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Sociedad

TRES AÑOS DEL ASESINATO DE PLEF

El homicidio, encubrimiento y la omisión de asistencia no aplican en Punta Gorda

La investigación sobre las distintas responsabilidades en el asesinato del artista Felipe Cabral, Plef, sigue sin definirse y con un avance hacia el archivo de las actuaciones de la fiscal Mirta Morales, aunque el delito esté lejos de prescribir; sin embargo, para operadores judiciales y policiales, hay elementos suficientes que si bien no ameritan un procesamiento por homicidio, hay indicios claros de responsabilidad por encubrimiento y omisión de asistencia.

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El popular ícono del gato que todos los febreros llena con su imagen la ciudad a mano de otros artistas callejeros a modo de homenaje y recuerdo espera por una justicia que parece, a tres años, haber cejado en sus esfuerzos por atrapar los “gatos que se escabullen entre la leña”.

En la casa de Sara, la madre de Felipe y esposa del famoso músico Chichito Cabral, el felino llamativo por su tamaño y colorido, por sus actitudes de bicho casero, llena los espacios que la vida arrebatada impunemente dejó.

En los ojos de Sara no hay odio ni rencor, pero sí una apabullante incomprensión. El cuarto de Plef y sus cosas mantienen el orden maternal, como esperando volver a escuchar el sonido de su bicicleta ingresando por el patio.

Conociendo al “minino” no es raro entender por qué Plef lo convirtió en un ícono callejero, y habla del espíritu de un botija dedicado en cuerpo y alma al arte, y la sensibilidad que este genera.

Y la impunidad va ganando distintas expresiones  de solidaridad  hacia Felipe; la estación sismológica de Polanco de Yi en Uruguay fue denominada y es reconocida a nivel internacional como Plef 1.

 El tiempo como cómplice

Plef realizó su pintada el viernes 15 de febrero y fue recién al otro día que volvió a la vivienda deshabitada que él había pintado, ubicada en rambla Ciudad de México N° 5691, a sacar fotos de su obra. Llegó a las 14.41 del sábado 16 y lo ejecutaron de un tiro calibre 22  a las 14.42, un minuto después de que llegara.

A Plef lo estaban esperando.

El día 22 de febrero del 2019, el juez penal de 34º Turno formalizó por ‘Un Delito de Tráfico Interno de Arma de Fuego’ a Ángel Panizza, el residente de la casa desde donde luego se comprobó que salió el disparo, pero a pesar del arsenal de armas de caza incautado, no se halló el arma homicida ni se pudo comprobar que Panizza fuera el autor material.

Fuentes de la investigación comentaron a Caras y Caretas que la demora se debió a varios factores, pero sobre todo al celo profesional de solicitar todos los detalles que se entendían necesarios para allanar la vivienda por parte de la Fiscalía y alguna dificultad para interpretar cómo actuar frente al nuevo Código. Otras fuentes manifiestan que, en realidad, por las características del lugar donde se cometió el crimen se podrían haber allanado las dos casas habitadas, a un lado y otro de la deshabitada, permitiendo ganar tiempo. Otras fuentes indican que llevó un plazo quizás demasiado largo realizar la reconstrucción del crimen con base en las filmaciones obtenidas recreando la escena en 3D y comprobar que sin lugar a dudas la bala de un rifle calibre 22 fue disparada desde la casa de Panizza. Fue recién el dos de agosto de 2019 que se llevaron adelante las primeras audiencias; en ese lapso el principal sospechoso falleció (más precisamente en mayo). La mesa quedaba servida para que se llevara la responsabilidad por el homicidio, pero Panizza no estaba solo en su casa en el momento de los hechos. Su hijo que reside en la vivienda y su nuera estaban allí.

El 21 de febrero, cuatro días después del hallazgo del cuerpo, se realizó el allanamiento en la casa de Ángel Panizza.

Desde agosto de 2019 a la fecha de publicación de este, que ya es el tercer artículo, a pesar de los indicios que desnudaron contradicciones en las declaraciones no se han registrado avances.

Indicios que prima facie parecen operar de distinta manera en términos generales, según  los indagados vivan en el Casabó, o en Punta Gorda.

