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Sociedad

Cristina Morán: “Para las mujeres todos los tiempos fueron, son y seguirán siendo difíciles”

La emblemática conductora, locutora y actriz uruguaya repasa los desafíos de ser mujer a lo largo de las épocas y agradece los avances en cuestiones de género. Habla de sus mejores y peores años profesionales, se confiesa una eterna agradecida de la vida y recuerda sus amores de pareja: “Creo que fui más amada que lo que yo amé”.

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Textos: Daniel Alejandro

 

Hablar con Cristina Morán siempre es un placer: como periodista, por estar frente a una maestra de la comunicación; y como persona, por poder escuchar las anécdotas de una mujer que supo abrirse camino en un mundo de hombres a base de empuje, talento y determinación.

Amante de la vida y de su profesión, esta gigante leonina atravesó los hitos más importantes de la historia reciente: vivió la Segunda Guerra Mundial, pasó la muerte de Mahatma Gandhi y Martin Luther King, celebró la caída del Muro de Berlín, entrevistó a épicas personalidades como Fidel Castro y Mario Vargas Llosa, recibió la bendición de Juan Pablo II, vivenció el triunfo de Barack Obama, el primer presidente afroamericano de Estados Unidos; y hoy, es testigo de cómo el mundo entero batalla contra una pandemia.

Si algo debemos envidiarle -o mejor admirarle- a Cristina Morán, es la pasión con la que enfrenta cada uno de sus días. Una mujer sabia, inteligente y franca, que a sus 90 años agradece los éxitos tanto como los fracasos. Una profesional de armas tomar y una mujer de gran corazón. En definitiva, un ejemplo de una vida bien vivida.

 

La poeta Simone de Beauvoir decía que mujer no se nace, se hace. ¿Comparte eso?

En parte sí. Si hablamos de sexo, se nace mujer, pero todo lo demás se hace con el tiempo. Se hace viviendo, de acuerdo a lo que sos y cómo vas desarrollándote física, mental y espiritualmente. Nacés mujer y también te vas haciendo mujer, porque no sos la misma cuando tenés 6 años, 15, 18 o 60.

 

Los tiempos han cambiado, por suerte, pero en su época no le fue fácil ser mujer, ¿no?

Yo pienso que a la mujer no le fue fácil nunca, en ninguna época. Si vamos a hablar de épocas, digamos que en mi tiempo, año 1947 o 1948 para adelante, fue muy fácil si lo comparo por ejemplo con las mujeres del 1900. Siempre fue difícil para las mujeres. Personalmente, no me puedo quejar, siempre la he peleado. Conquisté mis espacios por mi capacidad, por mi talento, por mis dones naturales y no por acomodos. La luché en un mundo mayoritariamente masculino, pero felizmente nunca tuve problemas de acoso o ataques sexuales. No viví eso gracias a Dios, aunque sé que muchas mujeres lo han vivido en todas las épocas. Es doloroso, pero vamos avanzando. Todo lo que antes se veía como un hecho natural del hombre hacia la mujer, hoy no lo es. Está censurado. A la mujer no se le puede decir pavadas, tocarla ni andar con tonterías. Para las mujeres todos los tiempos fueron, son y seguirán siendo difíciles. Una de las cosas por las que tenemos que luchar es por la independencia económica, porque sin eso siempre estaremos atadas a alguien. Y, además, por que de una vez por todas se cumpla la ley Raquel Macedo de Sheppard: a igual salario, igual trabajo. Que haya equiparación; eso no se da y si no aparece algo que endurezca el tema, va a seguir igual.

 

¿Cuál fue el mejor año de su vida, profesionalmente hablando?

No puedo decir cuál fue el mejor año de mi vida porque fueron muchos buenos años, no podría elegir uno. Pero a esta altura de mi vida, a los 90 años, profesionalmente hablando, destacaría el año pasado. En 2020 fui convocada para hacer un programa que se llamó Los especiales de Cristina Morán por Canal 4, así que, si tomo en cuenta los últimos tiempos, ese fue el mejor año profesional.

 

Allí se sentaron muchas personalidades reconocidas. ¿A qué personaje que hoy no esté entre nosotros le hubiese gustado tener en su programa?

Me hubiera encantado tener a Tabaré Vázquez porque era un hombre de bien, inteligente y sensible. Lamenté mucho su partida. Él estuvo invitado, pero por razones de salud no pudo estar. Me alegro que haya podido estar en El Legado porque fue como una despedida. Pero me hubiese gustado charlar con él humanamente. Quise mucho a su esposa, María Auxiliadora; si bien no éramos amigas, teníamos una relación muy afectiva basada en encuentros circunstanciales. Pero bueno, así es el destino. Se cumplieron las leyes de la vida.

 

Y su peor año, ¿cuál fue?

Te voy a decir lo mismo, no es que fueron muchos peores años, pero es muy difícil destacar uno porque de pronto fue peor en determinadas cosas y brillante en otras. A nivel profesional, si tuviera que mencionar uno, diría que fue 1988 cuando dejé de estar en Canal 10, cuando puse punto final al programa Domingo continuados y dejé de pertenecer al “elenco estable”.

 

¿Cómo viene llevando el tema de la pandemia? ¿Hay esperanza de salir de esta pesadilla?

