Los meses de junio y julio de este año no solo llegaron con olas de frío y crisis hídrica. También fueron -o son- meses con dos aniversarios redondos e ilustres para la música de la región. En junio, el maestro Hugo Fattoruso celebró sus 80 años (que cumplió el día 28) con dos funciones en el Teatro Solís a sala colmada y con una larga lista de invitados. Y este mes, el domingo 16, Ruben Rada cumplió 80 años, otro significativo aniversario que los celebrará este mes de agosto con un show que irá con cuatro funciones (20, 21, 22 y 24) en la sala Eduardo Fabini del Auditorio Nacional del Sodre. Para estos conciertos, el capo Rada estará acompañado por sus hijos Julieta, Lucila y Matías, más Gustavo Montemurro, Nacho Mateu, Nelson Cedrés y Lobo Núñez.
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Hasta los escuchas más distraídos saben del peso histórico que tienen estos dos artistas en múltiples procesos creativos que han construido el mapa musical de Uruguay y de toda la región. Desde aquellas legendarias bandas de los años cincuenta y sesenta, pasando por las experiencias pioneras del rock local, hasta la creación del originalísimo candombe-beat, las fusiones roquero-candomberas-jazzeras de las décadas posteriores, los han tenido como protagonistas de lujo. Y lo más destacado es que ambos abrieron esos espacios de creación jugándose por lenguajes absolutamente personales, inquietos en sus búsquedas técnicas, que trascendieron las meras réplicas de los esquemas dominantes en las músicas populares y supieron abrevar con inteligencia y sensibilidad en el acervo sonoro tradicional.
Rada, que ahora celebra este aniversario redondo, sigue en ese plan. Con su talento vocal y "cabeza musical" únicos, convirtió su capacidad para absorber los piques, marcas estilísticas de casi cualquier lenguaje, en una inoxidable máquina para generar músicas nuevas.
Muestra de ello es su último disco, Candombe - Con una ayudita de mis amigos, editado por Montevideo Music Box, en el que revisitó a través de varios dúos las creaciones emblemáticas de otros músicos.
Sí, es cierto, esto es un gesto típico de los grandes que llegan a la veteranía. Pero en este caso el resultado es muy fresco, muy musical, con un lote bien generoso de ideas musicales solventes, provocadoras. Esto es, hacer del concepto de versión como una cantera para expandir las posibilidades de significación estética y expresiva de las interpretaciones originales. Así logra originales realizaciones candomberas de "El tiempo está después", de Fernando Cabrera; de "El viejo" (La vela puerca); de la legendaria "11 y 6" de la más prolífica etapa creativa de Fito Páez; del clásico "La tambora" de Jorgihho Gularte. Ni qué decir de lo bien que funcionan las participaciones de voces destacadas de estos pagos del sur, como su hija Lucila, Adriana Varela, Julia Zenco, entre otros.
Entonces, este aniversario y el anuncio de sus presentaciones en el escenario mayor del Auditorio Nacional del Sodre es un buen pretexto para escuchar este nuevo álbum y, de paso, darse una vueltita por una discografía tan diversa, que va desde sus experiencias con la orquesta de Manolo Guardia a El Kinto, al Tótem, a Opa, a SOS, hasta los trabajos con sus últimas formaciones. Ya sabe, tiene música (buena música) para rato.