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Cultura | 4022 | Guadalupe | Con voz propia

Adelanto

4022: el número de la puerta que se abre al nuevo arte de Guadalupe Calzada

La joven artista Guadalupe Calzada acaba de lanzar a través del sello Bizarro el simple “4022”, un adelanto del disco que se editará el próximo año.

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Las ideas fluyen tanto en lo poético y en lo compositivo, y se potencia con una forma de canto despojado de vibrato, pleno de matices y sin afectaciones “pop” (esas muecas tan al gusto de los jurados de esos fatídicos concursos televisivos donde el modelo industrial se multiplica hasta el hartazgo).

Guadalupe compone un personaje vocal a la vez cálido, sencillo y que engarza fluidamente en ciertos pasajes con el contrapunto con otras voces; ese trabajo realza el tratamiento poético despojado, diáfano, de las memorias llenas de afectos, objetos, personas, situaciones familiares, de barrio, de su letra. Y este planteo interpretativo en lo vocal se goza (literalmente) con el arreglo instrumental (guitarras, percusiones, acordeón, bajo), interpretado por los músicos Sofía Zorrilla, Emiliano Cruz, Andrés Chaibun y Leandro Fernández.

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¿Quién es Guadalupe Calzada?

Hija de madre y padre sociólogos, Guadalupe absorbió todos los sonidos, canciones, de las guitarreadas que abundaban en la casa de Pueblo Victoria.

Allí “sonaba mucha música uruguaya y todo eso se volvió parte de mi vida, de mi escucha… fue mi escuela musical”, contó la joven artista a Caras y CAretas. Y ese ambiente musical, inevitablemente, se escucha en sus canciones.

“Sí, ahí están Cabrera, Galemire, Trochón, Rubén Rivera, yo qué sé… también está Charly García, Fito Páez, junto con Rada, Mateo, El Príncipe. Y siempre me interesó mucho todo lo uruguayo. De hecho, me cuesta pila como escuchar música en inglés. Obviamente me abro a eso, pero como que mi vida musical siempre fue como muy vinculada a la música popular uruguaya. Entonces eso inevitablemente es como se reflejan mis canciones”.

Después, “también componiendo, tomando clase de guitarra con Toto Méndez todo eso siguió vivo. Toto fue fundamental, muchas cosas de sus maneras de tocar la guitarra, de sus acordes que eran nuevos para mí, llevarlos, yo que sé, de un tango, de una milonga, de un vals, a probar cosas en mis canciones. Bueno, Jaime (Roos) también fue clave: yo agarraba el cancionero de Jaime que editó el Tump y empezaba a chiviar y después encontrar cosas y mezclar, yo que sé, para generar otra cosa”.

Más adelante fue el tiempo de estudiar canto, “en cursos que daba Carmen Pí”, después en la Escuela Universitaria de Música, “donde estudié guitarra, primero en el ciclo introductorio y después en la carrera de dirección coral. Ese fue toda una apertura de cabeza, explorar el canto coral, dejarme fascinar por el poder que tiene la música vocal”.

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Canciones de otoño

Con los cachetes enrojecidos por el frío, mirada inquieta y atenta, Guadalupe contó que no estaba entre sus planes presentarse a este concurso del Festival Canciones de Otoño, aunque desde hace bastante tiempo ya tenía en carpeta el proyecto de grabar un disco con las canciones que había compuesto desde muy joven. Ese material estaba ahí, era revisitado con amigos, en toques pequeños, registrado en maquetas caseras, y reclamaba un cierre y a la vez la apertura de una nueva etapa creativa.

El plan, dice, comenzó a tomar forma con un proyecto para financiar la grabación de un disco que presentó al Fonam. En este proceso “se dio esta oportunidad, la del concurso de Canciones de Otoño, y me presenté, y fue casi a último momento, casi al borde del cierre de las inscripciones”.

Entonces “mandé la grabación que hicimos en casa de un amigo del tema ‘4022’, una suerte de maqueta que fue hecha pensando en el proyecto de grabar un disco”. La letra de la canción refiere a la casa de sus padres, “donde viví mi infancia y juventud, allá en Pueblo Victoria”, con un delicado ensamble de imágenes cotidianas, cargadas de afectos, de memorias.

Esta grabación “la hicimos con un grupo de músicos y amigos: Sofía Zorrilla, la guitarrista, Emiliano Cruz, en bajo, y también con Lea Fernández en acordeón, quien también es pianista”. Con ellos “hicimos varias maquetas de las canciones que tengo compuestas, y todas ellas las habíamos presentado al llamado del Fonam”.

La idea, sigue Guadalupe, es ahora llevar este material al disco, tomando estos elementos tímbricos, con sus posibilidades melódicas y armónicas. Las expectativas, agrega, son muchas; también, reconoce, son muchas las incertidumbres, la inquietud, esa “saludable sensación de desafío”.

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