Por Germán Ávila
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Nuevamente la viralización de un video en que se ve cómo miembros de la policía actúan con un claro uso excesivo de la fuerza pone a la gente en la calle con enérgicas protestas, que han terminado, igual que ocurrió con el asesinato de George Floyd hace varias semanas, en incendios, saqueos y disturbios que mezclan el descontento con la oportunidad, pero lo que no es posible negar es el profundo sentimiento de discriminación racial y social que se vive en Estados Unidos.
Jacob Blake es un afroamericano residente en el condado de Kenosha, estado de Wisconsin; se encontraba en medio de una disputa familiar en la que aún no se ha logrado establecer su papel. Alguien llamó al 911 por un caso de violencia intrafamiliar debido a la pelea física que estaba teniendo lugar entre dos mujeres en el lugar. Al llegar al sitio, y luego de algún intercambio verbal con Blake, que había llegado hacía poco al lugar también, empieza un forcejeo con los miembros de la policía, quienes le aplican el taser, sin lograr doblegarlo.
Blake se logra levantar del piso, aún mareado, posiblemente por la descarga eléctrica, intenta subirse en su camioneta, donde se encontraban sus hijos de 3, 5 y 8 años, mientras los policías caminan tras él con la intención de reducirlo y ponerlo bajo custodia. Uno de los policías lo toma de la parte posterior de la musculosa que llevaba puesta, tratando de impedir que suba a la camioneta, pero ese esfuerzo no rindió frutos. El agente, que ya había desenfundado su arma de dotación, igual que otro que lo acompaña de cerca, sin soltar la musculosa, le dispara con la boquilla de la pistola a muy corta distancia en siete oportunidades consecutivas, luego de lo que Blake se desploma sobre el volante de la camioneta, lo que deja accionada la bocina.
Finalmente, los policías bajan a Blake del vehículo y lo trasladan a un centro médico, donde ha recibido varias cirugías y lucha por su vida. La primera conclusión médica que se ha podido establecer es que Blake, de sobrevivir, no podrá volver a caminar, pues al menos una de las balas perforó su espina dorsal. También ha sido necesario recortar segmentos de su intestino delgado, su colon, y ha sufrido un fuerte daño renal y hepático producto de los disparos.
Pocas horas antes de estos hechos, ocurridos el domingo 16 de agosto, se habían desarrollado en Lafayette, Louisiana, protestas que continuaban dentro del movimiento Black Lives Matter luego de que la policía mató a Trayford Pellerin a la salida de un supermercado.
En este momento, las manifestaciones, que continúan teniendo el espíritu de la protesta y el rechazo a las acciones policiales como base fundamental, han dado el paso hacia la alternativa, proponiendo una serie de medidas que reformarían de manera profunda los procedimientos policiales en Estados Unidos.
Es importante tener en cuenta que, debido a su configuración como nación, Estados Unidos le da una gran autonomía a cada estado para que genere y regule su normatividad, por lo que no sería factible pensar que introducir “algunas reformas” en el código de policía sería posible, como ocurre en los países de administración legislativa más centralizada. Por esa razón, las propuestas de reforma para los procedimientos policiales a nivel federal son un debate que requiere mucha energía y disposición en el Congreso.
La convención republicana
Mientras construcciones y edificios de Kenosha ardían producto de los disturbios, mayoritariamente por vía virtual y con un acto de cierre desde el jardín de la Casa Blanca, se daba inicio el lunes 24 de agosto, la máxima instancia del partido de Donald Trump, que esperaba la ratificación como candidato a la reelección.
El desgaste de la figura pública de Trump ha hecho mella en la consolidación de su propuesta como aspirante a continuar ocupando la Casa Blanca. Sus desaciertos en la política internacional -que van desde un encuentro sin trazabilidad ni perspectiva clara con Kim Jong-un, hasta su estruendoso fracaso en la política de injerencia sobre Venezuela y su tristemente célebre papel en el manejo interno de la pandemia- han logrado que una parte importante de la población de Estados Unidos no solo no lo respalde, sino que lo rechace vehementemente.
Por esta razón, Trump cambió la táctica electoral con respecto al año pasado, aunque un poco tarde. Mientras hace cuatro años su campaña se basó en el escándalo que puede levantar el que no tiene una gestión que defender, para estas elecciones, las afirmaciones xenófobas están un poco menos a la orden del día (sin decir que ya no existan).
La Convención Republicana se enfocó en mostrar un presidente más vinculado a la familia, echando mano a los viejos valores conservadores republicanos. Los oradores centrales fueron los mismos hijos de Trump, Eric y Donald Trump Jr., quienes defendieron la gestión de su padre como un paladín de las tradiciones familiares más enraizadas en Estados Unidos, mientras que la oratoria final estuvo a cargo de la etérea figura de la primera dama, Melania Trump, quien acudió a su origen esloveno para afirmar que la política migratoria de la administración actual busca la regularización de los inmigrantes y no su persecución.
Por otro lado, los discursos, en términos generales, se centraron en premisas unitarias para los cultos religiosos neopentecostales, que tienen mucha influencia en el círculo republicano, los protestantes y los católicos, como son las leyes en contra del aborto y las uniones de parejas Lgbtiq+. Es muy notorio el retroceso que ha tenido la beligerancia de Trump, incluso en estos mismos temas, que, si bien siguen siendo un estandarte visible de su campaña, ya no los presenta hacia la ofensiva, centrándose en el individuo y sus “prácticas” o “desviaciones”, sino en la necesidad de defender la “vida”, la “familia” y las “buenas costumbres”.
Al mismo tiempo se ha adelantado una fuerte campaña contra el candidato demócrata Joe Biden, de manera casi exclusiva, basándose en el mismo esquema de la “venezolanización” de la política, llegando a niveles que en otro momento era difícil sospechar que iban a encontrarse en una campaña en Estados Unidos, como el clásico “si gana Biden, nos vamos a volver como Venezuela”.
Por otro lado, la gran promesa de Trump es enfrentar la pandemia “hasta derrotarla”, tema con el que tiene un gran debe con la población de su país. En otras palabras, la campaña de Trump no pasó ni de cerca por la realidad de la población de Estados Unidos y sus necesidades tangibles.
En noviembre se sabrá qué rumbo tomarán las políticas interna y externa estadounidenses.