El viernes 17 Luis Lacalle Pou llegó a la avenida Chiverta de Punta del Este para inaugurar una moderna subestación de UTE iniciada bajo gobierno del Frente Amplio.
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De pronto, Germán Cardoso bajó la vereda, presto, tendiéndole la mano al presidente. Pero este lo ignoró, le palmeó el antebrazo y siguió su camino sin cambiar palabras. La cara del exministro de Turismo, desairado, lo dijo todo.
Fueron apenas unos segundos lo que duró esta reveladora imagen difundida por Subrayado.
El año próximo, Cardoso deberá responder ante Fiscalía por los desmanes cometidos en el ministerio a su cargo. Ya no podrá mentir como lo hizo hasta ahora.
Le mintió al presidente antes de ser despedido, cuando dijo que “le había llevado todos los expedientes cuestionados por su exdirector Nacional de Turismo, Martín Pérez Banchero”. Pero no le había entregado todo y eso le costó la destitución, disfrazada de renuncia.
En 2017 mintió cuando negó tener vínculos económicos con Francisco Sanabria, seguramente creyendo que la Justicia no sabía que era director de Firosol SA, una automotora propiedad de Sanabria.
En varias declaraciones, Cardoso negó cualquier tipo de relación o contacto con alguna de las empresas beneficiadas con compras directas efectuadas por el Ministerio de Turismo. Pero eso es falso. En diferentes oportunidades el ministerio contrató por cifras importantes una camioneta para el traslado de varias personas. El vehículo pertenece a José Garrido, un testaferro de Francisco Sanabria en una rentadora de autos. Algo que Cardoso no podía desconocer porque así figura en el expediente procesal del expropietario de Cambio Nelson.
Le mintió a los medios de comunicación cuando quiso disfrazar como asuntos de interés públicos, que eran de absoluto interés personal, las llamadas realizadas al coordinador de la Jefatura de Policía de Maldonado, comisario Fernando Pereira, actualmente preso por varios delitos. Este se jactaba ante sus pares “de haber sido colocado en tal jerarquía por su amigo Cardoso”.
Le mintió a sus pares en la Cámara de Diputados cuando negó haber llevado como “asesor” a su amigo Elbio Rodríguez. Pretendió que todos creyeran que “solo lo había invitado al acto de asunción como ministro”.
Pero es difícil de creer que “el invitado a una fiesta” terminara instalado en una oficina ministerial intentando hacer negocios para sí con la empresa Kirma, como lo reconoció en la Comisión Investigadora. O que accediera a información privilegiada que le permitió recuperar 314.000 dólares que los exconcesionarios del hotel Serena de Punta del Este, propiedad del Mintur, le debían a él y a su hermano Diego Rodríguez. El negocio con Kirma no le salió, pero el del Serena fue redondito.
Su torpe defensa consistió en hacer la “gran Paolo” -“me expulsan, pero me llevo a uno”- y terminó acusando a su antecesora Liliam Kechichian por irregularidades que como ministro no había denunciado un año y medio después de asumir, algo obligado por ser funcionario público.
Germán Cardoso fue catapultado al principio de su vida política por el senador Wilson Sanabria cuando este era uno de los hombres más poderosos del Partido Colorado y, asunto no menor, era su yerno.
Cuando dejó de serlo también perdió todos los favores y entonces se recostó en Pedro Bordaberry. Y cuando este abandonó la vida política activa, pasó a ser un hombre de Ernesto Talvi.
Estas relaciones le sirvieron para ser elegido diputado, siempre con votos de otros.
A ministro llegó por su relación de amistad con Lacalle Pou, gestada cuando compartieron tiempo en Diputados, pero no escapa que sus suegros son importantes dirigentes herreristas de Treinta y Tres, él senador, ella diputada, suplentes. Y que el actual intendente de ese departamento, Mario Silvera, es el padre del hijo de la actual esposa de Cardoso.
Fue el primer ministro de la Coalición, denunciado por otro colorado y destituido por notorias irregularidades. Y podría ser el primer diputado de este gobierno desaforado si la Justicia lo procesa y condena.
Las acusaciones y las pruebas son contundentes.
El empresario y exdiputado colorado Francisco Sanabria y el comisario Fernando Pereira, ambos amigos de Cardoso, terminaron procesados y presos. El año que viene veremos la suerte judicial que corre Elbio Rodríguez, el exasesor y otro amigo notorio.