conocés a Juan?” y está escrito con el antipático propósito de desenmascarar la consigna estratégica de la evolución que proclama el candidato blanco, descubriendo los verdaderos propósitos de un partido que pretende volver a hacer un ajuste fiscal, tal vez más cruel y severo que el que hizo el inolvidable gobierno de su padre, Luis Lacalle Herrera.

Obviamente, el truco del astuto doctor consiste en aproximarse al propósito final mediante el trazado de sucesivos círculos concéntricos.

La excusa es iniciar el trazado hablando del protoprecandidato Juan Sartori, sobre el cual he preferido, hasta ahora, no hablar porque luego de una larga charla que tuve en su casa de Punta Gorda, acordamos encontrarnos en los primeros días de diciembre para, una vez tomada su decisión de ser o no candidato, profundizar en sus ideas y sus estrategias políticas, si es que las tiene.

Conste que creo que hay que darle, al menos, esa oportunidad porque me pareció más sincero, más audaz, más joven y menos creído que cualquiera de los candidatos blancos que conozco… y los conozco a todos. Por supuesto que no ignoro que es un hábil vendedor de ilusiones y también creo que es el que tiene menos chance y que si realmente cree que puede hacer algo por un Uruguay más inclusivo, con más justicia, más igualdad y con más derechos, se equivocó de partido.

El artículo de De Posadas es sólo una de esas columnas que escribe periódicamente en El País y, como no cobra dinero alguno por ellas, no siempre hay que tomarlas muy en serio. Sin embargo, en esta oportunidad deja caer sutilmente varios mensajes que hay que recoger y analizar porque se ve que son cosas que atormentan sus sueños. Y como sólo son sutilezas casi imperceptibles, hay que tomarlas más en serio.

Comienza con un pequeño ataque de celos, porque Ignacio -un anciano magro y  rezongón- se queja de que Sartori “se ha convertido en el centro de la atención pública de la vida política nacional”.

Enseguida, el lamento de Ignacio se convirtió en un tajamar, como si de verdad le importara la irrupción del nuevo oligarca, que si bien le lleva varios miles de millones de dólares de ventaja por la vía de su pícaro suegro y su bellísima Ekaterina, no debería ser motivo de su envidia, al menos porque “el tal Juan Sartori -hijo de Juan Sartori-” no ha llegado, pese a sus voluminosas inversiones, a gozar de las exoneraciones impositivas del astuto abogado, editorialista de El País, que se enriqueció operando su fábrica de sociedades offshore, algunas de las cuales, si aún sobreviven, lo hacen en los bordes de la ley, a veces como cuchillos y otras veces como ametralladoras, sin preocuparse si servían para cortar carne o para lavar guita.

De un plumazo, el ego de Ignacio de Posadas no deja títere con cabeza:

de Sartori expresa que “no puede decirse que tenga el contenido y la envergadura como para ser el centro de los temas que deban concitar la atención (y la preocupación) de la gente en nuestro país”, de Raúl Sendic, que lo considera “otro fenómeno episódico e intrascendente si los hay”. De “la recuperación política del Dr. Sanguinetti ” también habla porque, si bien al ex presidente, diputado, senador y ministro, no cabe equipararlo a Sartori y Sendic en cuanto a trayectoria, “tampoco puede ser que el eje político de Uruguay, a esta altura del campeonato, pase por un señor, muy capaz y respetabilísimo, pero de una edad como para cantar en el Conrad”.

La verdad es que Sanguinetti es un pibe, si lo comparamos con Aznavour o la Minelli, pero el prestigioso presidente honorario de Peñarol tiene sólo 82 años, no muchos más que el tal Ignacio, que con sus 74 también está para cantar en un coro de ancianos y también se resiste a jubilarse, abandonando el primero su rol de influencer, como se dice ahora, y el otro el de maker del negocio de las SAFI.

Sepamos que la ambición y la voracidad de algunos no se detiene nunca, salvo cuando le toca el turno de mirar el repollo del lado de la raíz. No olvidar que las principales barbaridades de De Posadas se hicieron cuando aún no había cumplido los 50 y las de Sanguinetti cuando, con poco menos de 40 años, ya estaba conspirando en los perímetros del escuadrón de la muerte.

Pensemos que lo que nos esperaría si estos gerontes inundados de fatuidad regresaran con intenciones restauradoras, sería poco menos que una novela de terror completita con zombis y  todo lo demás.

Pero como sucede frecuentemente en el diario de la Plaza Cagancha, la verdadera plata se gana no con lo que se dice, sino con lo que se oculta. A De Posadas le duele que la gente hable de Sartori, de Sendic y de Sanguinetti (también menciona de paso a Mujica), pero omite que nadie habla del candidato de su partido, Luis Alberto Pompita Lacalle, y que si lo hace, es para reírse y constatar, como dijo alguien muy cercano a él, que “no da la talla” para presidente de la República Oriental del Uruguay.

 

Quién ama el vino ama la vida

Piensen uruguayas y uruguayos que el Jefe de la oposición y candidato del segundo partido más votado, muy probable candidato desafiante al Frente Amplio, abrió la boca esta semana con una propuesta revolucionaria.

La misma conmovió a la sociedad toda, aunque De Posadas no la mencione por un detalle de pudor: prometió nada más ni nada menos que de llegar a presidente, eliminará la tolerancia cero en el alcohol, impulsando que se vuelva al 0,3% como máximo de alcohol en sangre cuando se conduce “para que se pueda tomar una copita de vino” y “las bodegas de Montevideo y Canelones no sufran un embate enorme de los vinos importados”.

