Las organizaciones políticas, sindicales y sociales del movimiento nacional se preparaban para participar de la marcha a Plaza de Mayo, que rememora la vuelta del general Juan Domingo Perón a Argentina, después de 17 años de exilio. La celebración, conocida como el “Día de la Militancia”, se iba a realizar bajo un sol de verano en plena primavera, con el presidente Alberto Fernández como único orador.
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Tres días antes, el resultado de las elecciones parlamentarias favoreció al oficialista Frente de Todos, donde recibieron la derrota como una victoria ya que pudo descontar varios puntos -principalmente en la provincia de Buenos Aires- respecto del desempeño que había obtenido durante las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO).
Este escenario, tras cuatro años de neoliberalismo macrista recalcitrante (y endeudador), que cerró 25.000 pymes con sus tarifazos, fabricó desempleo y pobreza a raudales, devaluando manifiesta y deliberadamente el peso argentino para luego fugar más de 100.000 millones de dólares, y los posteriores dos años de pandemia, es, como dicen allí, un gol en el minuto 91 con dos jugadores menos, en la final jugada en un estadio visitante sumamente adverso y hostil.
Juan Grabois, abogado y reconocido dirigente social argentino, habla claro, expone sus ideas sin vueltas y siente una gran admiración por su amigo, el papa Francisco, y por Pepe Mujica. El líder del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTD) y del Frente Patria Grande, que integra la coalición gobernante, habló con Caras y Caretas para analizar algunos de los principales problemas que atraviesan el país y la región.
Encuentros y diferencias al interior de la alianza de gobierno, la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI), la figura del papa Francisco, la crisis económica, la agenda de los medios nacionales, la geopolítica de Sudamérica y el rol de los movimientos populares en la mirada de un referente joven con proyección nacional.
Caras y Caretas (CyC): ¿Qué ocurrió para que cambiara el resultado de las votaciones entre las primarias y las generales que modifican la composición de las cámaras baja y alta?
Juan Grabois (JG): Para mi generación, que nunca vivió en un estado de excepcionalidad como el de la pandemia, con muertes masivas, cuarentenas y barbijos, deberíamos modificar los paradigmas a partir de los cuales analizamos la política, la economía y las relaciones internacionales. Sin embargo, tendemos a naturalizar y a leer desde los enfoques tradicionales porque es la clave en la que nuestra limitada percepción nos permite acercarnos a la realidad.
Entonces, con esa aclaración, pienso que a los oficialismos a nivel mundial se les ha complicado el proceso electoral porque nadie está contento con tanto sufrimiento provocado por el coronavirus y una situación socioeconómica que no mejoró en ninguna parte del mundo. Argentina no está exenta, por eso la reflexión tiene que incluir ese contexto.
A esto se suma que el gobierno -encabezado por Alberto Fernández y Cristina Kirchner- tiene algunos aciertos y muchos desaciertos. Entre los primeros están haber priorizado la salud y la vida de la población; parece una obviedad, pero si miramos a Brasil o Estados Unidos, se produjeron situaciones contrarias. Hubo mandatarios que adoptaron posiciones oscurantistas, igual que una parte de la oposición en nuestro país que repetía como mantra “la vacuna es veneno” o negaba la existencia de la pandemia.
Respecto de las falencias, creo que se incumplió el espíritu del contrato electoral de 2019 que consistía en sostener una política de cerrada defensa de las mayorías populares frente a las élites privilegiadas que gobernaron Argentina durante la etapa de Macri.
Una porción considerable del pueblo y de la militancia, parte del armado del Frente de Todos, sintió hasta la derrota de las PASO que el rumbo no era el acordado.
CyC: Luego de las primarias, ¿hubo cambios que modificaron esa proyección?
