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Contra viento y marea

Por Enrique Ortega Salinas.

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Caras y Caretas Diario

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Tras una nota en la cual critiqué las acciones del gobierno israelí que provocaron muertes de niños y civiles en Gaza, algunos fundamentalistas judíos me acusaron de antisemita. Parece que criticar a un gobierno implica odiar a su pueblo. Ni siquiera consideraron que también condené los ataques con misiles de Hamás. La idea es que “o estás conmigo al cien por ciento o estás en mi contra y eres antisemita”.

Sucede que así como los estadounidenses se apropiaron del gentilicio “americano”, los israelíes se apoderaron de “semita” con un despliegue propagandístico de tal magnitud que la mismísima Real Academia Española terminó cediendo al definir al antisemita como “enemigo de la raza hebrea, de su cultura o de su influencia”. Semitas son, de acuerdo a la tradición bíblica, los descendientes de Sem, con lo cual se abarca a los árabes, hebreos y otros pueblos. Sin embargo, el origen del término no es racial, sino lingüístico.

En realidad, el mundo científico desaconseja el uso del término antisemita. Acusarme de antisemita implicaría acusarme de estar en contra de cuanto sujeto camina desde Marruecos hasta Arabia Saudita, Irán e Irak, es decir, casi todo el Cercano y Medio Oriente. Dejando de lado la diferencia entre judío e israelí, quien me acusa de antijudío, demuestra no haber leído mis libros ni estar dentro de mi mente.

Si el apoyo a Hamás ha crecido, la culpa la tiene el mismo gobierno israelí, por responder al terrorismo con más terrorismo, ganando en lo militar y perdiendo en lo político y diplomático. Hamás ha logrado que millones de personas le dieran la espalda a Netanhayu, al dejar en evidencia que el terrorismo y los ataques a los civiles también los practica su vecino y en franca desproporción.

Mis amigos judíos, que los tengo, no merecen ser representados por un genocida. ¿Decir eso es ser antijudío? Tanto Hamás como el gobierno israelí han asesinado civiles. Eso es irrefutable. Tanto en las filas palestinas como en las israelíes hay fundamentalistas, y eso también es irrefutable. Ambos pueblos se creen elegidos por Dios. Ambos son terrible y repudiablemente machistas, aunque justo es decir que el grado de machismo es menor dentro de los judíos.

He leído la historia del pueblo que me acusan de odiar y he sentido su dolor desde el principio de los tiempos, cuando era acosado por civilizaciones que hoy ni siquiera existen, como los celestinos, varios siglos antes que los romanos y los alemanes. Llegado el siglo XX, terminaron de ser víctimas con el atropello nazi y pasaron a ser victimarios, logrando para ello apoderarse del dominio del mayor imperio que la historia haya conocido. Israel, mediante una impresionante e inteligente ingeniería financiera, económica y propagandística, se ha convertido en el titiritero de un gigante, por lo que hablar de Israel es hablar de Estados Unidos y viceversa.

Cuando un pueblo ha padecido tantas penurias, sobreviviendo a un holocausto y varios intentos de exterminio, es comprensible que solo vea las cosas en blanco y negro. Eso explica que se me exija a mí que les dé lo que les dio Luis Alberto Lacalle en CNN: un respaldo y justificación inmorales al homicidio de decenas de niños palestinos.

También murió un niño israelí y Hamás tendría que pedir disculpas de rodillas por tal crimen; pero supongo que esto tampoco se comprenderá y debo apoyar a unos u otros a ciegas.

Un día visité el Museo del Holocausto en Montevideo, acompañado de Ana Vinocur, sobreviviente del Holocausto que me honrara con su amistad. Recuerdo que salí de allí con un nudo en la garganta, lágrimas contenidas y el corazón entero en solidaridad con su pueblo. Por eso, lo de antijudío lo dejo correr por cuenta de los fanáticos carentes de argumentos.

Apoyo la existencia del Estado de Israel y apoyo la existencia de un Estado palestino. Que estos no hayan desarrollado su economía como sus vecinos no es excusa para usurpar sus tierras ni humillarlos.

Netanyahu es un criminal de guerra. Espero que ese pueblo (al que apoyo en tantas otras cosas) elija un líder más digno en las próximas elecciones y deje de hacer a otros lo que no le gustó que le hicieran.

La memoria de quienes sucumbieron en el Holocausto no merece un gobernante nazi.