 Lo probado

A la hora que asesinaron a Plef, las tres personas residentes en la casa de donde salió el disparo estaban presentes.

La pericia balística comprobó que el disparo se efectuó desde la casa y se ubicó la zona del portón desde donde se efectuó el mortal tiro calibre 22.

El cadáver de Plef  estuvo en la calle desde las 14.42 hasta las 20 horas, cuando la Policía llegó al lugar alertada por un transeúnte, que vio el cuerpo a las 16 horas y pensó que era una persona dormida.

El análisis telefónico registrado entre los hermanos Panizza, desde que matan a Plef y llega la Policía, registra 17 llamadas, algunas con intervalos de segundos entre una y otra, y llamó la atención que entre los hermanos no era para nada habitual la comunicación telefónica.

Hasta donde las cámaras pudieron registrar, el hijo de Panizza que vivía con él salió en ese intervalo en su auto de la vivienda con destino incierto, y no fue a visitar a su hermano que vive en Malvín, pero que en esos momentos se encontraba en Rocha, según sus declaraciones.

La policía no pudo encontrar el arma homicida ni vainas disparadas calibre 22.

Borrachos no vale

Tanto el hijo de Panizza (A.P.M) como su nuera (M.F.S) se encontraban presentes en el lugar al momento de los hechos.

Ambos declaran (en agosto de 2019) no recordar mucho de los hechos por el tiempo transcurrido, por el duelo que vivían por la  muerte del padre en mayo, y que en esa jornada en particular, se encontraban bajo los efectos de una noche de ingesta de alcohol.

Por toda pregunta al interrogatorio, se recibía un “no me acuerdo”.

Esa estrategia se torna endeble ya que genera contradicciones en las declaraciones de la pareja.

La nuera de Panizza dice haberse levantado a las 15 horas (Plef recién había sido asesinado) con cierta resaca y que su novio y suegro ya estaban levantados.

Dice no haber notado nada raro en la casa, que almorzó con su novio que fue quien cocinó, y que su suegro ya había comido y que estuvieron todo el día juntos, hasta que en un momento ella y el hijo de Panizza salieron de la casa a comprar cerveza y cigarros.

Dice que la combinación del alcohol con la medicación que toma por su condición de epiléptica fue devastadora para que no pueda recordar con claridad los hechos durante aquel día y tenga una noción confusa de lo sucedido.

El único elemento que coincide de esa versión con su novio, es que este ya estaba levantado cuando ella despertó (Panizza hijo, según declaró, se levantó entre las 12 y las 14, momentos antes del asesinato de Plef).

Panizza (h) confirma la versión de su pareja de salir en un momento de la casa pero no lo puede recordar con precisión, sin embargo dice que no cocinó y que no recuerda haber almorzado.

Las cámaras analizadas en ese lapso, por el contrario, muestran a Panizza (h) saliendo de la casa en su vehículo sin la compañía de su pareja.

La nuera tampoco dice recordar las intensas y múltiples llamadas de su pareja a su cuñado.

Panizza (h)

A.P. M es un diseñador gráfico e ingeniero en sistemas, empleado de la empresa Artech GeneXus en su momento y vecino  de toda la vida del barrio de Punta Gorda.

Tiene un coeficiente intelectual característico de una persona de clase media e instruida.

En sede judicial se muestra con cierta molestia ante el interrogatorio y se expresa con bastante soberbia, según los audios a los que pudo acceder Caras y Caretas.

Según los chats analizados por Policía Científica del grupo de Vecinos en alerta, es uno de los integrantes más activos, notificando de los movimientos de personas extrañas en el lugar, llegando incluso, tras llamar al 911, a perseguir a una persona en bicicleta.

Una parte de su vivienda  posee grandes ventanales que permitían vigilar los movimientos de la zona, y según sus declaraciones, estar al tanto de la gente que ocupaba la vivienda abandonada e incluso alguna vez ser víctima de robos.

Manifestó también que en la noche es común escuchar detonaciones de armas de fuego en esa zona de Punta Gorda.

