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Argentina |

A veces la Justicia es cruel: las heridas abiertas en la causa Santiago Maldonado

A tres años de un caso que conmovió a Argentina e impactó en todo el mundo, Sergio Maldonado, hermano de Santiago, explicó a Caras y Caretas los motivos por los que la familia insiste en hablar de desaparición forzada y seguirá reclamando respuestas de la Justicia para conocer qué sucedió y cómo se desarrollaron los hechos.

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Por Alfredo Percovich

Maldonado habló del espionaje del que fue víctima, de la reconstrucción que nunca llegó, de las noticias falsas y de un cúmulo de circunstancias que evidencian que la causa sigue sin despejar lo que realmente sucedió aquella mañana cuando se desató la represión contra la comunidad Pu Lof en Resistencia de Cushamen. También se refirió al odio al distinto y la «deshumanización de las víctimas».

El 1° de agosto de 2017, más de 100 gendarmes cercaron a un grupo de manifestantes de la Comunidad Mapuche de la Patagonia con la orden de desalojar la ruta 40. La represión fue feroz. Se habló de zona liberada para la «cacería» y la posibilidad de «fuego libre» y «mano dura». Poco a poco, el mundo entero comenzó a preguntar por un artesano anarquista que se transformaría en símbolo de resistencia para millones a lo largo y ancho del planeta. «¿Dónde está Santiago?» fue consigna y emblema que abrazaron la cultura, cientos de organizaciones de Derechos Humanos, sindicatos, artistas plásticos y un amplio abanico de voces de diversos ámbitos.

Una parte de la historia de lo que sucedió allí aquel fatídico día ha sido contada, repasada y documentada en casi todos los formatos posibles. Sin embargo, la familia Maldonado continúa exigiendo saber exactamente qué sucedió desde ese 1° de agosto hasta el 17 de octubre de 2017, cuando fue hallado, sin vida, el cuerpo de Santiago.

«A veces la Justicia es muy injusta y cruel. En las causas de lesa humanidad hay muchas madres que han ido quedando por el camino, que se han ido yendo sin saber qué paso o sin poder encontrar a sus nietos. En nuestro caso debemos ‘agradecer’ que tenemos un cuerpo al que le podemos rendir nuestro homenaje o llevarle una flor al cementerio. Parte de la herida cerró. Pero después está la otra de no saber qué pasó. La noche antes de fallecer mi abuela Maruki [María Elena] en julio de 2019, me dijo, ya entregada y sabiendo que se iba: “Yo voy a averiguar qué le pasó a Santiago”. Es tan claro que necesitamos saber qué pasó, no podemos guiarnos por la intuición o los supuestos, porque la desaparición forzada tiene eso que abre un abanico enorme de posibilidades, pero en realidad no sabes nada, porque no hay nada que te asegure la verdad. No hay nada que le asegure a las madres que sus hijos fueron asesinados, tirados desde el aire en los vuelos de la muerte, porque hasta que no aparezca un cuerpo y no se investigue qué pasó, los tienen que seguir buscando. Y eso es lo más terrible. Y si bien acá apareció el cuerpo, judicialmente no se ha hecho nada para investigar qué es lo que le pasó a Santiago. Ni siquiera una reconstrucción de lo que sucedió. Todo ello es lo que genera que uno no pueda estar en paz y cerrar la herida. Siempre es necesario mantener viva la memoria y, si bien hay días duros, siempre hay que seguir luchando a pesar del cansancio».

 

Desaparición forzada

En el documental Santiago Maldonado, un crimen de Estado, la abogada defensora de la familia, Verónica Heredia, sostiene que la desaparición forzada implica la intervención de las fuerzas de seguridad, la privación de la libertad, para luego pasar a la negación oficial y el cercenamiento de la información. “Primero negar la desaparición, luego la detención, ir fraguando pruebas, ocultando, mintiendo, y todo eso es lo que sucedió con el caso de Santiago Maldonado”. Heredia, durante el proceso y la marcha de la causa, defendió la tesis de que más allá de las afinidades o no que cada quien pueda tener con el gobierno de turno, la desaparición forzada es un asunto de Estado. En el mismo sentido se pronunció la cofundadora de Madres de Plaza de Mayo, Nora Cortiñas, quien aseguró que “nunca van a poder negar que fue una desaparición forzada seguida de muerte”.

