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Sociedad

MARÍA NOEL RICCETTO

Desde hace un sueño

En plena Gira Nacional 2021, la directora del Ballet Nacional del Sodre, habló del impacto de la pandemia en el trabajo del BNS, el esfuerzo de las y los bailarines para mantenerse en forma y ensayar «donde pudieran» y del compromiso de todo el equipo técnico y de gestión.

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Riccetto se refirió al Festival Sin Límites, un proyecto del Sodre y el Instituto Goethe que ambiciona cambiar el paradigma de la discapacidad en los escenarios y las artes escénicas. También habló de las inequidades, «el privilegio» de tener un techo y un plato de comida asegurados, los miedos, la felicidad, los sueños y la nostalgia. Y también contó qué sintió cuando días pasados vio «el regreso» de Julio Bocca al baile, junto a Rosina Gil, en el video de la banda NTVG.

Casi todo en la vida de Riccetto tiene esa mezcla perfecta de aquello que transita entre lo soñado y real. Casi todo se respira mágico y cierto. Tal vez ella transmite eso cuando habla, sonríe, observa y actúa. Hoy dice que no extraña bailar. Acaso porque lo hizo durante casi toda su vida desde que comenzó sus estudios en la Escuela Nacional de Danza del Sodre a los seis años. Durante toda su carrera, supo de sacrificios, desvelos y exigencias al límite. Ahora disfruta su nuevo rol como Directora Artística del Ballet Nacional del Sodre (BNS) y se emociona cuando ve bailar a quienes fueron sus compañeras y compañeros de elenco. Fue hada, pétalo, odalisca, Calíope, Gulnara, Giselle, Mercedes, Clara, Olga, Natalia, Valenciana y Henriette, entre tantas inolvidables formas de ser ella, la mejor bailarina del mundo, en su tiempo y espacio de arte.

Nació en Uruguay, creció en familia estudiando ballet y acompañando a su papá a ver a Peñarol al Estadio Centenario. Su carrera es reconocida en el mundo entero y casi no queda espacio inexplorado de su itinerario de vida. A cada paso fue consolidando una trayectoria extraordinaria de talento, sueños cumplidos, premios, medallas y ovaciones inolvidables. Todo está guardado en la memoria. Su llegada a la escuela del Sodre, la beca en la North Carolina School of the Arts y su desembarco superlativo en el American Ballet Theatre; la convocatoria del maestro Julio Bocca y su incorporación al BNS y el mayor reconocimiento internacional de la danza clásica al recibir el premio Benois de la Danse en el Teatro Bolshói de Moscú por su rol de Tatiana de Oneguin. Si ella hubiera nacido en otros siglos, en otra vida, también habría sido fantástica. Se retiró de los escenarios en 2019 y al año siguiente asumió como Coordinadora Académica del Área Ballet de la Escuela de Formación Artística del Sodre. En enero de 2021, fue nombrada Directora Artística del BNS y si bien la pandemia complicó «un poco» sus proyectos, dice que nada la detendrá. Está feliz de trabajar junto a su amigo de la vida, Martín Inthamoussú, el virtuoso coreógrafo, docente, magíster y bailarín que actualmente preside el Consejo Directivo del Sodre. El destino no siempre es caprichoso o imprevisible. A veces es -incluso- justo. Acaso sus designaciones al frente del Sodre y el BNS son claro ejemplo de ello. Hoy, en pleno desarrollo de la Gira Nacional del BNS por Durazno, Trinidad, San José, San Carlos, Rocha, Artigas, Salto, Paysandú, Mercedes, Minas, Mercedes y Canelones, invitamos a María Noel Riccetto a este espacio de ideas y reflexión para hablar de la vida, de sus proyectos y el futuro.

 

¿Cómo se viene desarrollando la gira nacional?

