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Política

Las reflexiones en solitario del fiscal Garganta

Entre alfileres y tornillos

A pesar de la promocionada alta popularidad que tiene el presidente de la República, Luis Lacalle Pou, de acuerdo a algunas encuestadoras privadas, la interna del Partido Nacional es un tembladeral. ¿Por qué? Porque la coalición multicolor se está despintando como salpicada a brochas anchas con aguarrás.

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Los socios estuvieron firmes tan solo seis meses. El senador de Cabildo Abierto Guido Manini Ríos le marcó la cancha al mandatario desde el primer día. De hecho, puso el grito en el cielo ante una norma de la manida Ley de Urgente Consideración por la pretensión del gobierno de importar combustibles.

“La coalición está prendida de alfileres”. “Los coaligados tienen poder de chantaje”. Estas frases suenan como un eco en los corrillos políticos. En el Partido Nacional aturden. Hay quienes sostienen que el presidente debe ser más horizontal a la hora de tomar decisiones. Sucede que el presidente solo se sostiene en una mesa muy chica de amigos íntimos, que dirime las resoluciones apoyado en cuatro personas: el secretario general, Álvaro Delgado, el prosecretario, Rodrigo Ferrés, su secretario, Nicolás Martínez, y el secretario de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, Isaac Alfie. A este último es a quien más escucha.

El exministro de Economía durante el gobierno de Jorge Batlle es el referente de Lacalle. Esto también genera ruido en la interna del Partido Nacional. Resultó que un colorado es el hombro de un presidente blanco. La ministra de Economía, Azucena Arbeleche, pasó a ser una figura casi decorativa. Solo basta repasar las principales conferencias de prensa del mandatario. Siempre a su lado estaba Lito.

Entonces, los coaligados tienen poca participación en las decisiones de gobierno. Los  Consejos de Ministros brillan por su ausencia. El presidente es quien toma las resoluciones y se las comunica a los secretarios de Estado, quienes miran la gestión -tal como dice el tango- “con la ñata contra el vidrio”.

Pero ahora le llega la otra pandemia al gobierno nacionalista: la ley de Presupuesto. Ya hay resquemores en la interna del gobierno. Por ejemplo, el futuro ministro de Medio Ambiente, Adrián Peña, está molesto porque le van a otorgar magros fondos para desempeñarse en su cartera. Justo a él, que viene a suplir el cupo de Ciudadanos, tras la partida de Ernesto Talvi de la cancillería. En cambio, se prevé que el Ministerio de Transporte y Obras Públicas, dirigido por el herrerista Luis Alberto Heber, tendrá una buena partida para desarrollar la infraestructura en el marco del desembarco de UPM 2. Al menos transcurren los días y Heber no cesa de pasar el platito. Por los oídos de Larrañaga aún resuenan las palabras de Mujica que le pronóstico “que lo van a quemar” y que se olvidara de reivindicar el wilsonismo. Irene Moreyra y Tabarecito, quienes se suponía iban a tener una connivencia ardiente, se asustan cuando se les recuerda que para ellos sigue vigente la rebaja de 15% de su presupuesto para Vivienda. Bartol no comulga con Castaingdebat ni con Martinelli, que son los verdaderos dueños del ministerio y encargados de administrar los recortes. Sin embargo la voz del Opus Dei en el gobierno continuará mientras el cuerpo aguante.

El presidente confía que la coalición está sostenida por férreos tornillos y que el carpintero es Alfie. Lacalle Pou perdió las elecciones de primera vuelta frente al candidato del Frente Amplio, Daniel Martínez. Sólo obtuvo el 28,62% de los votos. El exintendente de Montevideo lo superó con 39,02%. Los que sacudieron el tablero fueron los principiantes en comicios y que no tenían una aparente actividad política, por lo menos militante. Talvi obtuvo 12,34% y Manini 11,04%.

Lacalle los necesitaba como agua para un despistado en el desierto. Gracias a estos dos dirigentes, el nacionalista triunfó en la segunda vuelta con un 48,8% frente a Martínez, que alcanzó el 47,3%. Es decir, Lacalle es presidente gracias a Manini y Talvi.

Las elecciones de octubre determinaron que en el Senado el Frente Amplio obtuviera 13 bancas, el Partido Nacional 10, el Partido Colorado 4 y Cabildo Abierto 3. En la Cámara de Representantes, la composición quedó de la siguiente forma: la izquierda 45, los blancos 31, el partido de Batlle y Ordóñez 13 y los cabildistas 6.

La correlación política está complicada, pero más complicado está el virus que anda desde hace meses recorriendo a todos los prestadores, pero, por suerte, recién consiguió hora.

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