JG: Después de las PASO salió a la superficie un debate que estaba relativamente silenciado -había algunas voces como la nuestra que lo planteábamos abiertamente- sobre el rumbo de la coalición de gobierno, que fue muy fructífero porque permitió un cambio de orientación. Todavía no se materializó plenamente, pero sí en la línea discursiva, que es muy importante porque marca la línea política, y empezó a tomar cuerpo, por ejemplo, con la postura en relación a la deuda externa, a la aristocracia mafiosa del poder judicial en Argentina, a la especulación financiera, a los formadores de precios y a los monopolios agroalimentarios.
Asimismo, considero necesario aflojar con las internas y asumir que las diferencias tienen que encauzarse por los mecanismos políticos racionales, como las primarias, para ir perfilando las corrientes de opinión que existen en el Frente de Todos. Además, es fundamental que la orientación que marque el presidente para los próximos dos años sea del mayor nivel de síntesis posible, e incluso si no hay síntesis, acompañarlo porque es la persona que la gente eligió. En este marco, coincido con Alberto [Fernández] en que lo más preocupante y urgente hoy es la deuda con el FMI.
CyC: ¿Qué opinas sobre el rol de los medios hegemónicos de comunicación en las sociedades actuales?
JG: La manipulación del sentido común avanza cuando el campo popular no plantea el debate político con todas las letras y cede terreno a la imposición de agenda, cuando en el tablero juega un solo equipo y no hay batalla, aunque esta se pueda perder, ganar o empatar. Creo que en los últimos meses se está dando la batalla de ideas y eso mueve a la militancia. En un país politizado como el nuestro eso dio vuelta los resultados porque un sector muy importante de la sociedad se sintió interpelada por el debate político.
CyC: ¿Cómo se equilibra en la agenda pública la centralidad de la negociación de deuda en un contexto en que la población está preocupada por resolver las urgencias de la vida cotidiana?
JG: La obligación de la conducción política es mostrar a la sociedad la relación que existe entre que el sueldo alcance para llegar a fin de mes y la posibilidad de tener una vida mejor, y los temas que parecen tan lejanos a esa realidad como la disputa con el FMI. El gran desafío que tiene el Frente de Todos es resolver las contradicciones que hay defendiendo los intereses de las mayorías. Aunque en dos años no se van a resolver los grandes problemas, sí se va a definir la orientación de la gestión y de la coalición.
Ahora hay un respiro muy importante y creo que hay que aprovecharlo porque con el espaldarazo que da la remontada y el apoyo de la militancia el gobierno puede retomar el contrato electoral que permitió el triunfo amplio de 2019 y avanzar con su agenda original. Hay que retomar lo que se hizo bien hasta el 2015 e impulsar la integración urbana de los barrios populares, el repoblamiento del campo, el fomento al federalismo, el desarrollo de la economía popular y de obras de infraestructura.
Nosotros creemos que lo que diferencia a un proyecto alternativo al neoliberal es la planificación plurianual y la organización comunitaria. La combinación entre lo que se cocina desde abajo y lo que el gobierno tiene que hacer: planificar el futuro para no dejarlo en manos de fuerzas que no son humanas, como las del capital, las grandes finanzas y las corporaciones. Es necesario que la población sepa y debata qué vamos a hacer durante los próximos cinco años, dónde se van a crear las nuevas ciudades, cómo vamos a construir entre todos los pueblos de América latina nuestra inserción económica, productiva y comercial en el mundo, cómo vamos a hacer la transición ecológica y sanitaria para poder resistir situaciones emergentes de un sistema del que no somos beneficiarios pero inevitablemente somos víctimas.
CyC: ¿Cuál es la mejor postura que Argentina puede proponer al FMI?
JG: La situación es extremadamente compleja porque existe una corresponsabilidad entre el Estado Argentino, que en su momento representó Mauricio Macri, y las autoridades del fondo por un acuerdo que era violatorio del propio estatuto del organismo. El desembolso de 46.000 millones de dólares que envió el FMI, se dieron en un contexto donde se producía la fuga de capitales: la plata entraba al Banco Central y se vendía a precio vil a entidades bancarias y compradores de alto poder adquisitivo que los sacaban del sistema financiero para realizar operaciones especulativas. Debería haber un replanteo en términos de reestructuración de la deuda por esa negligencia que cometieron y las consecuencias que sufrió nuestra nación. Esto no pareciera estar en la agenda de las nuevas autoridades del FMI, lo que hace que cualquier acuerdo sea injusto.