Según la Convención Internacional para la protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas de la Naciones Unidas, una desaparición forzada es “el arresto, la detención, el secuestro o cualquier otra forma de privación de libertad que sean obra de agentes del Estado o por personas o grupos de personas que actúan con la autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida de la negativa a reconocer dicha privación de libertad o del ocultamiento de la suerte o el paradero de la persona desaparecida, sustrayéndola a la protección de la ley”.

Sergio Maldonado dijo a Caras y Caretas que es imposible admitir lo inadmisible y que la búsqueda de la verdad debe continuar a pesar del cansancio que provoca luchar contra el sistema.

«¿Te vas a guiar por lo que dice el juez, que no pasó nada? ¿Santiago se ahogó solo? ¿Fue un accidente? Y todo lo que se dice incluso desde el propio Ministerio de Seguridad, que actuaron mal, ¿no se tiene en cuenta?».

Otro de los aspectos oscuros de la causa salió a luz cuando se supo que Sergio Maldonado estaba siendo víctima de espionaje. Él siempre lo sospechó. La realidad oficial demoró un poco más en reconocerlo.

«Yo me enteré de la pinchadura de mi teléfono por un medio de comunicación y no por un juez. Insólito, ¿verdad? Me entero casi un año después cuando fui a declarar en una denuncia que había presentado por espionaje porque presentía que tenía el teléfono pinchado. Cuando declaré me trataron como un paranoico o que estaba delirando, sin embargo, eso se confirmó. Estaban espiando al hermano que denunciaba la desaparición de su familiar. Son cosas que te indignan. No le pinchan el teléfono a los gendarmes para escucharlos porque dicen que eso es ilegal. Pero sí se lo pinchan a las víctimas, sugiriendo que la responsabilidad de la desaparición de Santiago era mía».

 

La lógica perversa
Para Sergio Maldonado, el relato oficial y las noticias falsas que se difundieron puntillosamente en algunos medios pretendieron colocar a su hermano en un territorio de sospecha, oscuro y turbio. No es una lógica innovadora. Las culpabilización de las víctimas es un modus operandi tan reiterado como vetusto, con el que se insiste en acechar una y otra vez a quienes buscan encontrar la verdad y la justicia. Demasiadas veces, las familias que libran batallas por la verdad y la justicia deben enfrentar rumores, versiones nunca confirmadas, sospechas más o menos sutiles, siempre repulsivas, de los expertos de las teorías macabras por las que las víctimas terminan siendo colocadas en un espacio de observación y castigo sumario porque “andarían en algo raro” y seguramente “algo habrán hecho”.

 

La lógica de los aparatos represivos no suele dar espacio a la sospecha de sus pares.

«Es una matriz que se va modernizando. Es el mismo sistema que actuó en dictadura y que ahora sigue en democracia. De hecho, si uno estudia los legajos de muchos personajes de la dictadura, continuaron actuando después. No son del gobierno de Macri, ni de los 12 años del kirchnerismo ni de la época de Alfonsín, sino que vienen de antes. Desde allí vienen los vicios de la impunidad. Es como una gran institución con esa hermandad que hay. Cuando Patricia Bullrich dice que no va a tirar a ningún gendarme por la ventana, en realidad lo que está haciendo es avalar y darles carta para que hagan lo que quieran. Ascendió a gendarmes que participaron en la desaparición de Santiago, les dio empoderamiento a las fuerzas de seguridad. Son fuerzas que están para eso; puede haber un gobierno que las controla más o que las controla menos. Darles libertad de acción es como que les soltás la cadena y le decís ‘hacé lo que quieras’. Y después es muy difícil controlar eso, te lleva mucho tiempo».