Sin embargo ese día, del cual no recuerda mucha cosa por su “estado de resaca”, se enteró recién por la policía de la muerte de Plef; dice no haber escuchado un disparo que se provocó desde su casa (“no sé cómo suena un disparo”, declaró en Fiscalía), ni que nadie le comentara de una persona muerta casi en su jardín.

Expresó no hacer un uso “significativo” del celular, a pesar de estar en el grupo de WhatsApp de Vecinos en alerta y trabajar para una empresa de informática; todo indica que hasta que se le exhibió el registro de llamadas, la estrategia era no evidenciar las 17 llamadas ocurridas entre el asesinato de Plef y la llegada de la policía.

Dijo haber salido a pie con su novia a comprar cigarros y que no conduciría su auto por su estado , hasta que se le mostraron los registros de las cámaras; en los mismos se puede apreciar que no solo nunca salió con su novia a pie del domicilio, sino que lo hizo en su auto y hasta donde lo pudieron seguir las cámaras de videovigilancia  salió de su casa a las 19.28, llamando cuatro veces a su hermano, realizando dos paradas a pocas cuadras de su vivienda; una desde la calle Hernani y otra desde la calle Michigan, para retornar a su hogar a las 20.07.

¿El homicida en la tumba?

Si el estado de resaca producto de varias noches de ingesta de alcohol y probablemente alguna sustancia más, combinada con los medicamentos generó en A.P. M un efecto de falta de memoria tan poderoso, bajo esa lógica, todo vuelve a fojas cero.

Su estado no le impidió hablar con su hermano en forma constante (en Fiscalía declaró que le comentaba motivos de índole personal y de salud que no quería revelar aunque deslizó cierto tratamiento psiquiátrico) ni podría haber conducido su vehículo.

La policía incluso manifiesta que a la hora en la noche cuando lo conducen a ver el cuerpo de Plef, estaba completamente lúcido.

Pero tomando por cierta tal alteración de la conciencia, podría incluso haber disparado, fiel a su comportamiento de “vigilia constante” de su propiedad, y no recordarlo.

A esta altura de la investigación, el fallecido Ángel Panizza será el chivo expiatorio, autor material del homicidio y ahí quedará cerrado para siempre el acceso a la verdad, pero ese alguien, uno de los testigos en el domicilio, aún involuntarios, debería en un acto de justicia humana dejar de ser leal a la memoria paterna y en todo caso, asumir el encubrimiento, hecho que por otra parte surge claramente de las evasivas.

Pero fuentes del caso consultadas por Caras y Caretas confiaron dos datos que no debieron desestimarse. El primero es que el relato de las actividades realizadas por Ángel Panizza en la mañana del 16 es coherente, su salida a la feria, los detalles de las actividades domésticas, y que su relato se convierte en titubeante cuando debe narrar lo sucedido cuando su hijo A.P. M se despierta y las actividades que desarrolla.

El otro elemento es de conocidos de A.P.M que narraron una anécdota contada por él mismo, cuando desde un ventanal con vista a la rambla, realizó algún disparo intimidatorio contra desconocidos que sospechaba malvivientes.

Nuestras convicciones

Tanto la defensa como la familia de Plef confirman algunas conclusiones a las que vienen arribando desde 2019.

El tiempo que transcurrió entre que Plef llega, saca la foto, se sienta y es asesinado, da indicios claro de que lo estaban esperando.

Esta circunstancia no investigada a fondo por la Fiscalía no es un hecho menor. No se interroga a los indagados si habían visto la presencia de Plef la jornada anterior, cuando es imposible que no lo vieran estando todo el tiempo atentos a los movimientos en la casa abandonada; si discutió con alguien, si desoyó las advertencias de que no volviera, si a alguien le expresó la hora en que volvería a fotografiar su pintada.

Hasta el día de hoy, varios vecinos recriminan la actitud del joven por ir a pintar el muro de la casa abandonada, uno de ellos que si lo vio haciendo la pintada, vecino que vive lindero al muro y custodio por herencia de la casa abandonada M.A.L..

