Semejante estrategia repetida demuestra el grado de aislamiento de quienes manejan un Estado belicista que es la punta de lanza del colonialismo y el racismo en la llamada Tierra Santa. Un territorio al que el sionismo acarreó a miles prometiéndoles el paraíso en la tierra de otros pero desató el infierno por expulsar, explotar o aniquilar a sus genuinos habitantes. Esa es la fe de quienes se creen el pueblo elegido, aunque sus viejos mandamientos hayan sido traicionados y su idolatría sea al dios del pillaje.
La paradoja del sionismo antisemita
No hay que olvidar lo que recuerda Noam Chomsky cuando afirma que colonos europeos llegaron a un país extranjero para expulsar al pueblo originario. "Los sionistas no inventaron nada nuevo en este aspecto, pero Israel, con la ayuda de sus aliados, ha construido una explicación de múltiples capas, tan compleja que solo ellos pueden entenderla. Y cualquier interferencia es censurada inmediatamente, tildada de ingenua, como mínimo, o más aún, de antisemita". Esto último con el contrasentido de que los pueblos semitas también son los árabes que habitaron toda esa región, junto a los judios, los acadios y los fenicios, entre otros. O sea que, en verdad, ser antisemita es también odiar a esos pueblos árabes. A tal punto que hoy practica mucho más el antisemitismo quien ataca al pueblo palestino que quienes denuncian el genocidio cometido por Israel contra un pueblo tan semita como las antiguas tribus judías asentadas en Canaán, según sus mitos fundacionales.
Estado de Apartheid israelí
Hoy sigue en llaga viva el drama palestino en Gaza. Pero no es solo en Gaza, porque en Cisjordania también se vive la ocupación militar, religiosa y de colonos apropiándose de las parcelas de las familias palestinas. Hace pocas semanas, en una charla abierta en el local de Casa Grande, la periodista Mirta Vila, docente y comunicadora, junto a Ana Laura López, docente de la Facultad de las Artes, entre otros expositores de la causa Palestina, brindaron testimonio sobre su visita durante tres meses a territorio palestino en Cisjordania y en la ciudad de Jerusalén, como parte de la delegación del Programa Ecuménico de Acompañamiento en Palestina e Israel (PEAPI) que funciona en los territorios ocupados, salvo en Gaza, donde Israel sigue prohibiendo ingresar.
Esa noche contaron su experiencia con Firaz, un palestino que vive en Raselmud, un barrio mayoritariamente habitado por palestinos que, debido a la construcción del muro que rodea Jerusalén, pasó a quedar fuera de la misma. Porque Israel construye el muro con una orientación tortuosa que va dejando barrios palestinos densamente poblados afuera e incluyendo áreas ocupadas a la fuerza por colonos israelíes. "Ese trazado es bastante arbitrario porque busca alterar la proporción demográfica de Jerusalén para que haya más israelíes que palestinos. De esa manera Firaz, nuestro chofer en la visita, era de Jerusalén, pero ya no lo es". Ahora él y su familia, como tantas otras, queda encerrada en Cisjordania y tan solo para poder ir a trabajar debe pasar por varios check point militares que lo demoran horas y, a menudo, le prohíben entrar en la que siempre fue su ciudad y la de sus ancestros.
Vila también narró que esa campaña de ocupación ilegal practicada deja a las familias palestinas separadas incluso de sus terrenos productivos. Sus casas quedan de un lado y sus tierras de cultivo del otro. "A la familia de Firaz le destruyeron más de 600 árboles de olivos, algunos con más de cien años de antigüedad. Eso significa que no pueden cosechar más". En el caso de uno de los traductores, que invitó a Vila y a una activista ecuatoriana a conocer a su familia en Belén para participar de la cosecha en sus olivares, al llegar se encontraron con la noticia de que ya no los tenían. Como para la cosecha tienen que recibir el permiso de las autoridades israelíes, les daban un solo día para juntar lo que puedan. Después de los sucesos terribles del 7 de octubre de 2023, un miembro de su familia, que estaba trabajando en su parcela, fue asesinado sin investigación alguna a los grupos de colonos armados que asaltan las tierras. Durante un año no los dejaron ingresar, y cuando lo pudieron hacer, la mayoría de sus árboles estaban destruidos. Así es el despojo sistemático. "En Cisjordania y en Jerusalén estas cosas pasan desde hace más de 70 años", afirmó Vila.
