Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME
Sociedad

Con Lilián Abracinskas

Ideología de género: Un bastión discursivo de grupos ultraconservadores

El término ideología de género ha sido instalado en Uruguay por varios actores políticos y religiosos que están en contra de la agenda de derechos. Lilián Abracinskas, directora de la organización Mujer y Salud Uruguay, conversó con Caras y caretas sobre cómo se impuso en el país la agenda antigénero, sus posibles consecuencias y el rol de los movimientos sociales.

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

Por Sofía Pinto Román

Cabildo Abierto (CA) es el único partido que utilizó en campaña de forma explícita el término ideología de género, un bastión discursivo de grupos ultraconservadores y religiosos que se oponen a las agendas de derechos en todo el mundo.

En agosto de 2019 Carlos Iafigliola, de la Corriente Social Cristiana del Partido Nacional, impulsó un prereferéndum para derogar la ley trans. En 2018, un diputado del mismo partido, Gerardo Amarilla, declaró en Argentina que la educación sexual en Uruguay no era buena porque “tiene mucho de ideología de género” y que eso lleva a medidas como la legalización del aborto que “se lleva más vidas que el nazismo”.

Una investigación realizada por la organización Mujer y Salud Uruguay (Mysu) aborda las políticas antigénero en Uruguay desde una perspectiva histórica. Lo que sucede en el país es consecuencia, afirman, de un fenómeno que se viene extendiendo en la región desde hace años.

El estudio muestra que en el año 2009 se puede situar en Uruguay el primer “momento de condensación” o hito que mostró de forma evidente las sinergias entre los actores religiosos, sociales y políticos que se oponen a la agenda de derechos. Sin embargo, antes ya se veían en el escenario público grupos de expresiones católicas y evangelistas contrarios a la ideología de género.

Lilián Abracinskas, directora de Mysu y coautora de la investigación, conversó con Caras y caretas sobre este concepto, sus raíces, sus consecuencias y el rol de los líderes políticos.

 

¿A qué se le llama ideología de género?

La gran habilidad de ellos es que no lo definen. Es un concepto vacío de contenido que nos asignan [a los movimientos sociales que impulsan políticas de género], que les sirve para elaborar una nueva narrativa que no los exponga a explicar un sistema de opresión de desigualdad de género que es la base de la sociedad occidental cristiana en la que vivimos.

 

¿Quiénes son ellos?

Políticos principalmente de ultraderecha, empresarios “depredadores”, de ese tipo de capitalismo salvaje al que solo le interesa la inversión; grupos religiosos de distintas expresiones que son, en la lógica, fuerzas antagónicas, pero se unen con una estrategia común en la que la Iglesia Católica influye a nivel conceptual, ideológico, de las altas esferas de poder, y los neopentecostales y evangelicalistas lo hacen en las bases sociales más pobres.

 

El concepto ideología de género permea con una lógica discursiva que asegura que no hay lugar para la libertad en su seno.

Son inteligentes, son hábiles, no fue casual ese término, es la herramienta que utilizan para cuestionar la laicidad de los estados. En un país reconocido por defender una laicidad que todos entendimos como no imposición de religión alguna, amplían el concepto a no imposición de ideología; minan el concepto de laicidad. Generan confusión acompañados de periodismo poco exigente, poco riguroso, que reedita y repite conceptos sin tener idea de qué está hablando.

 

Quienes lo utilizan están en contra de políticas impulsadas dentro de las agendas de derechos, ¿cómo se han posicionado frente a los movimientos sociales que las impulsan?

Han intentado desprestigiarnos diciendo que nuestros intereses están manejados desde el exterior, que obedecemos a fuentes externas con interés de reducir la población mundial y por eso el aborto es nuestra nueva herramienta para el control poblacional, que queremos minar las bases morales de la sociedad a través de la homosexualización de la población y que nuestra acción tiene un claro fin desestabilizador de una sociedad basada en valores.

 

¿Cuál es su estrategia comunicacional?

Tuvieron que transformar su discurso religioso en uno pseudocientífico, porque no le estaba llegando a mucha gente que no compartía sus creencias. Dejaron la envestidura religiosa, tienen líderes laicos (salvo los pastores neopentecostales y evangelicalistas), meten muchas más mujeres. Una de las bases de su argumentación es la inseguridad social, pero erradican el concepto de violencia de género, violencia intrafamiliar, violencia sexual intramarital. Logran sostener y actuar en el núcleo más conservador y se aprovechan mucho de la falta de educación, de la exclusión social, de los miedos y de los prejuicios. Hay lugares donde los grupos ultraconservadores reinan y nosotros no sabemos ni cómo funcionan.

 

El término se ha extendido en todo el continente a nivel de discursos públicos con rapidez.

