"Necesitaba conectar con las canciones de manera más íntima"
En diálogo con Caras y Caretas, varios días antes de este concierto en la Sala Zitarrosa, Iván Noble contó que con Pianissimo ya dio "algunos shows en Buenos Aires, y comienza una gira, de aquí a tres semanas, y vamos por toda Argentina".
"Por suerte esta gira también recalará en Montevideo, después de tanto tiempo, para mi gusto. Después haremos Asunción, Paraguay, y tenemos en agenda también a Chile".
Con este formato mínimo, íntimo, "me llevo de maravillas", reconoció Iván. "De hecho venía necesitando hacerlo. Viste que el año pasado, en 2023, tuvimos varias fechas con el reencuentro de Caballeros de la Quema, que fueron shows muy hermosos, muy masivos y muy transpirados, pero eso me dejó medio de cama. Necesitaba de vuelta conectar con canciones de una manera mucho más íntima. Y la verdad es que cada vez me gusta más hacer un show, si querés, al estilo, no lo sé, más crooner, o como se le quiera llamar. Es una búsqueda con la canción muy, muy a la intemperie, y donde la apuesta es a la emoción, a volver a interpretar las canciones desde otro lugar, desde un lugar pianístico, como lo dice un poco el título, que a mí es el tipo de música que cada vez me gusta más escuchar".
Esta búsqueda es como ir hacia "la semilla, ese es el estado más primario, es como llegar al punto en el que germina la canción".
Después, cuando la canción ya fue parida, en la soledad con la guitarra, "uno las graba y las toca con una banda, y eso toma otra dimensión, toma otra sonoridad que ayuda a que la canción se transforme en otra cosa".
Pero en ese proceso llega "un momento donde uno, creo yo, a veces, tal vez porque pone el piloto automático después de tanto cantar las canciones, tal vez porque ese formato eléctrico, si querés, o de banda entera, requiere de haya otra cosa en juego ahí".
Repensar la escena
El formato de banda roquera "está, bueno, con muchas, muchas más texturas musicales, hay muchos instrumentos, volumen, y una cosa más hormonal. Pero a mí me da muchas ganas siempre de volver a la canción, volver al espinazo porque ahí está todo. Para mí, si una canción no funciona en su mínima expresión, no funciona más. Todo lo demás puede ser artificio. Es decir, o puedes poner una sinfónica alrededor de una música, eso puede ser una gran idea o una pésima idea, depende. Pero si el corazón de la canción no te emociona, sobre todo a quien la compone, y no logra contagiar esa emoción, es muy difícil que cualquier cosa que le pongas arriba la mejore".
Encarar un proyecto de estas características implica repensar la puesta en escena y el trabajo interpretativo. "Así es -dijo Iván-, porque estos shows tienen una cosa que a mí me gusta mucho, es que eso de volverse compinche con la gente, ya que todo ocurre como en una mesa chica".
En escena está "el tipo que canta, y en este caso también el pianista, mi compañero Rubén, y después está la gente. Pero me parece que la cercanía con la canción es otra, así que entre canción y canción se comienza a tejer la complicidad, algo como sucedía antes, en los sesenta, en los setenta, con la tradición del café concert, o como ocurre en una peña. Vamos al grano, vamos a la canción y vamos a ver si todavía funciona esa emoción que uno tenía cuando la compuso".
Contra el vértigo de los 15 segundos
Pantallas, caos y violencia en las redes, estridentes escándalos mediáticos, políticas de la destrucción. El tiempo presente, asumió Iván, tiene estos signos que terminan sumiéndonos en un vértigo peligroso, alienante.
Entonces, esto de jugar en el espacio más íntimo, donde se desnuda la semilla de la creación, es "como ir contra una época".
"Me parece que hay toda una cosa de urgencia, que es como una época 'tiktokera', donde todo dura o tiene que durar 15 segundos porque si no se pierde en el océano de la intrascendencia. Supuestamente hay que conquistar al tipo que te presta atención en ese primer ratito minúsculo, porque hay otra cosa para mirar inmediatamente, hay otra cosa para escuchar. A mí todo eso me viene pareciendo un horror. Hay un vértigo de consumo cultural que yo no recuerdo de épocas anteriores: no recuerdo que antes las cosas se consuman tan veloz y tan brevemente a la vez. Nada dura. Fíjate vos que hace poco yo me enteré que Spotify, la plataforma, supongo que en Uruguay también debe ser la más grande, ya se habilitó una función para que algunas canciones de los artistas estén reproducidas en 1,5, como los audios de teléfono, cuando los escuchan más rápido. Terrible".
En este tiempo de vértigo, "casi inevitablemente uno queda rehén de ese tipo de producción cultural y de consumo cultural. Entonces la sensación es que si no haces algo que sea impactante, si no haces algo que rápidamente llame la atención de la escucha, te van a ignorar, porque está pasando otra cosa en otro lugar. Y, sinceramente, a mis 56 años y después, después de 30 años a hacer canciones, prefiero mirar todo eso medio de costado y disfrutar de estas cosas que seguramente se parecen más a las cosas más íntimas, con más tiempo, con las cuales yo crecí".