La expresidenta de Brasil, Dilma Rousseff (2011-2016), dijo en una entrevista con Caras y Caretas que en Brasil se vive una “catástrofe completa” con el gobierno de Jair Bolsonaro, ya que 20 millones de personas pasan hambre.
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“Brasil tiene un poco más de la mitad de su población con una carencia alimentaria, de los cuales 20 millones pasa hambre. Hay filas en las carnicerías por los huesos, por los restos de carne. En Brasil usted para en un semáforo y tiene señoras pidiendo comida. Es una catástrofe completa”, dijo Rousseff a esta revista durante la cumbre del Grupo de Puebla, que se realizó en Ciudad de México.
Señaló que Brasil tiene el dos por ciento de los muertos por covid-19 mundiales. “No digo que se podría haber impedido todo. Pero se podría haber salvado una parte de ellos si el gobierno no fuese negacioncista. El neofascismo niega la existencia de la pandemia. Dice que mejor es que se tiene que tener un contagio general para salir más rápido, que algunos se mueran, pero no tiene importancia porque los otros se salvaron. Es contra la vacunación. Bolsonaro no compraba vacunas, primero fueron los estados. Hubo un escándalo. Él decía que no era preciso vacunar, decía que usen cloroquina, pero no sirve para nada, no es remedio para la covid-19. La catástrofe en Brasil es completa”, agregó.
Señaló que inmediatamente de que fue destituida de su cargo como presidenta, la derecha congeló los gastos sociales y realizó una reforma laboral y otra de jubilaciones.
“Yo salgo del Planalto [sede del Poder Ejecutivo de Brasil] tras un golpe de Estado. Al día siguiente, hacen una ley que congela los gastos sociales, salud, educación, todos los gastos de infraestructura, en ciencia, tecnología, cultura y en medioambiente. Los únicos gastos que pueden crecer son los financieros. O sea que beneficiaron claramente a los grupos financieros. No durmieron un día sin pensar en hacer eso. Lo segundo que hicieron fue la reforma de trabajo, tiraron los derechos de los trabajadores”, agregó.
¿Cuál cree que es la importancia de esta cumbre del Grupo de Puebla?
Yo creo que el Grupo de Puebla es una iniciativa muy importante porque es el resumen de todos los gobiernos progresistas democráticos a lo largo del inicio de la década del siglo XXI. El Grupo de Puebla busca construir una conciencia cada vez mayor de la importancia de la integración regional.
En América Latina éramos 600.000 millones de personas. Ahora tenemos algo próximo a mil millones de personas.
Es un continente muy rico, pero tiene una marca perversa muy grande que es la desigualdad. Los bajos salarios de su pueblo, las carencias de educación, de salud, todo eso nos propició tener una conciencia sobre la importancia de construir la integración para potenciar la fuerza de América Latina, sabiendo que hay desigualdades y asimetrías dentro de los países, algunos más fuertes y otros más débiles, pero la integración posibilita una reducción de las asimetrías y una afirmación de la fuerza de América Latina.
La integración busca la inclusión de su pueblo, la valorización de sus riquezas, de sus empresas estatales, valorizar también sus exportaciones. La integración debe tener una base social y de capacitación para que el pueblo latinoamericano agregue valor a la producción. Tenemos que producir ciencia, avances tecnológicos, e innovar.
El Grupo de Puebla busca ser integrador y tener un papel de articulador para reducir la desigualdad en América Latina.
¿Cuál cree que es la situación de la izquierda latinoamericana en vistas de las elecciones de 2022?
Nosotros tenemos un gran desafío, porque Brasil es la mayor economía y la mayor sociedad en América Latina. Creo que el golpe que me destituyó impactó fuertemente en América Latina. Fue la asunción de un gobierno neofascista que adoptó el modelo neoliberal.
Yo salgo del Planalto [sede del Poder Ejecutivo de Brasil] tras un golpe de Estado. Al día siguiente, hacen una ley que congela los gastos sociales, salud, educación, todos los gastos de infraestructura, en ciencia, tecnología, cultura y en medioambiente. Los únicos gastos que pueden crecer son los financieros. O sea que beneficiaron claramente a los grupos financieros. No durmieron un día sin pensar en hacer eso. Lo segundo que hicieron fue la reforma de trabajo, tiraron los derechos de los trabajadores.
Los trabajadores no tienen derechos ni jubilación. Lo tercero fue reforma las jubilaciones. Ellos desmontaron todo esto. ¿Cuál fue la mayor pretensión del golpe? Querían impedir que en 2018, porque en 2016 hubo impeachment, ellos perdiesen el gobierno. Entonces, metieron preso a Lula para criminalizarlo. Pero no funcionó. Lula continuó liderando las encuestas. Entonces resolvieron impedir que Lula disputara las elecciones.