La iglesia calcula en milenios. Mientras nosotros actuamos en la realidad cotidiana tratando de manejar cómo alcanzar transformaciones profundas, ellos tienen todo el tiempo del mundo para planear una estrategia de 100 años. Tienen las herramientas, el poder, las condiciones, los recursos y los canales para influenciar. Tienen centros de generación de mensajes muy bien armados tanto en España como en Estados Unidos, y bases en Perú y en Colombia. Venían armando esto desde hace mucho tiempo y cuando emergió dejó a mucha gente mal parada, incluidas nosotras, reaccionamos tarde.

 

El odio de esos grupos a lo que llaman ideología de género, ¿cómo impacta en las políticas?

Trancan políticas y proyectos en materia de educación sexual, salud sexual y reproductiva, diversidad sexual y, de manera más escondida, el derecho de los migrantes a la libre circulación. Esconden los problemas de tráfico y trata, la vinculación de violencia con la narcopolítica. Sostienen que el rol de las mujeres es el de la reproducción. Está bien que trabajemos o estudiemos, pero sin dejar los cuidados. Nos responsabilizan de las crisis de valores en las jóvenes y de que la familia nuclear tradicional haya dejado de ser la forma dominante. Siempre van asociados con agendas privatizadoras, reducción de los estados, inversiones que no respetan los derechos, flexibilización laboral.

 

¿Se puede pronosticar que eso suceda en Uruguay?

Sé que tienen intenciones de modificaciones legales. Proyectos de ley de modificación constitucional para reconocer que hay persona desde el momento de concepción, que es lo que han hecho en otros países para negar el derecho a la autonomía reproductiva de las mujeres; leyes que fomenten el tener hijos, otras que quieren atacar la denuncia de la violencia intrafamiliar, sacando a relucir el síndrome inventado de alienación parental. No tienen ningún prurito en mentir. Hablan de patologías e impactos en la salud cuando nada lo demuestra. Son las fuerzas que siempre se han opuesto a leyes que reconocen avances en el campo de derechos.

 

¿Quiénes representan esas fuerzas en el país?

Pastores evangelizadores que tienen ambición política para imponer su creencia religiosa. El Pastor Márquez y toda su iglesia Misión Vida, los sectores más integristas de las alas evangélicas más conservadoras, que se concentran en el Partido Nacional, y políticos religiosos que nunca antes habían hecho de su creencia una práctica política. Sin embargo, por primera vez tenemos una bancada evangélica, un proyecto de país basado en la fe, con una serie de medidas que llevan a construir una teocracia basada en que la verdad que tienen es incuestionable, por tanto, no hay posibilidades de síntesis en un diálogo democrático. Ahora en el fenómeno Cabildo Abierto vamos a conocer quiénes están entre sus filas.

 

¿Se sabe quiénes financian estos grupos en Uruguay?

Por lo menos sabemos que se afilian a estos grupos empresas como Bethel Spa. La panificadora Bimbo es a nivel internacional una de las empresas que sustentan posiciones conservadoras y estas movilizaciones. Hay fenómenos incontrolables como el diezmo y las exoneraciones fiscales. Las donaciones que habilitan exoneración fiscal hoy están en centros educativos donde ellos también tienen fuerte incidencia, como la Universidad de Montevideo o la Universidad Católica. Además, han tenido financiamiento de presupuesto público, por ejemplo con la tercerización de la atención de las adicciones. Los centros Beraca han tenido mucho subsidio público a nivel nacional y departamental, y han sido su base de movilización de fieles y de interés político partidario.

 

Hablemos de Cabildo Abierto, el único partido que explícitamente habla de combatir la ideología de género. ¿Es una novedad, el resultado de un proceso?

Hay un núcleo de ultraderecha en este país que realmente ni lo tocamos en estos años de reconstrucción democrática, y que resurge ahora con el fenómeno Manini Ríos y con una derechización del espectro político.

 

¿Qué rol ha adoptado la izquierda en este escenario?

La primera vez que se habló de ideología de género en América Latina como una amenaza fue con [Rafael] Correa en Ecuador, un presidente que entendimos que era progresista, pero, sin embargo, muy católico. A ellos no les importa si sos de izquierda o derecha. Lograron romper el dique que construimos con los cambios culturales y hoy tenemos un canal abierto de gente que dice cosas misóginas, racistas, xenófobas, contra los pobres, contra los trans. Eso sucedió con la colaboración de dirigentes líderes de izquierda que en muchas ocasiones coinciden con estas posturas, porque ahí lo que los une es la concepción patriarcal de la política, de la sociedad y del mundo.

 

¿Qué hechos puntuales a nivel regional muestran esta postura de los dirigentes de izquierda?

Chávez fue uno de los que primero generó reformas constitucionales que reconocieron derechos sexuales y reproductivos, salvo el aborto; Lula cuando asumió una de las cosas que negoció fue el aborto y la igualdad de género en los gobiernos. Incluso en el gobierno de Dilma [Rouseff], la que fue electa ministra de la Mujer, Eleonora Menicucci, una feminista de trayectoria, planteó que el aborto sería legalizado y a los días retrocedió porque la negociación con la bancada evangélica había sido parte del triunfo del PT. La izquierda se merece una profunda autocrítica sobre cómo desoyó a movimientos sociales, ciudadanos, libertarios, emancipadores en esta agenda por concederle ciertas consideraciones a la derecha, y eso no les sirvió para nada, además del impacto que tuvo en la vida y la realidad de cientos y millones de mujeres. La agenda de derechos para la izquierda ha sido la que negoció para la gobernabilidad, desde Nicaragua para abajo, pero para la derecha es una agenda prioritaria.