Divino. Es agotadora porque llegás de un lado y a las horas o al día siguiente ya te vas a otra ciudad o departamento. Pero estamos disfrutando mucho. Siempre es una instancia tan linda y que los bailarines como el público la disfrutan tanto. Siempre destaco el recibimiento de cariño de la gente. Es una instancia que todos adoramos y que se vio interrumpida un tiempo por la pandemia pero ahora la pudimos retomar. Es impresionante el amor que le ponen todos y las ganas que superan cualquier inconveniente. Porque a veces hay que adaptarse a escenarios más chiquitos que a los que estamos acostumbrados. Y en ocasiones también nos tenemos que adaptar a distintos niveles técnicos. Pero cualquier dificultad o inconveniente lo solucionamos con buena voluntad y todos ponen lo mejor, todo el mundo pone su parte para que el show sea de la misma calidad que lo que ofrecemos en el Auditorio en Montevideo. La verdad que la posibilidad de recorrer el país con esta gira nacional es una instancia que a los bailarines y a los técnicos les encanta.

 

¿Cómo te sentís en tu nuevo rol al frente del BNS?

Me gusta mucho lo que estoy haciendo. La pandemia tuvo mucho que ver con el reinventarse y cambiar planes y estar expectantes hasta último momento, porque este virus no perdona. Yo asumí al comienzo de este año y desde enero hasta ahora hubo un cambio muy grande. De todos modos, nunca tenés la seguridad de nada. Y a nosotros como equipo nos ha servido eso de tener que acomodarnos. A mí también me sirvió para cuidar y darle mucha importancia a los aspectos humanos de los bailarines, verlos trabajar desde sus casas, corriendo muebles, adaptándose y adaptando espacios que no son adecuados. Todo eso fue un aprendizaje y al mismo tiempo te partía el corazón. Dolía ver eso pero al mismo tiempo te mostraba que éramos capaces de salir adelante y que podíamos lograrlo. Los primeros meses en plena pandemia fueron momentos de muchas dificultades, mucho estrés, pero que me sirvieron para ponerme en un lugar bueno, positivo. En cuanto a lo concreto, me gusta mucho estar en este lado de la gestión, no extraño nada bailar, que era una de las cosas que todo el mundo se preguntaba. Y no, no extraño nada. Me encanta verlos bailar, disfrutar de lo que están haciendo los bailarines en el escenario y yo estar en otro lugar. Me gusta mucho compartir acá lo que aprendí afuera con diferentes maestros. Hay una comunicación linda y un lindo ambiente de trabajo. Y eso me da mucho gusto. Además, es aprendizaje constante y ha sido un desafío pasar a ocupar este rol después de haber sido compañera de la mayoría de los bailarines que estoy dirigiendo. Y traté de buscar un cierto equilibrio. Creo que seguirá siendo un desafío por un tiempo más hasta que todo sea casi natural. En cierta medida, ahora lo que estamos esperando es volver a la normalidad de 100% del público y las condiciones de trabajo como antes de la pandemia.

 

El BNS que tenía meticulosamente planificado su trabajo con uno o dos años de anticipación de pronto se vio con la incertidumbre de lo que podía suceder el día siguiente.

Acá no hay cálculo que valga, hemos ido tomando decisiones en el momento. La planificación que teníamos también ayudó a mover piezas como en un ajedrez. Posponer, cancelar, correr, reprogramar. Pero también este tiempo nos sirvió para frenar un poco. Y valoramos lo que estábamos haciendo. Parecía imposible ensayar o mantenerse en forma desde las casas. Y lo hicimos. El programa que estamos llevando ahora en la Gira Nacional lo preparamos de manera virtual y cuando de a poquito pudimos comenzar a volver a los estudios, ensayamos en grupitos limitados. Las cosas se fueron ensamblando porque había un trabajo de base y porque el compromiso de los bailarines fue tremendo. Fue increíble.

 

¿Tiene algo especial trabajar en la gestión del BNS en el tiempo que Martín Inthamoussú es el presidente del Sodre?

