La política exterior no tenía rumbo. Ahora es más claro: salir de multilateralismo, al revés del resto del mundo pospandémico. Romper el tradicional equilibrio argentino-brasileño inclinándose hacia este último. Pensar que en 1825 nos independizamos de la Cisplatina con apoyo argentino, para unirnos a ellos. Bustillo apoya la “diplomacia de cóctel.” Ahora que vuelven las fiestas, cambiemos el 25 de Agosto por el festejo del Grito de Ipiranga.
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El presidente, acompañado de su viejo amigo y canciller, visitó (un año y medio después de asumir) al presidente argentino. Hasta ahora solo había salido del país para ver a Bolsonaro. A este, lo fue a ver al cumplir un mes de gobierno. Distinto trato, ¿verdad?
A uno, al mes, al otro, al año y medio. Luego veremos de qué habló con uno y con otro. Pero el calendario parece decir que lo de Buenos Aires fue apenas una escala diplomática. Pero antes del contenido, ¿es bueno estar más cerca de Brasil que de Argentina? Estratégica y tácticamente.
En lo estratégico, hemos citado varias veces a Haedo, que decía “equidistancia entre los dos grandes vecinos, pero siempre más cerca de Argentina”. Ni hablar de Tucho Methol (¿qué pensará Cabildo Abierto que se autodefine como metholiano con la actual política exterior?).
Simón Bolívar se preparó para venir a ayudar en la lucha de Lavalleja contra Brasil, a favor de Argentina.
En lo táctico: la dependencia de este gobierno de Brasil es porque ambos quieren zafar de las negociaciones colectivas del Mercosur. Pero no se pueden repetir recetas viejas al empezar la tercera década del siglo XXI. Las consecuencias en el comercio internacional de la pandemia han llevado a países de todos los signos ideológicos, salvo las grandes potencias, a apostar al multilateralismo. Menos nosotros.
Además, para moverse tácticamente, de espaldas a una estrategia nacional, se precisaría un manejo muy prolijo de la coyuntura. ¿No sabe Lacalle -ni le informa Bustillo- que a Bolsonaro le queda poco? Todas las encuestas dicen que no tiene ninguna posibilidad de ser reelecto el año que viene. Es más, el expresidente Lula lo duplica en intención electoral.
“Fuimos a Buenos Aires, para informarles que negociaríamos libremente con terceros y solucionar problemas bilaterales”. Por lo menos son sinceros, además de hacerlo, lo dicen. Pero en diplomacia, lo que se dice, puede tener consecuencias. El bus de nuestra política exterior hizo una escala técnica en Buenos Aires para abastecerse de combustible (bilateral), pero aunque el canciller siguió hacia Armenia, la diplomacia se dirigió a Brasilia.
Ojalá que en Armenia, recuerde que Uruguay fue el primer país en reconocer el genocidio de ese pueblo digno. Y, ojalá, lo dudo, sepa la historia de cómo fue el proceso. Cómo y quiénes lo plantearon en el Parlamento, cómo se tomó la decisión en el Consejo de Gobierno, quién fue el ministro mocionante, qué sectores votaron con entusiasmo y cuáles con reserva. Dudo que lo sepa. Ojalá me equivoque.
Volviendo a las relaciones con nuestros vecinos, Bustillo dijo claramente que “transmitió a su par argentino la intención de Uruguay de seguir adelante con la política de negociar con terceros por fuera del Mercosur”. Levantamos la apuesta. De decirlo pasamos a “notificar” sin consultarlo o pedir autorización previa. Es fácil identificar sectores muy poderosos que se benefician en el mercado internacional con este rumbo y cuáles son perjudicados.
En resumen el bus 404, con Lacalle de chofer y Bustillo de guarda, hace escala técnica en Buenos Aires, pero va a Brasil, tiene autonomía propia y a bordo lleva grandes intereses de unos pocos y no da boletos a los sectores populares.