Para intentar comprender el sadismo de la actuación del Estado de Israel contra los palestinos, López contó que ante la liberación de los presos políticos prisioneros, cuando se va a producir una liberación, el Ejército israelí entra en la casa de las familias de los presos y la destrozan. Incluso, en un acto de perversidad igual al nazismo, o peor, por no aprender de esa barbarie, Israel promulgó un decreto que prohíbe a familiares de presos liberados celebrar esa liberación, impidiendo por la fuerza de sus soldados que las familias que recuperan a una persona presa, por ejemplo, durante 20 años, puedan siquiera esbozar la más mínima sonrisa o gesto de alegría en esos instantes. Ni la dictaduras sudamericanas llegaron a tanto, aunque en los territorios ocupados también se vive bajo el terrorismo de Estado. Pretender ignorarlo, o balbucear frases diplomáticas, "es fingir demencia", como bien definió López aquella noche.
Limpieza étnica
Frank Barat, quien se desempeñó como coordinador del Tribunal Russell sobre Palestina entre 2008 y 2014, recuerda que en el año 1948, en la nakba (catástrofe que se usa para referir al éxodo palestino), dos tercios de la población palestina fue desplazada para despejar el camino al nuevo Estado de Israel impuesto.
Además de sus documentales y libros en autoría, por ejemplo, con Ken Loach o Angela Davis, en 2008 Barat publicó junto a Noam Chomsky e Ilan Pappé el libro titulado Gaza en crisis: Reflexiones sobre la guerra de Israel contra los palestinos. En 2014, en el prólogo de "Conversaciones sobre Palestina", también de Chomsky y Pappé, del que fue editor, expresó su reacción cada vez que le preguntan por qué se convirtió en un activista por Palestina, afirmando que la verdadera cuestión debería ser preguntar: ¿Y usted por qué no es activista? Y agrega Barat: "El hecho de que Israel se beneficie de violar la ley internacional significa que todas y todos tenemos un papel que jugar para poner fin a la injusticia que enfrenta el pueblo palestino". Además, alerta que otros gobiernos usan las tácticas de Israel, y a veces su mismo armamento, para reprimir a sus pueblos porque Palestina es un gran laboratorio. "Por ello, explorar el caso palestino es crucial para entender nuestra posición como seres humanos y qué valores defendemos. Poco a poco Palestina se está convirtiendo en un tema global, un conflicto social que todos los movimientos que luchan por la justicia social deben adoptar. El siguiente paso es conectar las diversas luchas en todo el mundo y crear un frente verdaderamente unido. Somos muchas y muchos y lo lograremos", escribió en 2014. Hoy Israel está más aislado y expuesto en su barbarie desatada y las voces se multiplican, pero su poder mediático y su lobby político siguen intactos y trabajando sin descanso.
El éxito del Estado genocida dirigido por la banda fanática y colonialista que manda en Israel es el mayor fracaso ante cualquier justificación histórica del pueblo judío. Un pueblo que supo soñar con utopías, que supo tener profetas que denunciaron la injusticia señalando a los poderosos de turno, y que siempre contó con seres capaces de enfrentar la barbarie, incluso con armas en la mano, como los judios comunistas en el Gueto de Varsovia contra los nazis, o como tantos uruguayos de esa colectividad que lucharon contra una dictadura fascista, ante la que tantas organizaciones sionistas callaron.