Hubo una operación Lava Jato que ahora es conocida por el Supremo Tribunal Federal como una operación de desvíos de ilegalidad. No cumplieron con el debido proceso legal, no tuvo derecho la defensa de contrarrestar argumentos. Presidió la investigación un juez que intentaba construir la acusación. Esto está probado porque había grabaciones de las conversaciones de ellos.
Entonces se empezó a cuestionar la legalidad de los procesos contra Lula. Él fue perseguido. Hubo una persecución, por eso lo liberaron.
La liberación de Lula permite un nuevo espacio de poder dentro de los actores de izquierda. Una especie de centro gravitacional que, por supuesto no solo es Lula, son fundamentales las organizaciones sociales, los partidos de izquierda, un gran movimiento que se genera a través de Lula. Este será un camino que implicará un proceso de reconstrucción de Brasil.
¿Qué consecuencias tiene el gobierno de Bolsonaro?
Ellos destruyeron muchas cosas, hay una deliberada comprensión de ellos que precisan impedir que quien gobierne luego para impedir que se cambie la situación, quebraron algunas instituciones, se colocan piedras en el camino, por ejemplo, la autonomía del Banco Central, que ahora depende de las grandes finanzas.
Quieren destruir toda fiscalización del medioambiente. Controlan la Amazonia con satélites. No basta eso, se tiene que llegar al área inmediatamente y hacer un proyecto de represión y control. Directamente no hay financiamiento para esto.
En la Amazonia no hay solo madera, sino que hay mucha riqueza mineral, no es poca, es mucha. Entonces, hoy ellos tienen una deliberada autorización del gobierno de Bolsonaro para la entrada de empresas, no solo sojeros, sino empresas internacionales de exploración de minerales.
Todo esto implica necesariamente iniciativas en la construcción del país. En Brasil se necesita construir lo que está desmantelado. Brasil tiene un poco más de su población con una carencia alimentaria, de los cuales 20 millones pasa hambre. Hay filas en las carnicerías por los huesos, por los restos de carne. En Brasil usted para en un semáforo y tiene señoras pidiendo comida. Es una catástrofe. Además, tenemos el dos por ciento de los muertos por covid-19 mundiales. No digo que se podría haber impedido todo. Pero se podría haber salvado una parte de ellos si el gobierno no fuese negacioncista. El neofascismo niega la existencia de la pandemia. Dice que mejor es que se tiene que tener un contagio general para salir más rápido, que algunos se mueran, pero no tiene importancia porque los otros se salvaron. Es contra la vacunación. Bolsonaro no compraba vacunas, primero fueron los estados. Hubo un escándalo. Él decía que no era preciso vacunar, usen cloroquina, pero no sirve para nada, no es remedio para la covid-19. La catástrofe en Brasil es completa.
Hace unos días, la agencia AP sacó un libro que afirma que Bolsonaro estuvo implicado en el golpe en su contra. ¿Qué piensa sobre esto?
Claro que tuvo implicación. Bolsonaro cuando fue a votar a favor del golpe votó homenajeando al mayor torturador que hubo en Brasil, dijo que era el terror de la presidenta de Brasil. Entonces, usted tiene una presencia de Bolsonaro en aquel entonces ya defendiendo el golpe. Creo que él tenía intereses en el golpe. Cuando me destituyen sin crimen de responsabilidad, les abren la posibilidad de desestabilización de todas las otras estructuras, allí se atacó a la democracia.
Los que apoyaron a Bolsonaro son el capital financiero y sus representantes, los oligopolios y una parte de las fuerzas armadas. Bolsonaro no tiene el chip de la moderación, es típicamente un personaje neofascista. Las fuerzas que apoyaron son las que son responsables del golpe, Bolsonaro tiene una parte. También hay relaciones internacionales, por ejemplo, las relaciones de Bolsonaro con Steve Bannon (exasesor del exmandatario Donald Trump) son conocidas.
Hay una participación de Bolsonaro, él nunca escondió, ellos todos sabían quién era el que estaban llevando al gobierno. Lo importante es percibir que no hay Bolsonaro sin neoliberalismo. Los gobiernos neoliberales no tienen alternativa popular, tienen un discurso fascista, que apuestan a la violencia, que culpan al otro, son esas mujeres, son esos homosexuales, son esos pobres. Toda explicación pasa por la violencia, el odio, intolerancia y el prejuicio.
Aquí en Brasil hay un apoyo discreto de los órganos internacionales, hubo una interferencia directa. En Lava Jato, hubo una operación en conjunto con el FMI y el gobierno de EEUU, los acusados eran interrogados por agentes de EEUU.