 

La historia vuelve a repetirse

Increíblemente, todo lo que antecede lo escribí en el año 2012. Solo queda invertir las dos últimas cifras, y en lugar de Luis Alberto Lacalle escribir Luis Lacalle Pou y cada letra encaja perfectamente en la descripción del actual conflicto.

Ana Jerozolimski ha escrito varias notas en Montevideo Portal (un medio que sigo, valoro y respeto) defendiendo las acciones de Israel en la escalada de violencia del mes de mayo. La semana pasada publicó un artículo titulado “El operativo militar israelí contra Hamás, un ejemplo de precisión y moral”. Entre otros delirios, la columnista afirma: “Sobre los civiles muertos, un punto central es el hecho que es más que probable que muchos de ellos -en principio, quizás todos- hayan sido víctimas no de los bombardeos israelíes, sino de cohetes disparados por Hamás hacia Israel, que por alguna falla no lograron pasar la frontera y cayeron dentro de la propia Franja de Gaza”.

En la misma línea, la organización B’nai B’rith Uruguay criticó al Frente Amplio tras su declaración sobre la escalada de violencia del mes de mayo. Dicha organización ubica el inicio del conflicto en la suspensión de las elecciones decidida por el presidente de la Autoridad Palestina. Lo que no menciona es que Israel prohibió dichas elecciones en Jerusalén Este, lo que le dio a Mahmud Abbas la excusa para suspenderlas indefinidamente. La verdad es que tal dirigente evita de cualquier manera dichas elecciones porque políticamente se encuentra en un estado de debilidad política extrema, por lo que se juntaron el hambre con las ganas de comer.

Por su parte, tras el pacto de cese de hostilidades, Benjamín Netanyahu declaró: “Hicimos todo esto con el daño mínimo a civiles no implicados. Hicimos un gran esfuerzo para evitar daños a estos civiles advirtiéndoles por adelantado de los bombardeos. Ningún otro ejército de ningún otro país en el mundo hace eso”. “Las Fuerzas Armadas de Israel son las más morales del mundo”.

Más allá de las declaraciones, el hecho objetivo es que el conflicto terminó con 12 israelíes muertos, dentro de los cuales había un niño y un adolescente, y 243 palestinos, casi 70 de ellos, niñas y niños. A esta masacre, Jerozolimski la califica como “un ejemplo de precisión y moral”. La periodista es uruguaya, pero radica en Jerusalén desde 1979. Da la impresión de que para ella, las únicas vidas que importan son las de los judíos, y las niñas y niños que importan también. Siempre encuentra justificaciones para el asesinato de niños palestinos, y si no son convincentes, las niega.

La estrategia de acusar de antisemitas a quienes critican al gobierno es canallesca. Yo critico a menudo a nuestro presidente Luis Lacalle Pou; pero no odio al pueblo uruguayo. Es increíble que tengamos que explicar algo tan elemental; pero el gobierno israelí y su poderosa maquinaria de propaganda han logrado criminalizar las críticas que se le hagan.

Hamás mata a dos menores y se le llama terrorista. ¡Y lo es!

Netanyahu mata a casi 70 y no podemos calificar de igual manera a su partido.

Se quejan de los palestinos cuando convocan a matar judíos; pero nada dicen cuando centenares de judíos se pasean por las calles, como sucedió en abril, gritando “muerte a los árabes”.

Israel destruyó las oficinas de importantes medios de prensa de Gaza. ¿Qué hubiera sucedido si Nicolás Maduro hiciera volar por los aires las instalaciones de la cadena Caracol, de Colombia? Seguramente, Venezuela habría sido invadida por varias naciones lideradas por la ONU. Sin embargo, el gobierno de Israel goza de una impunidad impresionante y dentro de pocos días más, este atentado contra la libertad de expresión pasará al olvido, debido a las multimillonarias inversiones que este Estado tiene en otros países.

Más allá de la discusión histórica y legal sobre la propiedad de los territorios, hay inocentes y criminales en ambos bandos y ninguno tiene la totalidad de la razón; pero el gobierno israelí ataca a toda persona, organización o gobierno que no se trague íntegramente su versión de los hechos.

Podrán producir miles de películas, documentales, libros y artículos; podrán pagarles a miles de periodistas para distorsionar los hechos, pero la verdad se va abriendo paso contra viento y marea.

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