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Editorial inmolarse |

EL MÉDICO, LA FISCAL Y EL FISCAL DE CORTE

Esa curiosa compulsión de inmolarse para no inmolarse

Escribo esto amenazado por una injusta denuncia por difamación, que es flagrante violación de la ley, de pactos internacionales de DDHH y de la Constitución. 

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El abuso en el uso de la certificación médica ha sido un motivo de debate público, sobre todo cuando se analizan y contabilizan las cuantiosas erogaciones que el BPS destina a pagar el subsidio por enfermedad.

No suele informarse de los recursos que destina el Estado para pagar la ausencia por razones de salud de los funcionarios públicos. Tengo entendido que no los paga BPS, sino que va cargado a los presupuestos de las respectivas reparticiones del Estado.

El uso responsable del seguro de enfermedad y de la certificación médica por el empleado y el médico certificador es una obligación legal para el trabajador y el empleador y una responsabilidad ética individual y también colectiva para ambas corporaciones.

Casi siempre, la discusión se suscita insinuando una utilización injustificada por parte de los trabajadores o un manejo discrecional y muchas veces exagerado de los médicos certificadores, del diagnóstico y del lapso por el que se otorga una autorización a ausentarse o faltar al trabajo sin consecuencias disciplinarias y sin pérdida significativa de los ingresos del asalariado.

Tal vez ahora el equivalente del viejo “mal del soldado” sea el llamado “estrés”, una nosología particularmente abstracta que define un estado físico, psíquico y emocional perturbado que puede afectar a una persona cuando sufre o cree percibir en su cuerpo o en su mente una situación que lo desborda. Tal vez ahora el equivalente del viejo “mal del soldado” sea el llamado “estrés”, una nosología particularmente abstracta que define un estado físico, psíquico y emocional perturbado que puede afectar a una persona cuando sufre o cree percibir en su cuerpo o en su mente una situación que lo desborda.

Sin embargo, las peculiares circunstancias en que se debate, no disimula el hecho de que el subsidio por enfermedad es un derecho que universalmente reconocen los uruguayos, aunque no todos saben que es el resultado de duras luchas del movimientos obrero y de los sindicatos de trabajadores privados y estatales.

La certificación médica está concebida como reconocimiento de una incapacidad laboral transitoria por motivos de salud y le permite al trabajador obtener una parte del salario y al empleador le ofrece la seguridad de que la causa del ausentismo es por una enfermedad.

Entre los médicos se bromeaba sobre lo que hace unas décadas llamaban “el mal del soldado”, el paciente que para justificar su enfermedad alega unos síntomas tan indefinidos como indemostrables: “El dolor de la cabeza y todo el cuerpo”.

Tal vez ahora su equivalente sea el llamado “estrés”, una nosología particularmente abstracta que define un estado físico, psíquico y emocional perturbado que puede afectar a una persona cuando sufre o cree percibir en su cuerpo o en su mente una situación que lo desborda.

En el campo de la medicina, el estrés es la respuesta del cuerpo a una presión física, mental o emocional.

El estrés produce cambios químicos que elevan la presión arterial, la frecuencia cardíaca y las concentraciones de azúcar en la sangre.

También suele producir sentimientos de frustración, ansiedad, enojo o depresión.

Esta respuesta, que puede ocurrir cuando se percibe una amenaza o una situación desafiante, es una combinación de manifestaciones defensivas que constituyen parte de un abanico de lo que podríamos vulgarmente comprender como el instinto de sobrevivir.

El estrés vendría a ser un conjunto de reacciones que se activan para ayudar al cuerpo a prepararse para una posible reacción, ya sea enfrentando el peligro o huyendo de él.

Durante una situación estresante, el cuerpo libera hormonas como el cortisol y la adrenalina, lo que provoca cambios fisiológicos como aumento de la frecuencia cardíaca, tensión muscular, sudoración y respiración rápida.

A corto plazo, el estrés puede ser beneficioso ya que nos ayuda a estar alerta y responder de manera efectiva a situaciones de emergencia.

No obstante, cuando el estrés se prolonga durante largos períodos, puede tener efectos negativos en la salud física y mental.

Los síntomas del estrés crónico pueden incluir fatiga, ansiedad, depresión, dolores de cabeza, trastornos del sueño, problemas digestivos y una disminución de la capacidad de concentración y memoria.

