El Observador informa que se organiza una cena en el lujoso Hotel Casino Enjoy (ex-Conrad) de Punta del Este. Cada mesa en que compartirán diez comensales costará a los asistentes 10.000 dólares. La cena tiene el propósito de recaudar fondos para la campaña de Yamandú Orsi a las próximas elecciones internas en que se elegirá el candidato presidencial del Frente Amplio en los comicios nacionales.
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Esperé hasta hoy, previendo que tal vez pudiera haber aclaraciones que mostraran una imagen distinta a la extravagancia que pareciera develar la nota de El Observador.
Aún quiero creer que no es cierto o que es una idea imprudente de algún impaciente y que Yamandú Orsi la frustrará apenas medite sobre una iniciativa irreflexiva de alguno de sus “allegados”.
La tal cena, cuyo menú aún no se conoce y en la que el cubierto costará 1.000 dólares, se realizaría el 15 de enero.
Al parecer, los “allegados” -la nota habla de “empresarios de Canelones”- aportarán lo recaudado a la campaña de Orsi, aunque estos “allegados” se mantienen en el anonimato y no parecen ser parte de la orgánica que promueve la candidatura.
Debe consignarse que la ley no obliga a los candidatos en las elecciones internas a revelar el origen de sus finanzas y deja a cargo de los respectivos partidos el control de su legitimidad.
Quizás hubiera sido apropiado que los recursos obtenidos por el Frente Amplio o por los diversos candidatos se repartieran equitativamente entre los mismos. Por alguna razón se descartó esta idea.
Es de imaginar que ninguno de los asistentes al evento de Enjoy, o al menos ninguna de las empresas u operadores económicos partícipes de dicha cena, es parte de la interna de la fuerza política que realizará elecciones el 30 de junio.
Al menos no se menciona que los aportantes o comensales sean miembros, partidarios o votantes de la fuerza política. Sólo parecen preferir que en las elecciones internas gane Orsi y no Cosse, Bergara o Lima. O tal vez, ni siquiera sea así.
Ni el conferencista Carlitos Páez reconoce ser partidario del Frente Amplio y tampoco de Orsi.
Su profesión de conferencista lo expone a prestarse para animar las fiestas de cualquier político sin comprometerse con las causas.
En ese sentido, cabe preguntarse cuál será el interés de los aportantes en participar y apoyar a un candidato, entre otros que piensan más o menos lo mismo, comparten ideas y trayectorias y tienen el mismo programa de gobierno.
La realización de la cena y su propósito, obtener recursos para apoyar a uno de los candidatos en perjuicio de los otros, pone en cuestión la misma elección interna y la igualdad o el equilibrio de oportunidades entre los postulantes.
Tratándose de la elección del candidato a presidente de la República, se trata de un hecho particularmente importante que, de pasar desapercibido, desnaturaliza totalmente la elección y genera un antecedente extremadamente peligroso para el futuro.
Imaginemos, en una hipótesis de ficción, una elección interna en que la campaña de un candidato la financien los agroexportadores, a otro las empresas celulósicas, a un tercero los bancos o las empresas financieras.
No recuerdo que este tipo de evento, tan selectivo y costoso, tenga antecedentes en elecciones internas del Frente Amplio.
Baste decir que con el dinero producto de dicha cena podrían servirse 100.000 raciones en los comedores populares o darle de comer a todos los niños pobres de Canelones durante un mes entero, un propósito mucho más necesario y generoso, más legítimo y éticamente más noble que ganarle la elección a un compañero y más aún a cientos de miles de compañeros que votarán a las otras opciones, opciones que tal vez contarán con menos recursos financieros.
Yo tengo un gran respeto por Yamandú y por los compañeros que lo acompañan, es más, pienso que es un gran candidato si toca votarlo en las elecciones nacionales de noviembre, pero no debo guardar silencio ante una noticia que, si fuera verdadera, merece una reflexión colectiva que evalúe lo que se está disputando y los medios que usemos para conseguir nuestros propósitos en una elección entre compañeros en la que sólo es legítimo que participen fuerza internas y nunca aquellas que desde afuera pueden incidir para torcer nuestra voluntad política.
Tal vez haya otras situaciones que yo no conozco que ensombrezcan la transparencia y cristalinidad de las conductas en la fuerza política.
Creo que hay que ser muy vigilante porque hay vicios que se contagian y que nos pueden conducir a una deriva peligrosa que siempre hemos criticado en los adversarios.
Yo creo que en una elección interna deberían gravitar las ideas de quienes se presentan, su voluntad y vocación de servicio, su honradez, sus cualidades humanas, su capacidad, su trayectoria y su lealtad al proyecto.
En cualquiera de estas características Yamandú está muy bien ubicado.
Sinceramente, quiero creer que “la propaganda”, los recursos disponibles y su despliegue mediático no incidirán mayormente en la voluntad de los frenteamplistas el día de la elección interna.
La masividad y el costo de propaganda desplegada no debería ser un factor que incline la balanza a uno u otro de los compañeros que disputan la elección.
Mucho menos si los recursos provienen de factores ajenos al Frente Amplio.
La obligatoria austeridad de la campaña de las elecciones internas no puede ignorar que la misma necesita de recursos y las tales cenas y desayunos son un recurso habitual.
Yo incluso he participado en alguna de ellas, en particular acompañando a Yamandú, pero lo anunciado en El Observador juega en el límite del reglamento y me parece que más bien lo perjudica ante los ojos de los frenteamplistas y no lo beneficia.
Tal vez esa sea la intención del El Observador al publicar con titulares la noticia y por eso escribo estas líneas que pretendo que se tomen más como una advertencia y un llamado a la reflexión que como una crítica.
Tal vez me equivoque o exagere, pero estoy seguro de que Yamandú me va a escuchar.