Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME
Cultura | Pizarnik | Latinoamérica | obra

Efemérides

Pizarnik en palabras de Alejandra

Alejandra Pizarnik, la poeta catalogada de tantas maneras, demasiado vasta para cualquier etiqueta, murió un 25 de septiembre. Así se nombraba.

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

Este no es un estudio sobre Alejandra Pizarnik ni sobre su obra; es, a lo sumo, un humilde homenaje al legado de una de las poetas más influyentes de Latinoamérica, una voz cruda, sangrante, con tonos de amor en punto de ebullición. Nada de lo que pueda decir acerca de Pizarnik o sus escritos suplantaría la experiencia de leerla. Así empieza este artículo, con una invitación a zambullirse en el universo de la autora.

Las bases: Flora Alejandra Pizarnik nació el 29 de abril de 1936 en Avellaneda, Buenos Aires. Fue poeta, ensayista, traductora; estudió Filosofía, Letras, pintura. Vivió un período de su vida en París, realizó tareas administrativas para la revista Cuadernos, publicó en diversos medios, sufrió y amo y encendió fuegos, hogueras y océanos enteros.

Vivió apenas 36 años (se suicidó en 1972), pero su obra es extensa: diarios, poemarios, escritos, relatos cortos, novelas. Algunos de sus títulos: La tierra más ajena (1955); Un signo en tu sombra (1955); La última inocencia (1956); Árbol de Diana (1962); Extracción de la piedra de locura (1968); Poseídos entre lilas (dramaturgia, 1969); La condesa sangrienta (1971).

Sus diarios completos tienen más de mil páginas y son una experiencia inmersiva en el universo alejandrino, así como las cartas que intercambió con distintas personas de su vida. Una de ellas fue León Ostrov, su primer analista (cuando ella tenía 18 años), donde la poeta aparece desnuda, temerosa, potente, intensa desde París. Aquí algunos fragmentos para conocer a Pizarnik en la voz de Alejandra.

"Sé que soy poeta y que haré poemas verdaderos, importantes, insustituibles, me preparo, me dirijo, me consumo y me destruyo. Es mi fin. Y no obstante corro peligro. Tal vez si me encerraran y me torturaran y me obligaran mediante horribles suplicios a escribir dos poemas maravillosos por día, los haría".

"Sólo me reconozco en mi nostalgia".

"Sólo puedo decir lo que ve alguien que mira el mundo desde abajo de una alcantarilla. (Y yo sé que ve, que ve mucho, que es una manera de ver como cualquier otra)".

"Quisiera rogar que no me molestasen hasta que no haga poemas buenos".

"Si hay algo en lo que creo es en este diario: hablo de su calidad literaria, de su lenguaje. Es infinitamente mejor que todos mis poemas".

"Tengo ganas de publicar mucho, de ser tan famosa que por ello me den una pieza con agua y calefacción, porque el invierno es cruel y mi piecita inenarrable y mi tarea en la revista más fatigosa que nunca".

"Mi trabajo en Cuadernos continúa siendo fastidioso y fatigoso. Ahora trabajo de 9 a 12.30 hs. Objetivamente no es mucho tiempo pero vuelvo tan cansada que debo dormir. Con todo mi respeto por el psicoanálisis me atrevo a no estar de acuerdo sobre la importancia de «ganarse la vida» una misma. Creo que me la ganaría más quedándome dormida hasta muy tarde y recibiendo dinero sin tener que escribir a máquina doscientas direcciones por día. Pero tampoco es posible hacer solamente poemas. En cambio sí es posible pintar todo el día o escribir novelas. Tal vez el mito del poeta que sufre, cuyos «únicos instrumentos son la humillación y la angustia» viene de esta imposibilidad de hallar un ritmo de creación, una continuidad, un hacer día a día. Es posible que si mi trabajo fuera más interesante yo no me quejaría".

Gracias, Alejandra.

Dejá tu comentario

Forma parte de los que luchamos por la libertad de información.

Hacete socio de Caras y Caretas y ayudanos a seguir mostrando lo que nadie te muestra.

HACETE SOCIO