Por lo tanto, es importante aprender a manejar el estrés de manera efectiva para prevenir los efectos negativos en la salud y mejorar la calidad de vida.

Cuando las condiciones que provocaron la situación de estrés se mantienen en el tiempo, la reacción puede durar mucho tiempo, máxime si se revela que la persona no es capaz de manejar efectivamente el estrés.

El cuerpo está diseñado para responder al estrés a corto plazo y, una vez que la situación estresante ha pasado, el cuerpo debería volver a su estado normal.

Sin embargo, si el estrés se prolonga, el cuerpo continúa liberando hormonas del estrés, lo que puede causar daño a largo plazo en el cuerpo.

El estrés crónico puede tener efectos negativos en la salud física y mental. Puede aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes, problemas gastrointestinales, trastornos del sueño y trastornos del estado de ánimo como la ansiedad y la depresión.

Además, el estrés crónico puede afectar la capacidad de una persona para concentrarse, tomar decisiones equilibradas y realizar tareas cotidianas.

Por lo tanto, es importante aprender a manejar efectivamente el estrés y buscar ayuda si este persiste durante períodos prolongados.

Esto puede incluir el aprendizaje de técnicas de relajación, el establecimiento de límites saludables en el trabajo y en casa, el ejercicio regular y la búsqueda de apoyo social.

El estrés puede ser causado por diferentes factores, como el trabajo, las relaciones interpersonales, los problemas financieros, la salud y los eventos traumáticos.

El estrés y el enojo son dos emociones diferentes y pueden tener diferentes causas y efectos en el cuerpo y la mente.

El enojo es una emoción que surge cuando una persona se siente frustrada, irritada o provocada por una situación o persona en particular.

El enojo puede ser una respuesta normal a ciertas situaciones, pero si se experimenta con frecuencia y se maneja de manera inapropiada, puede tener efectos negativos en las relaciones y la salud mental.

Los síntomas del enojo pueden incluir aumento de la frecuencia cardíaca, tensión muscular, respiración rápida y pensamientos negativos.

En resumen, el estrés es una respuesta física y mental a situaciones desafiantes o amenazantes, mientras que el enojo es una emoción que surge en respuesta a la frustración o provocación.

Ambas emociones pueden tener efectos negativos en la salud física y mental, por lo que es importante aprender a manejarlas de manera efectiva.

El diagnóstico del estrés puede ser un desafío para los médicos, ya que no existe una prueba médica específica para detectar el estrés.

Sin embargo, hay ciertos síntomas y signos que pueden indicar la presencia de estrés en un paciente y consecuentemente suele procurarse alejar al paciente de las situaciones que provocaron el fenómeno con el propósito de recuperar el equilibrio psicofísico y emocional de manera que pueda reintegrarse a su actividad sin perjuicio para la salud y sin afectar su desempeño laboral.

Suele suceder que el paciente consulte voluntariamente exponiendo razones inespecíficas o expresando síntomas más específicos relacionados con situaciones que le toca vivir o más precisamente sobre su actividad laboral.

En este caso los médicos pueden hacer preguntas al paciente sobre su salud física y mental, incluyendo los síntomas que están experimentando y las circunstancias en su vida que pueden estar causando estrés.

También pueden realizar un examen físico para descartar otras causas de los síntomas.

Eventualmente, cuando existen otras posibilidades diagnósticas o cuando eliminando los posibles factores perturbadores persistieran los síntomas, los médicos pueden utilizar herramientas de evaluación de estrés, como cuestionarios y escalas de medición, para evaluar el nivel de estrés del paciente y determinar si se necesita tratamiento adicional.

En general, cuando un paciente consulta manifestando experimentar síntomas físicos y mentales relacionados con el estrés, y cuando la causa subyacente del estrés es clara, el médico opta por emitir un certificado que le habilita a ausentarse de su actividad laboral por un lapso moderado que eventualmente le permita recuperarse y le indica un tratamiento que puede incluir cambios en el estilo de vida, terapia y medicamentos para controlar los síntomas.

Dicho todo esto, para nada llama la atención que la fiscal Gabriela Fossati haya consultado a un médico alegando sentirse estresada luego de haber denunciado al presidente del Frente Amplio, Fernando Pereira, al director de Caras y Caretas, Alberto Grille, al periodista Carlos Peláez y a tres usuarios de redes sociales, por difamación e injurias; al asesor de seguridad del principal partido de oposición, Gustavo Leal, por un motivo que aún no fue precisado, pero que justificaría ser indagado por encubrimiento y luego de haber citado a declarar al exfiscal de Corte Jorge Díaz por un episodio ocurrido hace más de una década, cuando Díaz se desempeñaba como juez penal y que nada tiene que ver con la causa que estaría investigando la fiscal. A todos en una semana terrible.