 

'Yo, Santiago'
En una libreta de apuntes, Santiago escribió algunas de sus ideas sobre las injusticias, el sistema y la represión como forma de controlarlo todo. Sus ideas tal vez sean el costado menos conocido del artesano, muralista y tatuador anarquista. «Se dice que el problema es la inseguridad, que los delincuentes son el problema de todos nuestros males, pero nadie se cuestiona la raíz de los problemas». Santiago sostenía que los gobiernos que se basan en la represión se apoderan de la vida de las personas, premian a los represores, torturadores, explotadores y castigan a los desobedientes del sistema. «Aparte de que existe la cárcel, la tortura, la represión y la explotación en la vida cotidiana perpetuada por las autoridades, ejércitos, jueces, policías, fiscales, políticos y demás mequetrefes, cómplices, como empresarios y mercenarios, sustentan esta miseria y esta esclavitud, instalándolas en todas las relaciones de nuestra vida». Todos estos años de gente entre tanta mentira organizada. El sistema y nosotros. Opresión y rebeldía. Santiago Maldonado hablaba en modo realidad y con voz de presagio. «Vivimos en un mundo artificial donde el valor de intercambio material es el dinero, que genera desigualdades, porque hay distintos tipos de clases sociales y costumbres por las cuales comienzan a aparecer sometidos y sometedores, por lo que vienen al caso el poder y el dinero, que corrompen a las personas, porque el dinero genera poder y el poder es respaldado por el verdadero dinero y viceversa, dejando atrás todo tipo de buenos valores, relaciones humanas, sentimientos y honestidad”.

 

El odio al distinto

Para Sergio Maldonado, Argentina debe mirarse al espejo, para posteriormente reconocer y admitir que en parte de la sociedad persiste cierta forma de discriminación fuertemente arraigada y que, si bien no será sencillo, habrá que dar la batalla para intentar cambiar la lógica del odio al distinto.

«Es la deshumanización de la persona. Cuando se habla del ‘hippie roñoso’, lo que se está haciendo es denostar al que no es como yo quiero que sea. Deshumanizar a las víctimas. Santiago ya lo padeció, ahora tienen que atacar a los que siguen luchando. Y necesitan otros para instalar lo mismo. Desapareció Facundo y también Luis Espinoza en Tucumán. Facundo desparece el 30 de abril, pero recién se da a conocer a fines de junio. Y el 15 de mayo desapareció Luis Espinoza en Tucumán, que apareció a los seis días. También lo encuentra el hermano, asesinado por policías que hoy están apartados. Ahí también se investiga desaparición forzada. Los nuevos casos son utilizados por el aparato mediático que puede sumar o restar para encontrar la verdad».

 

El caso Espinoza

El caso del peón rural Luis Armando Espinoza sucedió en la provincia de Tucumán y tuvo repercusiones en toda Argentina. El trabajador rural fue atacado junto a su hermano por policías de la comisaría de Monteagudo, estuvo desaparecido aproximadamente durante una semana hasta que su cuerpo, sin vida, envuelto en bolsas negras y encintado por completo, según detalló el comunicado del Ministerio Público Fiscal, fue encontrado con un disparo que ingresó por su espalda.

De acuerdo a lo que manifestó el juez de instrucción penal Mario Velázquez a Página/12, la desaparición forzada de Luis Espinoza «tiene todos los condimentos del terrorismo de Estado». El juez de la causa sostuvo que se trató de «una atrocidad que debe ser repudiada y rechazada desde todo ámbito y, sobre todo, desde la administración de justicia merece el máximo rigor que establece el Código Penal. Llevo 15 años como juez de garantías y ya he tenido casos de policías involucrados en enfrentamientos pero nunca tuve un caso como este. Acá se privó a una persona de la libertad, se la hizo desaparecer y, habiéndola matado, se la tiró. Tiene todos los condimentos de la época más atroz de nuestra historia en manos del terrorismo de Estado. Es el fiel reflejo de cargar a alguien en un helicóptero y tirarlo en otro lado para desaparecerlo. Después de tantos años de democracia aparecen estas sombras para hacernos reaccionar a todos los poderes del Estado. No merecemos vivir en una sociedad con este tipo de episodios, todos los que tenemos responsabilidad debemos ser implacables al aplicar el rigor que estableció la sociedad en el ejercicio del poder punitivo del Estado. Matar a una persona en estas condiciones no tiene explicación, es una locura».