Mirá, estoy un poco saturada de tantas opiniones, discusiones e información cruzada. Está muy exacerbado todo eso, entonces prefiero no opinar. Creo que sí hay esperanza, tenemos que cuidarnos y cumplir con las recomendaciones en la medida que sea posible. Debemos procurar no incrementar esta tarea tremenda del virus, no fomentar el trabajo criminal que hace. Tampoco debemos tener miedo ni encerrarnos para siempre. Hay que respetar, cuidarse y cuidarnos, y vacunarnos. Esa es la última y la única esperanza que tenemos. Yo ya me di la primera dosis, la segunda me toca el 1º de mayo, el día del cumpleaños de mi hija. ¡Si seré trabajadora que me dieron ese día! Como muchos, siempre pensé que esto vino para quedarse y se está cumpliendo. Tenemos que acostumbrarnos a convivir con el virus, aunque la ciencia trabaja fervorosamente para combatirlo. Esto no es una batalla, es una guerra declarada por el propio virus. O quizás por la humanidad. Nos portamos tan mal que da que pensar.

 

Cristina, ¿cree en Dios?

Sí, claro que creo en Dios. Creo en Dios, creo en mí y creo en la gente.

 

¿Suele rezar?

No, no rezo. Todo está en mi mente, en mi interior, en mi alma.

 

¿Cómo ve la vida a los 90 años?

La vida es divina, increíble. Es la mejor aventura en la cual podemos estar embarcados y yo tengo el privilegio de seguir en esta aventura. La defiendo a muerte, con uñas y dientes.  La vida es lo mejor que nos puede pasar porque en la vida tenemos todo lo lindo y lo feo, todo lo que nos hace feliz y lo que no, tenemos a los amores y tenemos a la muerte que se los lleva. Todos partimos algún día, para eso estamos. Amo la vida, mi profesión y a la gente. No sé lo que son los odios, puedo tener bronca y enojarme, pegar cuatro gritos, ¿pero odiar? Ese sentimiento no existe en mí. Tampoco soy un techado de amor y virtudes. Pero amo demasiado la vida como para sentir odio.

 

Y hablando de amor, ¿no extraña el amor de pareja?

No, a esta altura no. Lo tuve, lo disfruté, fui feliz, dejé de serlo, volví a serlo. Todo lo que le puede pasar a un ser humano en materia de amor de pareja. Lo viví intensamente y lo disfruté plenamente. Creo que fui más amada de lo que yo amé.

 

¿Se ama realmente una sola vez a todo fuego?

Vaya, vaya vaya… Cuando tenés fuego para dar creo que la posibilidad de amar es más de una. Aunque no más de dos, ni menos de dos.

 

¿Lo dice porque lo vivió en carne propia?

Tal vez. Pero siempre pasa algo en la vida y de pronto el fuego no era tal. Es la condición humana, el ser humano es maravillosamente imprevisible.

 

Si en vez de comunicadora fuera fotógrafa y tuviera que, como en los viejos tiempos, revelar una sola imagen del rollo. ¿Qué momento de su vida elegiría?

Yo, con cinco o seis años, tomada de la mano de mi mamá esperando un tranvía y preguntándole por unas nubes gorditas. “¿Qué es eso, mamá?”. “Son las ovejitas que acompañan a los Reyes Magos”. Esa imagen con ese diálogo. Mi mamá era única.

 

¿Qué significó su madre para usted?

Mamá, aparte de mamá, fue un ser dulce y paciente; una madraza. Otra imagen que tengo de ella fue cuando a los seis años me encontré al borde de la muerte. Estuve en coma por una enfermedad llamada difteria y recuerdo el día que hablé por primera vez. Dije “mamá” y ella me besaba y aplaudía. Esa es la mamá que Dios me dio, vivió para nosotros. Cocinaba y hacía un tuco increíble. Los tallarines caseros con tuco, amasados por mamá y papá, eran un clásico de los domingos. Mamá fue mi guía, mi faro, la capitana del barco donde viajaba. Te voy a decir una cosa, ella murió hace muchos años, pero la sigo necesitando como si hubiera partido hoy. En fin, pienso que a las madres siempre las necesitamos. Mamá fue todo.

 

Si en este momento pudiera hablar con ella, ¿qué le diría?

Te quiero mamá, no me dejes.

 

¿Sus padres siempre estuvieron juntos o se separaron?

Llegaron a cumplir 45 años, eran de los que estaban juntos toda la vida. Ni la muerte los separaba.

 

¿Fueron felices?

Que yo viera, sí. Los vi felices a los dos, como se era feliz antes en el matrimonio. Nunca me cuestioné eso. Papá y mamá estaban.

 

¿Cree en la reencarnación?

No. No tengo ninguna demostración de eso. Creo en lo que ven mis ojos y perciben mis sentimientos. En lo único que creo que no veo es en Dios.

 

¿Volvería a elegir la misma vida que ha llevado?

Absolutamente todo. Para qué probar otras cosas si todo lo que tuve y tengo ha sido maravilloso. En mis errores y aciertos, en mis fracasos y éxitos. Claro que la elegiría y agradecería tenerla. ¡Qué pesadez para todos ustedes!

 

¿Qué le diría a la vida?

Le diría el título de una canción: “Gracias”. Gracias por todo lo que me diste y porque me permitiste disfrutar todo lo que me quitaste. Lo más lindo que se puede decir es “te quiero” y “gracias”, y eso le diría a la vida.

 

Biografía
Nació el 17 de agosto de 1930 en la ciudad de Montevideo. A los 17 años, comenzó a trabajar en Radio Carve. Fue la primera mujer en aparecer en la televisión uruguaya y por más de tres décadas formó parte de la pantalla de Canal 10. Participó en grandes éxitos televisivos como Domingos continuados y El show del mediodía. Su último proyecto en televisión fue en 2020 con Los especiales de Cristina Morán, programa emitido por Canal 4.

 

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