Conste que además la consulta se realizó luego de que se difundiera un audio con su voz que fue grabado hace varios meses. En el mencionado audio en el que la Fiscal parece excesivamente locuaz y que fue reproducido en casi todos los medios de comunicación , ella acusaba al fiscal de Corte, Juan Gómez, de no tener palabra, de permitir que desde la Fiscalía de Corte se revelaran documentos reservados, que desde la Fiscalía se le pasara información a Montevideo Portal y que el fiscal Gómez la mantenía en la Fiscalía de flagrancia para cargarle sobre sus espaldas con una causa que fatalmente iría al fracaso y por el que ella no iba a “inmolarse”.

Como el lector recuerda y quiero dejar constancia de ello, escribo esto amenazado por una injusta denuncia penal por difamación que constituye una flagrante violación de la ley, de los pactos internacionales de derechos humanos y de la Constitución de la República. Como el lector recuerda y quiero dejar constancia de ello, escribo esto amenazado por una injusta denuncia penal por difamación que constituye una flagrante violación de la ley, de los pactos internacionales de derechos humanos y de la Constitución de la República.

Para completarla puede haberle dicho al médico que se sentía amenazada en su integridad personal y que solicitaría protección policial, como lo hiciera un día después.

Con todo esto no hay médico que no la certifique por 15 días, como lo hiciera el que la certificó. Unos pocos días después , luego de un altercado telefónico con el fiscal que la subrogaba, la doctora Fossati se comunica con el Fiscal de Corte y le dice que se va a reintegrar a su trabajo. El fiscal Gómez sorprendido le contesta que puede hacerlo pero debe presentar una certificación de alta médica. El primer día hábil la fiscal vuelve a su despacho pero sólo un días después entrega el certificado de alta médica.

Ahora bien. Lo que no se entiende es que el mismo médico, una semana después, acepte que ella ya se reintegró de hecho y a solicitud de ella y con absoluto conocimiento de que todas las condiciones que motivaron la situación de estrés se mantienen, resuelva que se terminó el estrés y que puede reintegrarse a su guerra personal o institucional, ahora con protección policial, casco y chaleco y en medio de un turno de su Fiscalía de flagrancia que, ella mismo ha dicho y repetido, es como entrar a una tormenta de arena en el desierto.

Cabe preguntarse con absoluto respeto por las decisiones del médico que la certificó y por la abnegación profesional de una fiscal que parece que ahora sí está decidida a inmolarse, si tenía o no tenía estrés, si el diagnostico fue apresurado, si estaba o no estaba certificada, si el alta se dio cuando ya se había reintegrado a su trabajo, si estaba o no en condiciones psicofísicas para desempeñar su tarea con equilibrio y ponderación y qué milagro médico ocurrió para que la fiscal se curara de su curiosa y perturbadora enfermedad que una semana antes le impedía trabajar y que desde hace cuatro meses la halla tan alterada que confunde una entrevista de un periodista, con una charla personal y liviana con un amigo.

Me parece que esas circunstancias deberían haber sido consideradas por un fiscal de Corte que parece haber adoptado la compulsión de inmolarse con la fiscal.

Máxime que el fiscal debería velar para que la certificación médica sea un instituto que no pueda usarse con otros fines que no sean los que corresponden en el derecho laboral.

Habiendo escrito esto, se informa que la fiscal Fossati nos esperaba con una nueva denuncia.

Ahora contra quien fuera su subrogante durante la enfermedad, el fiscal Fernando Romano.

Tal vez no debiera hablar de esto porque la disputa es entre la fiscal que me denuncia y el fiscal que eventualmente me acusa.

Como el lector recuerda y quiero dejar constancia de ello, escribo esto amenazado por una injusta denuncia penal por difamación que constituye una flagrante violación de la ley, de los pactos internacionales de derechos humanos y de la Constitución de la República.

La fiscal que me denuncia parece ignorar que la ley garantiza la libertad de prensa y resguarda la libertad de opinión, protegiendo a los periodistas de la persecución de quiénes son los actores a los que la sociedad ha empoderado.

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