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Cultura y espectáculos carnaval | desfile inaugural |

Crónica de una noche de alegría

18 de Julio se tiñó de colores y dio inicio al Carnaval

La principal avenida vibró al ritmo de los tambores, batería de murga, canto y baile, repartiendo sonrisas y emociones a los miles de presentes.

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Como cada enero, la avenida principal de nuestra capital, 18 de julio, recibió el Desfile Inaugural del Carnaval, vistiendo de colores y alegría las siete cuadras que compone el trayecto.

Desde comienzos de la tarde ya se comenzaba a palpitar lo que horas mas tardes iba a suceder, un asfalto completamente desolado, con únicamente algunos pocos vendedores y gente patinando. En la verdea un tránsito normal, recorriendo vidrieras, algunos saliendo del trabajo rumbo a sus casas, mientras tantos, otros empezaban a ocupar las filas de asientos que, de manera perfecta, estaban colocadas al costado de la valla que separaba la verdea de la calle.

La Plaza Independencia era el lugar marcado para que los conjuntos comenzaban su desfile, por lo que el color nunca dejó de estar presente. Luego de que el personal de la Intendencia solicitara a aquellos que no tenían acreditaciones que se retiran de la zona delimitada (de la mitad de la plaza hacia 18 de julio), y mientras el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, salió el primer grupo, la comparsa Balele. La primera parte del desfile, que incluía a conjuntos fuera de concurso, culminó con la salida del Carro Oficial del Carnaval, que rendía homenaje a los 300 años de la ciudad de Montevideo.

Cuando todos los relojes del país marcaban las 20:11 horas, la comparsa Valores comenzó a desfilar. El público que copó las inmediaciones de la Plaza Independencia pudo observar a lo lejos, como esa avenida por la cual día a día transitan cientos de miles de autos y el sonido es uno sólo, se tiñó de colores, alegría, mezcla de tambores, redoblantes, canto de murga, arengas, y por sobre todas las cosas, diversión.

Expectativa y diversión

Mientras los conjuntos salían a disfrutar y a mostrarse ante el público, en la Plaza Independencia la espera era tranquila, distendida, dónde los componentes se encontraban con algunos amigos, compañeros de otros conjuntos. No faltaron las fotos, abrazos y charlas entre aquellos disfrazados y los que iban a ayudar, dar una mano, o simplemente observar.

Uno de los primeros en hablar con Caras y Caretas fue Pedro Takorian, que este año se sumó al equipo de Valores (comparsa) y pese a que le costó la adaptación, afirmó estar “encantadísimo” de pertenecer a “un ambiente que es espectacular”. Otro de los que cambió de categoría fue Aldo Martínez, que dejó parodismo para integrarse a La Gran Muñeca, lugar en que, gracias al grupo, se le hizo fácil la adaptación. “Estoy re feliz de estar acá, estoy cumpliendo un sueño, y siento las mismas cosas que sentí la primera vez que salí en Carnaval”, recalcó.

Este año tampoco faltaron los regresos a la fiesta de Momo, y un ejemplo es el del histórico cupletero, Claudio Rojo, que estará saliendo en La Nueva Milonga. “Siento una emoción tremenda, estoy muy contento. Es como si estuviera por primera vez acá”, y agregó que extrañaba subirse a las tablas.

Pese a las diferencias de edad y experiencia en Carnaval, en algo en lo que todos los que se vistieron de gala para caminar las siete cuadras del trayecto coincidieron, es en la necesidad de contagiar alegría y diversión a los espectadores. Y para eso, los primeros en divertirse tienen que ser los propios componentes, algo que, sin lugar a duda, sucedió.

El primero vs el 33

Si algo tiene de lindo nuestro Carnaval, es que más allá de lo artístico, conviven personas con una experiencia muy distinta, algo que esta noche no fue la excepción. Por ejemplo, Rafael Bruzzone, sobre primo de Curtidores de Hongos, este año está llegando a los 33 carnavales. “Mientras el cuerpo aguante, vamos a seguir saliendo”, sostuvo.

En la otra vereda aparecen dos casos de debut en la fiesta, pero que al mismo tiempo son muy diferentes. Mateo Altez integra el grupo de humoristas Cyranos, y si bien es su primer desfile como componente, ya había tenido la oportunidad de transitar por 18 de julio con otros grupos. Ya desde lo lejos se lo podía observar con una sonrisa que escapa de su cara, y al empezar a hablar manifestó estar “muy feliz” y “gozando” la experiencia que estaba viviendo.

El otro caso es el de Sheila, que este año va a salir en Los Chobys, luego de haberse ganando un lugar en el conjunto mediante una rifa. “Es re emocionante y muy divertido” estar saliendo en Carnaval, dijo una de las que va a ser una de las protagonistas del espectáculo, algo que le genera “alegría”, pero también le da un poco de nervios.

Una marea rosada

No hay ningún tipo de dudas, de que Zíngaros es uno de los conjuntos más convocantes y más importantes de la fiesta de Momo, y una vez más volvió a dejarlo demostrado. Ya desde su ingreso a la zona de espera, inundó todo de rosado, gracias a unos trajes maravillosos, y la música llamó la atención de propios y extraños.

Y si hablamos de contagiar la alegría, ellos saben muy bien como hacerlo. Pese a que la espera fue larga, no hubo momento en que los componentes dejaran de bailar, saltar o cantar, algo que rápidamente se propagó a los espectadores más cercanos, quienes no duraron en treparse a las vallas y cantar a viva voz (por no decir gritar) las canciones que desde los altoparlantes de la camioneta que acompañaba al conjunto, salía.

Llegado el momento de salir rumbo a la avenida, y con todo el mundo a la espera de poder disfrutar de la tremenda fiesta que tenían preparada, Denis Elias paró al conjunto en fila, los arengó, y tras pedir un aplauso y saludo para Ariel “Pinocho” Sosa y “Panchito” Araújo, explotó la música por los altoparlantes, y cuál si fuese una señal, la fila se rompió y los componentes salieron disparados a bailar, cantar y saludar a todo el público que los acompañaba.

Las siete cuadras del desfile pueden resumirse en un Denis Elias guiando a sus compañeros, un Gastón Sosa sumamente atento al tiempo y a que no se retrasen en las pausas, y en un Gastón “Rusito” González yendo de un lado a otro, trepándose de las vallas y saludando a cada persona que tenía cerca. Como no podía ser de otra forma, no faltaron las banderas, los cantos, el pedido de fotos y, sobre todo, la participación de un público sumamente heterogéneo que no paró de aplaudir cada cosa que allí sucedía.

Y así es, como al menos por unas horas, los carnavaleros y los que amamos esta fiesta, nos olvidamos de lo que sucedía en los alrededores, y nos enfocamos de disfrutar al máximo el comienzo de la fiesta popular más grande del mundo, que va a llegar con su color y alegría a cada uno de los rincones del país.

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