Cristina Peri Rossi (1941) es una de las figuras más destacadas de la cultura uruguaya. Eterna exiliada, vive en Barcelona desde los '70. En sus palabras: "Soy una escritora uruguaya que vive en Barcelona, escribe en castellano y es, por tanto, una especie de extranjera en todas partes. Para los españoles, soy barcelonesa, para los barceloneses, soy uruguaya, y para los uruguayos, soy española".
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Mujer que adora a las mujeres, el erotismo, el (des)amor y las distancias son temas recurrentes en su obra. Durante su carrera ha explorado la narrativa, la poesía, el ensayo, el artículo periodístico, el relato. Peri Rossi es una artista prolífica y referente para varias generaciones.
Obtuvo los premios: Vargas Llosa de relatos, Loewe de poesía, Ciudad de Torrevieja, Don Quijote de la Asociación de Escritores de España, Rafael Alberti y Ciudad de Barcelona. La Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas la eligió en 2008 como la escritora que más había contribuido a la lucha por la paz y la justicia en el ámbito castellano. En 2021 recibió el Premio Miguel de Cervantes.
Cuando César Bianchi le preguntó para qué sirve la poesía, ella dijo: "Nada sirve, salvo respirar cada día. Es lo único imprescindible. De qué goza cada cual es asunto propio".
Vía crucis
Cuando entro
y estás poco iluminada
como una iglesia en penumbra
Me das un cirio para que lo encienda
en la nave central
Me pides limosna
Yo recuerdo las tareas de los santos
Te tiendo la mano
me mojo en la pila bautismal
tú me hablas de alegorías
del Vía Crucis
que he iniciado
-las piernas, primera estación-
me apenas con los brazos en cruz
al fin adentro
empieza la peregrinación
muy abajo estoy orando
nombro tus dolores
el dolor que tuviste al ser parida
el dolor de tus seis años
el dolor de tus diecisiete
el dolor de tu iniciación
muy por lo bajo te murmuro
entre las piernas
la más secreta de las oraciones
Tú me recompensas con una tibia lluvia de tus entrañas
y una vez que he terminado el rezo
cierras las piernas
bajas la cabeza
cuando entro en la iglesia
en el templo
en la custodia
y tú me bañas.
Mi casa es la escritura
En los últimos años
he vivido en más de cien hoteles diferentes
(Algolquín, Hamilton, Humboldt, Los Linajes
Grand Palace, Víctor Alberto, Reina Sofía, City Park)
en ciudades alejadas entre sí
(Quebec y Berlín, Madrid y Montreal, Córdoba
y Valparaíso, París y Barcelona, Washington
y Montevideo)
siempre en tránsito
como los barcos y los trenes
metáforas de la vida
En un fluir constante
Ir y venir
No me creció una planta
no me creció un perro
Sólo me crecen los años y los libros
que dejo abandonados por cualquier parte
para que otro, otra
los lea sueñe con ellos
En los últimos años
he vivido en más de cien hoteles diferentes
en casas transitorias como días
fugaces como la memoria
¿cuál es mi casa?
¿dónde vivo?
Mi casa es la escritura
la habito como el hogar
de la hija descarriada
la pródiga
la que siempre vuelve para encontrar los rostros conocidos
el único fuego que no se extingue
Mi casa es la escritura
casa de cien puertas y ventanas
que se cierran y se abren alternadamente
Cuando pierdo una llave
encuentro otra
cuando se cierra una ventana
violo una puerta
Al fin
puta piadosa
como todas las putas
la escritura se abre de piernas
me acoge me recibe
me arropa me envuelve
me seduce me protege
madre omnipresente.
Mi casa es la escritura
sus salones sus rellanos
sus altillos sus puertas que se abren a otras puertas
sus pasillos que conducen a recámaras
llenas de espejos
donde yacer
con la única compañía que no falla
Las palabras.
No quisiera que lloviera
No quisiera que lloviera
te lo juro
que lloviera en esta ciudad
sin ti
y escuchar los ruidos del agua
al bajar
y pensar que allí donde estás viviendo
sin mí
llueve sobre la misma ciudad
Quizá tengas el cabello mojado
el teléfono a mano
que no usas
para llamarme
para decirme
esta noche te amo
me inundan los recuerdos de ti
discúlpame,
la literatura me mató
pero te le parecías tanto.