La anexión de territorio está prohibida por los Convenios de Ginebra, que alude a los derechos de las personas en “territorios ocupados”.
El Tribunal Internacional de Justicia dictaminó en julio de 2024 que Israel “tiene la obligación de cesar de inmediato todas las nuevas actividades de asentamiento y de evacuar a todos los colonos del territorio palestino ocupado”.
La propuesta que no convence
La iniciativa proviene del diputado Avi Maoz, del partido opositor Noam. Durante su intervención en la Knéset, defendió la doctrina del "Gran Israel", que implica la eliminación de los territorios palestinos del mapa: “El asentamiento en la tierra de Israel es redención y renacimiento nacional; es lo que hace florecer esta tierra tras dos mil años de exilio”, declaró.
Por su parte, el ministro de Educación, Yoav Kisch, afirmó que cree “firmemente en la aplicación de la soberanía” sobre Cisjordania, aunque considera que “no es así cómo se logra, mediante proyectos de ley presentados por la oposición”. Kisch advirtió además que “la legislación sobre la soberanía también llegará”, esta vez junto con sus socios estadounidenses.
Aunque el partido de Netanyahu no respalda esta propuesta, sí cuenta con el apoyo de los miembros más ultraderechistas del Gobierno, como el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, del partido Poder Judío: “¡Ha llegado el momento de la soberanía, ahora!”, publicó en X.
También la respalda el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, del partido Sionismo Religioso, quien aboga por “aplicar la soberanía plena” sobre Cisjordania, apelando a “la herencia” de sus antepasados.
Ambos ministros ya han exigido a Netanyahu la anexión de los territorios ocupados como respuesta al reconocimiento internacional del Estado de Palestina.
Trump advirtió que no permitirá la anexión
Trump dice que Israel perderá su apoyo en caso de anexionar Cisjordania: “Esto no pasará”
El presidente estadounidense, Donald Trump, ha asegurado que Israel no se apropiará de Cisjordania y ha advertido de que el país hebreo “perdería el apoyo de EE UU” si tomase esta decisión, porque el mandatario dio “su palabra a los países árabes” de que esto no sucedería.
“Esto no sucederá”, ha repetido hasta tres veces en una entrevista con la revista Time publicada este jueves, en la que ha señalado que “eso no puede hacerse ahora”, un día después de que el Parlamento israelí aprobase en una primera lectura un proyecto para anexionar Cisjordania.
La relación entre Israel y Estados Unidos ha sido históricamente muy estrecha. Desde la creación del Estado de Israel, el país norteamericano ha financiado en gran medida su desarrollo, aportando divisas, asistencia militar y apoyo estratégico. Washington ha potenciado al máximo las capacidades armamentísticas del Estado israelí, convirtiéndo en una potencia bélica en Medio Oriente.
El objetivo, desde una lógica geopolítica —similar a un juego de TEG—, ha sido contar con una "ficha", un proxy, que mantenga el orden regional y actúe en consonancia con los intereses estadounidenses.
Sin embargo, a Estados Unidos no le ha resultado fácil sostener en los últimos años la misma política de amistad inquebrantable con Israel. Una parte importante de la sociedad estadounidense se muestra crítica frente a la política exterior del país en relación con Israel.
Dentro del Partido Demócrata, hay voces que acusan a Israel de cometer un genocidio —Kamala Harris perdió una cantidad significativa de apoyo por respaldar al gobierno israelí en las elecciones anteriores—. Al mismo tiempo, el núcleo duro del movimiento MAGA (Make America Great Again) considera inaceptable que los impuestos de los trabajadores estadounidenses financien una guerra en otro continente.
Durante su mandato, Trump ya había tenido tensiones con Netanyahu a raíz de un lanzamiento de misiles hacia Irán. Según Israel, la operación contaba con el respaldo de Estados Unidos, pero la Casa Blanca lo desmintió. Aunque inicialmente se mostró contundente en su rechazo, Trump acabó cediendo ante la presión y se sumó al ataque militar contra Irán, tras ser persuadido por el propio Netanyahu.
A pesar de la euforia de Trump, el conflicto en medio oriente es más complejo de lo que parece. Y El fuego no ruge, pero sigue encendido bajo las piedras.