Sí. Con Martín tengo una relación de muchos años. Fuimos compañeros en la Escuela Nacional de Danza. Mi último año ahí fue su primer año allí. Nos conocemos desde hace mucho tiempo y siempre hubo admiración y amistad construida. Me da mucho gusto trabajar con él. Es una persona que tiene una cabeza muy abierta y que se ha preparado mucho para estar en el lugar que hoy está. Es un trabajador incansable, con muchos contactos, siempre con buen relacionamiento con todo el mundo y eso posibilita que se armen muchos planes y se haya comenzado a pensar en muchas cosas para el Sodre. Él ha formado un equipo de trabajo muy bueno, todas las direcciones nos reunimos con muchísima frecuencia y la verdad que hay un clima de trabajo estupendo. Somos muchos que tiramos del carro en un mismo sentido. Eso siempre es lindo de compartir y creo que se ha visto en los resultados, en la manera que se afrontó la pandemia, en el contenido que los diferentes cuerpos estables pudimos ofrecer a ese público que se quedaba en casa. Y se vienen cosas muy interesante. La verdad que me gusta mucho trabajar con él más allá de la amistad. Porque es importante mantener el respeto por los espacios. Siempre fui muy respetuosa de mis jefes y Martín es mi jefe. Por tanto, creo que hay que mantener esos espacios claro. Yo respeto mucho su manera de pensar y el proyecto que tiene para el Sodre como institución y me hace muy feliz formar parte.

 

La pandemia también impactó en otros espacios de la sociedad. No solamente cerraron los teatros, sino que también golpeó a la sociedad toda. ¿Cómo viviste eso de estar en un país en el que había ollas populares, gente con hambre y tantas familias que perdieron no solamente trabajo sino prácticamente todo?

Yo me siento afortunada de haber podido trabajar sin parar durante la pandemia. Lo que sucedió aquí con muchísimos uruguayos que pasaron muy mal también lo vi reflejado -por ejemplo- en EEUU, que fue el país que me acogió y en el que viví tanto tiempo. Vi a muchos amigos muy cercanos pasándola mal. También allí sucedió. Tomar esa dimensión, en cierta medida fue una forma de ver que no éramos los únicos, que era un problema global y eso obviamente no es que sirviera de consuelo, ni parecido, pero sirvió para tomarlo como un fenómeno global. En cuanto a las ollas populares, tengo muchos amigos tanto fuera de Uruguay como aquí que han realizado trabajos voluntarios en muchos lugares en donde se necesitaba ayuda. Es un golpe de realidad sentarme en casa y pensar que tengo un plato de comida, tengo un techo y al mismo tiempo hay gente que la está pasando horrible. A nivel social me parece que fue un golpazo en el mundo entero que obviamente no nos iba a pasar desapercibido a nosotros.

 

¿Crees que eso cambió algo nuestra forma de ver la sociedad y nuestros vínculos?

Una de las cosas que mostró esta pandemia es que nadie está a salvo de nada. Hoy estás en un lugar y mañana podés estar en otro totalmente diferente. Vi mucha empatía, muchas ganas de querer ayudar, de gente tenía los medios para hacerlo y que estiró la mano para ayudar a unos cuantos también. Eso pasó en todos lados. Desde mi lugarcito, di clases gratis todos los fines de semana para quien quiera pudiera necesitarlas o a beneficio de ciertas organizaciones que estaban ayudando a personas con muchas carencias. Creo que eso se vio a nivel del país en muchos lados, esa empatía, esas ganas de querer ayudar y que en cierta manera, hizo visible todo lo que estaba faltando. Creo que las carencias quedaron más expuestas, mucho más visibles durante la pandemia.

 

Hablemos de discapacidad y del Festival Sin Límites.

Con el BNS ahora en noviembre vamos a llevar a cabo de la primera audición para personas con discapacidad que quieran formar parte de una obra de danza en conjunto con el Ballet Nacional. El festival será en abril de 2022 está pensado en la inclusión específicamente en las artes escénicas. Es la primera propuesta que surge desde el BNS para hacer una obra de danza en conjunto con personas con discapacidad y bailarines del BNS. No se necesita haber sido un bailarín de técnica clásica o un gran bailarín, sino alguien que le guste el movimiento y que tenga ganas de participar en algo que seguramente marcará historia. Como directora de la compañía me pone muy contenta poder dar esas oportunidades; no solo en las personas que tienen una discapacidad, sino a los bailarines del BNS. Para ellos también es un enorme aprendizaje. Estoy convencida que será una experiencia enriquecedora para las dos partes.