 

Decís que para la derecha es una agenda importante, y me pregunto ¿en nombre de qué?

Es su modelo constitutivo, su cosmovisión de la sociedad. Vivimos en sociedades estructuradas bajo este modelo de familia nuclear, hombre proveedor y mujer reproductora, doble moral sexual, hipocresía sexual, discurso moralista que después no se sostiene en prácticas, división sexual del trabajo; en un mundo capitalista el trabajo reproductivo y de cuidados no remunerado o de las mujeres le ahorra a cualquier sistema una cantidad de dinero que si tuviera que sacar del presupuesto público generaría algunos problemas de déficit fiscal.

 

Desde la Cámara Nacional de Comercio y Servicios se dijo a la prensa hace unos meses que ahora con la licencia por paternidad los empresarios no van a querer ni que las mujeres ni que los hombres tengan hijos porque no van a ir a trabajar.

El Estado ha hecho esfuerzos insuficientes para hacerse cargo de las tareas de cuidados. No lograron revertir la idea de que si los hombres cuidan nadie va a trabajar o a hacer política. Pensemos en el Sistema Nacional de Cuidados, que en principio fue una reivindicación feminista para superar la división sexual del trabajo y romper el imaginario de que somos las mujeres las responsables del cuidado, la atención y la reproducción social. Sin embargo, aun con las mejores intenciones, terminó convirtiéndose en un sistema para cuidar gente vieja, discapacitada o niños chicos, no para dar cuenta de que de los cuidados se tienen que hacer cargo las familias, la comunidad, las empresas y el Estado, revirtiendo este modelo de relacionamiento de género. También, por otro lado, está la convicción de que hombre proveedor mujer reproductora es la sociedad ideal, completa, ordenada, fantástica.

 

Frenemos en el tema de las políticas. El Frente Amplio estuvo en contacto con los movimientos sociales feministas, escuchó ciertas propuestas, pero a la hora de implementarlas o no dio presupuesto o volvió a reproducir modelos tradicionales que se intentaban abandonar. ¿Dónde se generó ese ruido entre escuchar, pero luego generar una política que no lo refleja?

En varios puntos. Uno es esa transacción política de negociación en un contexto en que las posiciones internas de los líderes de izquierda no se discutieron porque eso generaba ruidos o inseguridades en las posibilidades de gobierno. La izquierda nunca reflexionó, discutió ni analizó con Tabaré Vázquez su decisión de vetar por encima de la fuerza política el aborto. La segunda razón es que muchas veces la izquierda cree que los movimientos sociales son escuchables en la medida en que sean funcionales a sus intereses, en que seamos su brazo social. Cuando te plantás de frente desde tu autonomía y tus reivindicaciones, exigiendo ir más allá, ya no sos tan escuchada y sos clasificada como desestabilizadora y operando para otros intereses. A veces la cabeza y la cola se juntan en estos temas, desde la izquierda diciendo que subestimamos la condición de clase imponiendo la condición de género, y desde la derecha diciendo que desestabilizamos los valores tradicionales y operamos para un comunismo internacional perverso que nos obliga a actuar reproduciendo sus intereses. Y otra cuestión es sacarse de encima estos temas molestos. No saben cómo ubicarse sobre esta agenda. Si rascás un poco, aunque quieran ser políticamente correctos, no leyeron nunca, no entendieron nunca, no saben diferenciar dentro del movimiento feminista sus distintas corrientes y posiciones, cualquiera se dice feminista y todo el feminismo es responsabilizado de los dichos o hechos de cualquiera. Para la izquierda el feminismo siempre fue una reivindicación de mujeres burguesas y así nos siguen resignificando.

 

¿Feminismo y burguesía pueden conjugarse?

Cualquiera que conozca el movimiento feminista de este país sabe que cuando ni el Estado, ni las políticas públicas, ni las familias, ni los partidos, ni los sindicatos se encargaban de las mujeres realmente excluidas de cualquier posibilidad de desarrollo personal, la que estuvo al lado fue otra mujer, organizada o no, tratando de ayudarla y ser empática. Cualquiera que sepa la historia en Uruguay tiene que tener claro que feminismo y burguesía son antagónicos, y nos hemos peleado históricamente.

 

¿Se puede ser de izquierda y no reconocer otras desigualdades aparte de las de clase?

Cualquiera tiene la posibilidad de proclamarse como quiera, pero luego tiene que ser consecuente.

 

Dejá tu comentario

Forma parte de los que luchamos por la libertad de información.

Hacete socio de Caras y Caretas y ayudanos a seguir mostrando lo que nadie te muestra.

HACETE SOCIO