Para Sergio Maldonado, la cobertura de prensa de este nuevo caso fue «notoriamente distinta», como consecuencia directa del cambio de signo en el poder.

«Ahora en la causa no está el macrismo detrás, y como los medios masivos de comunicación están contra el gobierno actual, entonces no atacan a la familia, no mienten, no dicen ‘está acá, está allá’, salvo algunos hechos aislados, pero [las versiones falaces] no son de la misma magnitud ni tan reiteradas como con Santiago, que fueron constantes. Al menos, entre tanto dolor y angustia, esta familia tiene eso a favor de no tener que estar sometida a tanta mentira desde los medios. Es algo sobre lo que también deberíamos reflexionar como sociedad por aquello de las distintas varas con las que medimos ciertos temas. Santiago fue tratado por cierta prensa como una especie de delincuente que estaba cortando una ruta, cuando en realidad no lo estaba haciendo. Me parece importante hablar de estas cosas».

Maldonado también se refirió al caso de Jorge Adolfo Ríos, un hombre que mató a uno de los cinco ladrones que ingresaron a robar en su casa en Quilmes y el abordaje de los medios. «Se habla del jubilado y muchas veces no se lo menciona con su nombre como una forma de colocarlo en lugar de víctima, un tanto más indefenso. Yo tuve que soportar leer que Santiago era un delincuente, un ‘hippie roñoso’, porque se estaba solidarizando con una causa de los pueblos originarios que enfrentaban a un terrateniente como [Luciano] Benetton, que tiene en su poder más de un millón de hectáreas de campo y acá, cuando la prensa quiere quitarle responsabilidades a alguien, lo coloca en el lugar de víctima. Depende quién gobierne y a quién le cortes la ruta, cómo te tratará la prensa. Si alguien como el actual senador Alfredo De Angeli, en su época, cortaba rutas, eso para los grandes medios de comunicación estaba bien porque era una acción contra el gobierno kirchnerista. Pero dependiendo de dónde lo hagas o a quién, serás considerado piquetero o no. Así también es el Estado que un día dice una cosa y otro día dice otra. El Estado está conformado por personas que van cambiando de postura según como sopla el viento».

 

El silencio de Alberto Fernández

Sergio Maldonado ha sido crítico con lo que entiende han sido «silencios» del actual presidente argentino, Alberto Fernández, en relación a la causa de Santiago así como también en relación al caso de Luis Espinoza. «Si bien dijo algo al inicio de todo, desde que comenzó la campaña electoral y hasta ahora nunca dijo nada, no mencionó a Santiago, y por ello lo cuestioné a través de algunas declaraciones y notas. Por esto que hablábamos recién de las varas, tal como cuestionamos a [Mauricio] Macri por su falta de pronunciamiento por Santiago. También cuestioné [a Alberto Fernández] por no haberse pronunciado por Luis Espinoza, siendo que fue a Tucumán el día anterior a que apareciera el cuerpo y ni siquiera le mandó condolencias a su familia. Son muchas cosas que debemos considerar».

Sergio Maldonado reflexionó con Caras y Caretas sobre otro caso que también refiere a injusticia y a falta de respuesta oficial, que conmocionó a su país en plena pandemia. Se trata de la muerte de Ramona Medina, referente de la Villa 31 que murió por coronavirus reclamando por agua potable para poder sobrevivir con cierta dignidad dentro del evidente abandono y olvido oficial de los distintos gobiernos de turno.

