La obra Marosa estará en escena los sábados 22 y 29 de octubre,
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en dos horarios: a las 19 y a las 21.30,
en el estudio de Brian Ojeda (Paysandú y Río Negro).
Las entradas se reservan por celular al 092 190 233.
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El escenario es un cuarto en el que cabemos todas. Somos pocas, menos de treinta, y dos filas de asientos alcanzan. El cuarto se siente rojo como el interior de una cueva cálida, hogar de una criatura bestial, desconocida.
Para llegar al punto de encuentro tuvimos que entrar a un edificio con aires de oficina gubernamental, subir un ascensor con doble reja, caminar por largos pasillos repletos de oficinas y esperar en un estudio moderno en el que algunas aprovecharon para comer, tomar algo y conversar, mientras otras intentábamos comprender qué estaba sucediendo sin poder movernos de un rincón. Hasta que llegó una persona y nos invitó a pasar. Dijo: "Vivan el escenario como una encrucijada de sueños".
Es sábado 14 de octubre de 2022. Ayer recibí un mensaje en mi celular: "Te espero el sábado a las 19 horas, Marisa ofrece una gran ensalada (de ratones y hierbas mágicas) para mi despedida… o bienvenida. Marosa". Supongo que las otras que esperan cerca de mí también lo recibieron. Por eso estamos acá, para ver la obra Marosa, basada en el universo poético e íntimo de la poeta salteña Marosa di Giorgio.
Durante una hora y media nos sumergimos en una sucesión espiralada de escenas cotidianas, oníricas, poéticas; los sonidos, los colores, los ruidos, los olores y los cuerpos nos van introduciendo en Marosa, en sus amistades, familia y personajes. Lo cuento así porque así lo viví y porque no quiero spoilear una obra sensual, esencialmente sensorial.
Federico Martínez, dramaturgo y director de Marosa (quien nos invitó a ingresar al cuarto-escenario), dialogó con Caras y Caretas sobre el proceso de creación de la obra, el acercamiento a Marosa y los límites (borrosos o inexistentes) entre realidad y sueño.
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¿Qué te atrajo de la obra de Marosa, por qué decidiste llevarla a escena?
Trabajé con textos de ella en la escuela de cine y me quedó resonando. En 2010 compré «Los papeles salvajes» y siempre la leía, la dejaba, la leía, la dejaba porque me resulta abrumadora Marosa a veces, pero era un asunto pendiente para trabajar. En 2020 viajé a Dinamarca y vi un proceso de trabajo sin texto, con un tema de interés; llevé un texto de Marosa y cuando volví a Uruguay convoqué a Ciclón Teatro para hacer un laboratorio escénico sobre Marosa, que fue en 2021, y de ahí saqué insumos para la obra. Lo que me pasa con Marosa es que siento que leerla es leer experiencias de mi vida escritas por una mujer que nada que ver conmigo. La veía como súper alien y después la empecé a ver súper cercana, a medida que hablé con quienes la conocieron la sentí una más, perfectamente podía ser mi amiga en la actualidad y podía encarnarla alguien ahora, me parecía perfecto para llevarla a escena.
¿Cómo fue el proceso de trabajo con el texto?
Leí toda la bibliografía de ella, hice una preselección, trabajamos los textos escénicamente en el laboratorio. Hice un quiebre cuando empecé a hablar con gente que la conoció, más que nada los amigos, me parecía que faltaba un universo de ella, entonces configuré personajes de ese universo de ella, de los libros y de gente que la conoció; empecé a ver entrevistas, a leerla de vuelta. En los textos hay mucho mío, entrevistas de ella, entrevistas que hice yo, audios de ella; fue un puzzle bastante grande, hay textos de ella y textos reconfigurados, como el de las mariposas, que lo que hice fue juntar todas las veces que nombra mariposas. El primer texto que escribí era mucho más frío, entonces pensé que precisaba pasarlo más por mi experiencia y empecé a bajar todos los textos que hablaban de ser otras personas, de no sentirse propia en el cuerpo, extrañezas en el cuerpo. Y mucho lo fui creando yo. En las partes que están los amigos son cosas que realmente dijeron, para la vida de ella me basé en la poesía y todo lo aledaño. Quería poner en discusión todo lo que se dijo de ella, porque no podemos realmente saber cómo era o quién era, es un personaje muy iconizado, [entonces] la parte 5 es de todas las cosas que he leído que dicen de ella para poner en discusión esa imagen que tenemos.