Lo hizo en el acto de fin de año, denominado “Montevideo evoluciona”, de la poderosa lista 71, buque insignia del herrero-aguerrondo-lacallismo, en el Ateneo de Montevideo, en donde habló también el distinguido diputado Gustavo Penadés.

Pompita habló en su discurso de cierre de las “sanatas de siempre”, como le dijo Gabriel Pereyra en su programa de TV, pero aunque resulta curioso, su mención al vino arrancó los más estruendosos aplausos de los  asistentes al mencionado acto.

Pompita” respondió a la ovación de sus fans: “No es caprichoso, hay que fijarse en los estudios que indican dónde está la siniestralidad, me parece que hay que retomar el equilibrio en algunas cosas. No es una locura, lo tienen los países civilizados”.

 

Todo un estadista

Y ya lo ven, esta es la única propuesta alternativa al gobierno del FA que se le ocurre al jefe de la oposición y candidato a primer jefe de los orientales.

Como todo gran hombre, no fue comprendido. La primera en caerle fue su aspirante a vicepresidenta, Verónica Alonso: “La discusión ‘una copita sí, una copita no’ es no entender el fondo de la cuestión”.

Sin nombrarlo, el presidente, Tabaré Vázquez, artífice de las políticas que salvaguardan la salud de la población, fue terminante: “[La tolerancia cero al alcohol] es la política que recomiendan los organismos internacionales que trabajan en el tema y que son los que realmente saben”, afirmó.

El intendente de Montevideo y precandidato del FA, Daniel Martínez, sostuvo que “queda clarísimo que el alcohol cero, que al comienzo impactó, en la práctica ha demostrado que ha mantenido la integridad física o las vidas de las personas”. El blanco Jorge Larrañaga también pegó: “De nada sirve lanzar titulares cuando en definitiva habrá que ver qué composición mayoritaria se tenga en el Parlamento. No creo que en esto se tenga la más mínima chance de generar cambios. Tiene (la tolerancia cero al alcohol) un amplio respaldo de la ciudadanía”.

Finalmente, se reiteró el planteo de la Unidad Nacional de Seguridad Vial (Unasev) en un informe que explica: “No hemos encontrado ningún reporte, recomendación, evidencia ni opinión de expertos que establezcan que suavizar las penas disminuye la siniestralidad y lesividad vial […] La ministra de Industria y precandidata del Frente Amplio, Ing. Carolina Cosse, le puso el broche, afirmando que la idea de Lacalle Pou es “una barbaridad”, “demagógica” y convocó a pensar en “lo fundamental, que es la salud de la gente”.

Este es, de cuerpo entero, el candidato presidencial del PN, a quien, según Pepe Mujica, esa noche “se le quemó la cabeza”

 

Habla el que no quiso voto de pobreza

Ignacio de Posadas estudió para sacerdote, pero abandonó cuando comprendió el alcance del voto de pobreza. A veces, sin embargo, se pone la aureola y De Posadas se siente santo y adquiere ese tono que sólo él tiene en Uruguay y se pregunta: “¿Será que estamos tan bien que ninguna otra cosa despierta nuestro interés, nuestras inquietudes? Falta un año y algunas monedas para las próximas elecciones. Tal parece como que fuera un episodio de poca trascendencia: una eleccioncita más. ¿Qué importa? Como vino, se irá. ¿No da la cosa como para que nos la tomemos en serio?”.

Inmediatamente, con el talante menos pensado, pasa a preocuparse por nosotros, los simples mortales: “El mundo, al menos el que llamábamos occidental, está dando numerosas muestras de descomposición en sus sistemas democráticos […] Y lo más frecuente es que la enfermedad de la democracia se manifiesta primero como indiferencia. Los temas nacionales son vistos como complejos y lejanos y los actores democráticos: gobernantes, políticos, burócratas, como más lejanos aun y como rematadamente incapaces. De la indiferencia al rechazo, hay una corta distancia y para llegar de ahí a la bronca (al brexit, a Trump y a Bolsonaro), basta con la chispa de una crisis económica o moral”.

Así, con este tono entre doctoral, sacerdotal y piadoso, el gran vendedor de SAFI y beneficiario de exoneraciones millonarias de gobiernos frenteamplistas, se plantea: “El Juan que debemos ponernos a conocer, el Juan que debe concitar nuestra atención y generarnos preocupación es Juan Pueblo”.

 

¡Atención caballeros,

uno que no entra por el aro de bacana!

La elección que se viene es de enorme importancia -dice De Posadas- y los candidatos tienen que prepararse y preparar a la gente para la realidad que habrá que enfrentar. Por el contrario, los candidatos ni se animan a decir que se viene un ajuste fiscal, cuando eso será la menos dura de las decisiones que la realidad nos impondrá”.

Ya está la verdad desnuda, Ignacio dijo lo que quería decir: si ganan los blancos, ¡se viene un ajuste fiscal!

Esto es lo que piensan hacer (y ni se animan a decir) todos los Ignacios de Uruguay.

Acá podríamos parar porque ya el telón se ha descorrido, pero Ignacio sigue filosofando y dice: “La democracia no es una fórmula inventada para generar prosperidad, darnos trabajo, salud, vivienda y todo lo demás que le exigimos” y “el Estado, herramienta de la democracia, sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial, para buscar solución a todas las expectativas materiales del ser humano, se ha transformado, por su propia inercia, en el problema, en un impedimento para alcanzar los deseos de la gente”. 

De Posadas, esta semana, nos ha dado una clase de neoliberalismo concentrado. El doctor, en verdad, es un libro abierto.

Poca democracia, poco Estado y mucho ajuste fiscal es lo que nos espera si gana Luis Lacalle Pou y el PN y, como bien dice Ignacio de Posadas, “no se animan a decirlo”.

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