«A Ramona el Estado la abandonó. Murió por desidia del Estado. Le decían que tenía que lavarse las manos y en la villa no tenían agua. Creo lamentablemente que hay una forma de especulación del propio presidente sobre cuándo manifestarse y cuándo no, tal vez por aquello de ir midiendo lo que conviene o no. Vos tenés que mantener una posición clara si realmente defendés los derechos humanos. Posicionarte y mandar un mensaje. En esto hay que ser imparcial, los asuntos de derechos humanos son temas que requieren posturas que hay que marcar, decirlas y sostenerlas. Por más que algunos te digan que al criticar algo le hacés el juego a la derecha, como ya me sucedió. Deberían escuchar mejor, a las Madres [de Plaza de Mayo] por ejemplo. No creo que Nora Cortiñas, Taty Almeida o Hebe de Bonafini le hagan el juego a la derecha por manifestarse y defender los derechos humanos. A veces hay que plantarse y decir lo que se piensa, porque sería de cobarde no mencionar nada o no acotar nada dependiendo del gobierno de turno. ¿En un gobierno sí y en otro no? En absoluto. A los desaparecidos se los busca en todos los gobiernos, esté quien esté y sea quien sea el responsable».

 

Las viejitas sabias

¿Cómo hace una familia seguir adelante con sus vidas rotas? Cuando el dolor pesa sobre las espaldas, cuando cae el sol y la tristeza encoge las sonrisas, cuando parece que ya nada huele a futuro? Sin embargo, entre espanto y horror, los recuerdos tenebrosos casi siempre dan paso a algo que se asemeja a la esperanza. A tres años de la desaparición de Santiago, a la familia Maldonado le sigue pesando el dolor sobre sus espaldas, pero a diario vuelven a empezar.

«Hay que entender que como sociedad tenemos una deuda con las Madres, con las viejas sabias, con las Abuelas. Hace poco yo estaba dando una charla virtual en vivo y me llegó una notificación de nuestra abogada. Me puse muy mal. Me terminé quebrando. Sentí que estaba luchando contra algo imposible de revertir. Por un instante sentí la sensación que estábamos luchando contra la nada, y que siempre te pegan en contra. Norita [Cortiñas] me estaba mirando, y por un par de días no me dijo nada. No me escribió ni me llamó. Dejó pasar un par de días hasta que al tercer día prendí el teléfono y ella estaba ahí, con su voz, siempre alentando, con esa fuerza que te empieza a levantar. Y así es que yo voy aprendiendo. Cuando pensás que no das más y que estás a punto de mandarlos a todos al diablo, escuchas las voces de esas mujeres de 90 años que saben guardar silencio, escuchar, aconsejar, y son profundamente sabias. Son admirables y de ellas se aprende. Claro, estaría bueno no tener que aprender del dolor y la muerte».

 

Razón de vivir
A lo largo de su historia, Argentina ha sabido exhibirle al mundo -orgullosa y altiva- sus joyas y noblezas así como también -aunque de manera más discreta- a cartoneros, mapuches y villeros, esos incómodos coterráneos un tanto más invisibilizados. Tan rica como hambreadora, tan culta como analfabeta, tierra prodigiosa, rincón en el mundo elegido por Dios y el Santo Padre -argentinísimo como Dios manda-, tan noble, heroica, ejemplar o tramposa e indecente, según el intérprete que la ejecute. Donde una mano milagrosa puede lograr casi todo. Tierra de abismos, precipicios y catástrofes institucionales, territorio de ideas, cuna de intelectualidad desafiante, revolucionaria y valiente, contradictoria, jactanciosa, solidaria, humana y procaz. Siempre convencida y obstinadamente decidida en clave de patria del grito sagrado y a pura honra en blanco y celeste. Argentina, a su manera, como puede, y casi siempre con sus venas abiertas, da sus propias batallas por la justicia, intentando cerrar heridas y cicatrizar dolores del alma. A tres años del comienzo del fin para Santiago Maldonado, su familia aún reclama saber la verdad, que el Estado explique y revele por qué la represión oficial pudo ser capaz de descargar su furia y odio contra jóvenes que reclamaban la tierra para los pobladores originarios y, por sobre todas las cosas, que la Justicia explique qué sucedió durante y después del operativo encabezado por Gendarmería Nacional, que tuvo como consecuencia la desaparición y la muerte de Santiago.

 

 

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