Parte del sonido de la obra está hecho con hongos y el vestuario es biodegradable, dos elementos que se vinculan con la obra de Marosa también, ¿cómo llegaron a esas decisiones?
Hay una frase de Eugenio Barba que dice que no hay que creerse demasiado inteligente porque la gente estúpida tiene fantasmas que lo ayudan; hay cosas que empiezan a encontrarse cuando el proceso está avanzado. Con todo el tema de los biomateriales y el sonido de los hongos yo ya tenía el texto armado y no lo tenía pensado. Un día fui al mercado abierto y había una exposición de Simbióticas Lab, que son cuatro mujeres emprendedoras diseñadoras que trabajan con biomateriales, y era lo más parecido a la piel de una persona colgada de unos palillos que vi, me llevó directo al universo de Marosa. Después empezamos a investigar el tema de los sonidos de las plantas y todo lo vivo y Juanita Fernández empezó a investigar que los hongos cantan o suenan, se les ponen alfileres adentro con resonadores y las corrientes eléctricas de los propios hongos producen ruidos bastante intensos. Hay un sonido que parece un latido de corazón pero es el latido de un hongo. Marosa fue una mujer que escribió tanto sobre la naturaleza y estaba tan inmersa en la naturaleza, ¿qué mejor que homenajearla con hongos vivos sonando en escena?
¿Y el lugar?
Me parecía que en una sala de 200 butacas los que estuvieran sentados en la fila 14 se iban a perder mucho, por lo que estamos contando. La obra tiene que ser cercana, lo que se dice está muy relacionado con estar cerca del otro, respirar el olor de la piel, ver lo que le pasa en el cuerpo cuando está desprovisto. Además hay una vulnerabilidad en los textos de Marosa que no hay otra manera de llevar que [no sea] poniendo a los actores y al público en un lugar vulnerable. Y sacarlos del espacio teatro, sorprenderlos con lo desconocido.
Antes de cada función invitás a la gente a “vivir una encrucijada de sueños”, ¿por qué?
Eso viene del teatro japonés y lo que me gusta es que vos entrás a un espacio en el que las leyes con las que te manejás afuera no son las que se manejan dentro. Me parece importante un poco de sugestión al espectador para que esté abierto a dejarse llevar. Es súper importante el lenguaje de los sueños, el universo onírico, lo ominoso, lo siniestro, esas palabras estuvieron siempre dando vueltas. Lo que me gusta de la encrucijada de sueños es que se mezcla con lo surrealista, con lo absurdo, eso de ‘ahora soy mi madre y después soy mi abuela y una planta y voy a la plaza pero no estoy yendo porque estoy en un parque’; el mundo de los sueños todo el tiempo crece sobre sí mismo y cambia constantemente. Quería que realmente la obra refleje lo que yo siento al leer a Marosa.
Marosa, Ciclón
La obra está interpretada por Valentina Gualco, Camila Moreira, Valentina Pereyra, Carmela Pérez Lobato, Andrés Preto, Bernardo Scorzo, Camila Sosa Calero, Analía Troche, Juan I. Vázquez.
Ciclón Teatro es una compañía de teatro independiente, emergente, con cuatro años de presencia en el medio montevideano. En 2019 fue nominada en tres rubros a los premios Florencio y en 2021 obtuvo los primeros tres premios a Mejor espectáculo iberoamericano, Mejor ambientación sonora y Premio revelación a la actuación por la obra De los héroes que no aterrizan en las islas de los cuentos.