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Editorial gobierno | meses |

Una derrota en las urnas

El gobierno con los malla oro hasta el último día

Hay que estar alerta en estos meses: el gobierno se encuentra en disposición de piñata y ya no tiene el sofreno de proteger sus posibilidades electorales.

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La tónica de los próximos meses

Como venimos señalando, el último tramo de esta administración multicolor transcurre en un contexto de certeza general de que la coalición va a perder las elecciones frente a la oposición. Y ante ese resultado que anticipan todas las encuestas, el Gobierno de Lacalle Pou se empeña en aprobar con apuro todo lo que no pudo aprobar durante sus casi sesenta meses de mandato.

Este tipo de proyectos y sus consiguientes aprobaciones exprés serán la tónica de los próximos meses. No siempre tendrán necesidad de trámite parlamentario, a veces bastará con resoluciones de los directorios de las empresas públicas o decretos del Poder Ejecutivo. Lo que sí tendrán siempre será la misma puntería política y económica.

Mientras tanto, el candidato del presidente, Álvaro Delgado, recorre los informativos con propuestas demagógicas, como pagar 6 mil dólares a los estudiantes que terminen el liceo, sin ninguna intención de plasmarlas en la realidad: prometen algo que ni mencionaban en la campaña cuando se veían victoriosos, que no hacen ahora cuando gobiernan y manejan la billetera del Estado, y mucho menos harán en el próximo período: primero, porque no van a ganar y, en segundo lugar, porque si no lo hacen cuando son gobierno, ¿por qué creer que lo harían en un gobierno conjetural?

La convicción de la derrota

Toda la conducta de la coalición y, en particular, la conducta del presidente y su gente parece obedecer a la convicción de la derrota: prometerle a la gente cualquier cosa para un futuro que no está en sus manos y gobernar para los grupos económicos hasta el último día del mandato. En suma, una tráfico incesante de pompas de jabón para el pelotón de la ciudadanía y una cantidad de concreciones para los malla oro que, a esta altura, llama la atención por lo desfachatado.

Parece difícil que la gente compre espejitos blancos esta vez. Es mucha la decepción de la ciudadanía. Las seis encuestas de intención de voto que han aparecido desde el 30 de junio muestran una caída estrepitosa del Partido Nacional y la confirmación del retorno de Pedro Bordaberry al Partido Colorado va a terminar de consolidar esa caída. Bordaberry es un candidato fuerte, atractivo para el votante conservador que nunca votaría al Frente Amplio, pero que también se da cuenta de que otro gobierno del herrerismo sería un disparate.

El panorama que dejan

El Frente Amplio, casi seguro ganador de las próximas elecciones, deberá afrontar una realidad muy compleja. En algunas áreas mucho más compleja que la realidad con la que dejó el Gobierno hace cinco años. Especialmente en el terreno de la seguridad el panorama es francamente desolador y lo peor de todo es que tiende a agravarse. Las noticias de asesinatos de adolescentes, tiroteos en los barrios y poderosas bandas de narcotraficantes definitivamente instaladas en el territorio ubican a Uruguay en un lugar donde nunca antes había estado el país, que durante muchos años vivió de lejos esas realidades dramáticas tan típicas de otros puntos del continente.

El Gobierno ha sido malo en casi todos los rubros, pero en algunos el retroceso es dramático y en el ámbito de la seguridad es catastrófico. Todo lo que hicieron, lo hicieron mal, y son tantas las conductas sospechosas, comenzando por el famoso caso de Sebastián Marset, que no podemos saber hasta dónde llega la impericia y dónde comienza la complicidad.

Hay que estar alerta en los meses que vienen. El Gobierno se encuentra en disposición de piñata y ya no tiene el sofreno de proteger sus posibilidades electorales. Perdido por perdido, se bate en retirada dejando un tendal que será muy difícil de administrar en el futuro, y tiene todavía, lamentablemente, una capacidad de daño considerable.

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