Tampoco fue investigada la relación entre la familia Panizza y Luis Sarazola, que asistía asiduamente al lugar porque pretendía tomar posesión del inmueble abandona donde se hizo la pintada y tenía un importante enfrentamiento con M.A.L. .Sarazola ( ex militar y habitué al polígono de tiro) en la policía declaró que estaba convencido el tiro era para él, elemento que quedó descartado por que la casa de M.A.L se ubica del otro lado la casa de Panizza, salvo existiera una confabulación entre los Panizza y M.A.L para eliminar a Sarazola. Con M.A.L hubo denuncias por agresión y amenazas.

Sarazola en el despacho del diputado Gerardo Núñez se jactó de saber quién mató a Plef.

No es creíble que A.P.M y su novia no hubieran encontrado en estado alterado a Ángel Panizza; podría haber sido un excelente simulador y a pesar de su notorio carácter conflictivo según los vecinos del barrio, fuera poseedor de una frialdad capaz de disparar contra alguien y que no se le mueva un músculo, o en el otro extremo de la teoría, Ángel Panizza no tuviera más responsabilidad que llevarse a la tumba la verdad de lo visto como testigo.

La endeble, casi infantil argumentación de escudarse en la poca memoria a causa de la ingesta de alcohol ha sido a lo largo de los procesos penales la justificación para no admitir responsabilidades, aun en el caso de delitos sexuales. Estrategia que ofende la inteligencia de cualquier operador policial o judicial.

Las notorias contradicciones entre los declarantes y sus propias declaraciones, las pruebas exhibidas que comprueban hechos y actitudes no mencionados, son un elemento contundente más de que algo se sabe.

El encubrimiento rompe los ojos, y si hay algún elemento de peso para no tomarlo como condición suficiente, desde los involucrados hasta el Estado, deberían hacerse responsable de una persona muerta en la vía pública, a vista de todos y en un barrio como Punta Gorda.

El cuerpo de Plef no estaba oculto en un monte, enterrado en la arena o sumergido en una zanja. Estuvo cinco horas a la vista de todos quienes hubieran querido verlo.

El arma homicida seguramente fue quitada de la escena, durante  el tiempo en que A.P.M salió con rumbo a Malvín, más específicamente la zona donde cruza el arroyo. En las zonas indicadas donde el vehículo se detuvo, casualmente, además de contenedores de basura, vive un funcionario de la Armada Nacional, organismo al que pertenece el hermano.

También es probable que se despojaran del arma en el lapso del tardío allanamiento, pero es poco probable, salvo que manejaran información interna, de cuánto demoraría en producirse.

El muro

¿Qué motivaciones tan fuertes existen para un actuar tan lento de las dirigencias por un lado, y para la toma de unas definiciones por otro?

¿Debemos concluir que ser vecino de Punta Gorda, tener familiares en la dirección de un organismo público como ASSE y haber sido importante oficial de la Armada Nacional genera ante los ojos de la Justicia un estatus de privilegio por encima de cualquier vecino de la periferia de Montevideo.

Consulta a un analista en credibilidad del testimonio a través del análisis paraverbal (España)

En los audios analizados, el nivel tonal paraverbal detecta un recuerdo de los detalles que no estén vinculados al día del homicidio, no habiendo una asociación entre el tono y la palabra, utilizando un tono autoritario al momento de responder.

No nombra la palabra homicidio, muerte o similar, por el contrario, cuando hace alusión a lo sucedido dice “eso”, utilizando como recurso verbal el tomar distancia del hecho en el relato.

Tomando en cuenta el registro  mecánico condicionado por la edad y el género cuando repite no recordar actividades realizadas ese día, se establece que por el ritmo al responder no hay intención de buscar en los recuerdos. Es esta una respuesta mecánica y rápida.

Muestra represión en las tonalidades de respuesta, es redundante en las mismas.

Se molesta y alza el tono de voz cuando  no encuentra qué responder a la pregunta que le están realizando. En su tono hay una evaluación negativa y desafía la autoridad.

Comentario: redunda, dando una respuesta tautológica.

De su  relato se desprende una negativa  témporo-espacial referida al día del homicidio. Es evasivo y cambiante en las respuestas.

 

 

 

 

 

 

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