Embed - Charly García - Rompela (Official Audio)
A pedir de (su propia) boca
Hay datos de esta obra que quizás ya sean más que conocidos. Son trece canciones, son revisiones casi a modo de un “grandes éxitos” aunque en sus primeras interpretaciones estas canciones no hayan sido éxitos. Pero esto no importa, términos como “éxito” y “hit” son piezas de una lógica puramente económica del hecho artístico, la que supone que todo lo que no “explota” en los rankings es materia descartable. Es que lo absurdo no tiene límites.
Además de Charly García, en esta producción que se grabó y mezcló entre octubre de 2020 y diciembre de 2021, en el estudio participaron varios artistas muy cercanos a su vida personal y musical. Así, David Lebón participa en dos canciones (“El club de los 27” y “La medicina N° 9”), Pedro Aznar hace lo propio en “América”, así como Fito Páez en “Rock and Roll Star”, y la voz de maestro Luis Alberto Spinetta revive en la interpretación de “La pelícana y el androide”.
La mayoría de las canciones fueron compuesta por Charly, y fueron publicadas en álbumes anteriores, a las que se suman creaciones de Paul Simon (“América”), Spinetta (“La pelícana y el androide”), John Lennon (“Watching The Wheels”), Jim McGuinn y Chris Hillman (“Rock and Roll Star”).
Además de los artistas ya citados, en las grabaciones participaron Fernando Kabusacki, Fernando Samalea, Rosario Ortega, Hilda Lizarazu, Kiuge Hayashida, Toño Silva. Y, como se afirmó en varios medios del vecino país, ninguno de ellos podía dejar de estar al lado de este capo.
La rana lo sabe
Cuenta la leyenda de este nuevo disco que Charly, muy fan del séptimo arte, eligió la conocida fábula de Esopo, que le fascinó luego de ver -en plena pandemia- la película “Arkadin” (1955), de otro capo, el señor Orson Wells.
En este film, el propio Wells encarna al magnate Gregory Arkadin, quien, con toda la pose del poderoso rodeado de un séquito de aduladores, narra esta fábula. Ya la conocen: hay un escorpión, hay una rana, hay un río; la rana acepta ayudar al escorpión que quiere cruzar el río; el bichito venenoso no cumple su promesa y en medio del río pica a la rana; la rana, entrando en agonía, se lo reprocha, y él responde que su reacción fue puro instinto. En fin, puro Charly.
El artista, entonces, te va a picar: sabelo. Es “la lógica del escorpión”: puro instinto. Y aquí no hay que jugar ni al cinismo ni a la pose doctoral que dictaminará, como si estuviéramos en la aristocrática Viena del siglo XIX, si este disco es una obra maestra, ni si está a la altura de proyectos formidables como “Clics modernos” o “Piano bar”.
Este disco, dijo algún crítico argentino, lo completa la gente, los escuchas: el concepto está abierto. García, a poco tiempo de cumplir años, ya en la tercera edad, con una suma de problemas físicos, sigue manteniendo en forma su cabeza musical. Tiene ideas, incluso para repetirse o para reversionarse. Sigue roqueando a “a la Charly”, deja sangre, sudor y musicalidad en las interpretaciones. Y conmueve. No será, entonces, su obra cumbre: pero aquí hay música y da para celebrarlo; hay que escucharlo atentamente.