«Del hombre, aquello que más interesa es su condición», expresaba André Malraux. Y esa expresión se materializó en La Teja, durante el discurso de Tabaré. El rostro devastado en lágrimas de su vicepresidenta, Lucía Topolansky, las que asomaban en las pupilas de su compañero, recio, veterano y curtido en luchas. Las lágrimas del propio Tabaré y las de su gente.
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Y fue en el último tramo de su discurso en el que Vázquez se asomó a esa condición humana a la que aludimos. Esos logros sentidos en la epidermis por un pueblo que ha sabido de duelos y de quebrantos.
A esa sensibilidad colectiva llegó cuando dijo que nuestro país tiene la mayor cantidad de estudiantes que cursan en institutos públicos en nuestra historia reciente, añadiendo que se trata de un millón de alumnos de entre Dijo que Uruguay tiene la mayor cantidad de estudiantes en la educación pública en la historia reciente, con un millón de alumnos entre cero y 29 años.
Logro que solo puede ser realizable con el incremento del presupuesto dedicado a la educación, que pasó de ser de un 3,2% del PBI en 2004 a un 5,2% en 2018. Consecuentemente, señaló que el salario real de los docentes se incrementó en un de 90% en el período y el de no docentes en un 120%.
En cuanto a la educación terciaria, recordó que el 54% de los universitarios son de la primera generación, ya que sus padres no habían nunca accedido a ese nivel. En el plano edilicio, dijo que se construyeron 151 CAIF, 109 escuelas, 42 liceos, 44 locales de UTU, 2 polos tecnológicos, 3 centros de formación docente y 3 centros de UTEC.
Lo que denominó «revolución energética» también fue objeto de mención, ya que Tabaré resaltó que siendo en el pasado completamente dependiente en esa materia hoy es exportador de energía eléctrica a Argentina y Brasil y en el ámbito interno, en los próximo días habrá 34 transportes colectivos habilitados para prestar servicios en Montevideo, Canelones y Rocha.
Pese a que en los últimos lustros se ha convertido en un hábito para trabajadores y empresarios, era necesario recordar que en 2005 se rehabilitaron los Consejos de Salarios, “lo que según el presidente ha garantizado una mejoría en los sueldos y en las condiciones de trabajo” Fue un paso más allá, resaltando la habilitación, 2009, de la negociación colectiva.
Esas condicionantes políticas llevaron a que en 15 años, se redujera en un 30% la cantidad de accidentes laborales y se incrementara en un 60% el número de cotizantes a la seguridad social.
Abordando un tema crucial y que profesionalmente no le es ajeno, consignó la reducción de la mortalidad infantil, que pasó de un 13,2 por mil a 6,8 en 2019. Por añadidura, entre 2018 y 2019 mortalidad materna tuvo un guarismo de cero, y el embarazo adolescente se redujo de 54% a 34%. No podía faltar en su discurso algo que fue su orgullo personal y una causa que se transformó casi en la obsesión del oncólogo devenido en presidente, a saber, la lucha contra el tabaquismo y el orgullo de haber luchado con éxito con los poderosos monopolios tabacaleros, a los que «no les importa la salud de la gente con tal de ganar dinero”.
No se olvidó que el país no sólo está constituido por frenteamplistas y resaltó el aporte de los tres grandes partidos (PN, PC y FA) en la constución de la comunidad nacional, ni tampoco soslayó la autocrítica, remitiéndose a algunos latiguillos sobre la conducta política del FA, lanzados pocos minutos antes por «Título viejo».
Como la murga, se fue Tabaré del gobierno (aunque aún le quedan horas para ejercerlo), pero como fuera advertido, «nunca puede decir adiós». Desde la asunción del primer gobierno del FA en 2005, nunca se asistió a una ceremonia en la que hubiera un fervor colectivo como el que se registró en La Teja el viernes, nunca salvo entonces las lágrimas y las risas confluyeron, y nunca, desde la emoción colectiva, se pudo sentir un puro sentimiento dionisíaco que fundía a un gobernante con su gente. Chau, Tabaré.