 

¿Extrañás a las compañeras y compañeros que ya no integran el BNS? ¿A Gustavo Carvalho, por ejemplo?

¡Por supuesto, sí! Hay muchos bailarines uruguayos que el año pasado se fueron y que formaron parte fundamental del cuerpo de baile. Con Gustavo fueron muchos años trabajando juntos y conociéndonos. Y formamos una amistad divina y por supuesto que nos mantenemos en contacto siempre. Son amistades que quedan para toda la vida.

 

A la directora del BNS le pregunto: ¿hay chance de pensar en algo a futuro e invitarlo a que venga?

Ojalá que sí. A mí me encantaría, por supuesto y estoy segura que a él le encantaría volver y hacer una invitación concreta y poder compartir su talento con todo el público que tanto lo quiere y lo quiso.

 

Julio Bocca se planteó el desafío de posicionar a la compañía como una de las diez más importantes del mundo. ¿Cómo lo ves hoy al BNS en el concierto internacional?

Yo te diría que es una de las compañía top de la región. Si no te digo la mejor, una de las mejores. En el mundo, en estos momentos es difícil de decirlo porque realmente cambió todo. El impacto de la pandemia nos cambia todos los parámetros y nosotros estamos trabajando fuerte para seguir posicionándonos. Creo que esa idea de llegar a ser una de las diez mejores compañías es de excelencia, de trabajar a gran nivel, de acceder a grandes coreógrafos, traer más producciones. Eso envuelve todo. Esa idea de excelencia que grabó a fuego Julio, sigue estando, siguió estando durante la gestión de Igor [Yebra], y por supuesto que en la mía también.

 

¿Viste bailar a Julio en el video de NTVG?

¡Sí! Lo vi, claro que sí. Buenísimo, tremendo video. Yo adoro a NTVG. Y me pareció una pegada la coreografía de Rosina Gil, que también es una primerísima bailarina que tenemos en el Ballet Nacional.

 

¿Te sorprendió «el regreso» de Julio?

Me llamó mucho la atención porque él dijo que nunca iba a volver a bailar a no ser que le presentaran algún muy buen proyecto. Y se ve que este era un muy buen proyecto para que se animara. Creo que la pandemia nos cambió a todos. Y capaz que fue una buena forma de decir que las cosas cambian y las ideas cambian. Y seguro estaba muy convencido que era una gran oportunidad y se ve en el video que lo disfrutó.

 

¿Hay chance de que vos algún día hagas algo y vuelvas a bailar? No te digo con NTVG pero podría ser La Vela o El Cuarteto de Nos.

Siempre dije nunca digas nunca, pero por ahora estoy bien alejada de las zapatillas.

 

¿Te cambió la TV? ¿Te cambió la exposición?

No. La pandemia me cambió. Poder estar tranquila, la rutina en mi casa como nunca antes había podido estar. Yo creo que hasta cierto punto disfruté estar en casa, almorzar en mi casa. Pasé años sin poder hacer eso. Tender la mesa, preparar un almuerzo, eso fue algo que me llamó poderosamente la atención. Cocinábamos con mi marido. Insólito. Esas cosas me gustó vivirlas, disfruté estar en mi casa, pero también porque no tenía esa presión física. Si yo hubiera estado bailando creo que habría caminado por las paredes. Por eso te decía, disfruté y agradecí haber tenido un techo y un plato de comida.

 

¿Qué le dirías a las niñas, niños y adolescentes que todavía dudan de estudiar ballet aunque les encanta?

Siempre digo lo mismo, que si les gusta, si les apasiona, si hay algo que la danza o el ballet les mueve, entonces que peleen y luchen por ese sueño. No en todos los casos se va a dar de una manera profesional, pero yo soy muy creyente de que la danza ilumina, que la danza llena el corazón. Ya sea a nivel profesional o amateur, como sea o como puedan, tomando clases dos veces por semana. Si es lo que les gustaría hacer, que le dediquen un lindo tiempo. Que no se lo pierdan.

 

Textos: Alfredo Percovich

Producción: Viviana Rumbo

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