Por otro lado está la viabilidad económica del acuerdo porque si hay que pagar 4.600 millones de dólares por año durante una década, no sé de dónde vamos a sacar el dinero sin ajustar las jubilaciones o el presupuesto en educación. Es un dilema muy grande que tiene el país. Estamos a la expectativa de ver la propuesta que el ejecutivo va a enviar al Congreso, donde en diciembre asumen tres diputados de nuestro espacio. Va ser un debate duro porque no vamos a aceptar un acuerdo que implique aumentar el sufrimiento de un pueblo que ya tiene el 40% de sus habitantes en la pobreza.
CyC: En la última gira de Alberto Fernández por Europa, ¿logró apoyos de otros países para que acompañaran la estrategia argentina en la negociación con el fondo?
JG: Entiendo que las discusiones son por temas menores como las sobretasas y me parece una falta de respeto porque el accionista mayoritario del FMI es Estados Unidos y ya es público que la administración de Donald Trump ayudó a Mauricio Macri porque le servía para sostener el patio trasero y presionaba al organismo para hacer algo que no correspondía y ahora nos quieren hacer pagar mayores intereses que los estipulados.
Creo que debería haber una alianza de los países deudores, siguiendo lo que dijo el papa Francisco en el último encuentro de movimientos populares, hacer un planteo internacional sobre la necesidad de quitas y condonaciones significativas de las deudas para enfrentar las desigualdades.
CyC: ¿Se puede potenciar la integración regional a partir de estos temas?
JG: Es un problema que nuestra América no tenga una estrategia de bloque
para discutir cuestiones de orden global como las deudas, que no haya tenido una política regional para enfrentar la pandemia, que no se haya avanzado en la integración sudamericana y latinoamericana, y por el contrario, haya retrocedido. En este sentido, el gobierno tiene un buen abordaje de la cuestión que ojalá se profundice.
CyC: ¿Por qué en Argentina la figura del papa no ocupa el lugar relevante que tiene a nivel mundial?
JG: Porque su magisterio y sus enseñanzas van en contra de un sistema de muerte que tiene en el centro al dios dinero y quienes se sienten interpelados por eso van en su contra. En Argentina, la particularidad está dada por el fenómeno que reza el evangelio: “Nadie es profeta en su propia tierra”. Además, sufrimos la patología de embarrar todo lo que brilla un poco. Traemos a nuestra mediocridad todo lo que ha podido trascender. Decir que el papa está involucrado en una interna de un partido del conurbano bonaerense es irracional, pero acá adquieren verosimilitud.
Cuando Francisco era Jorge Bergoglio y vivía en Argentina decía las mismas cosas, pero como tendemos a hacer interpretaciones maniqueas y simplistas de la realidad… Desde luego que en esto influyen los medios de comunicación y los grandes intereses pero también hay algo que está metido en la cultura y hay que tratar de deconstruir.
CyC: ¿Cuáles son los principales desafíos que tienen las organizaciones sociales?
JG: Creo que hay que tratar de ir al sentido profundo de las cosas y aprender a escuchar porque hay procesos que escapan a la voluntad de las personas y las reacciones espasmódicas no sirven, es necesaria la planificación. ¿Dónde van a vivir las próximas generaciones si no hay casas? ¿De qué van a laburar si aunque la economía crezca el 9% anual no se generan los puestos de trabajo de calidad para absolver a la clase trabajadora? Si no logramos la integración regional para poder hacer de nuestros recursos naturales una fuente de desarrollo humano integral y no el objeto del saqueo de las corporaciones extractivas.
Son discusiones incómodas porque no solo interpelan a la derecha neoliberal, también afectan al campo popular que tampoco ha sabido resolver estos dilemas de la época y la principal tarea es poder movilizar primero a la militancia y después a la sociedad a través de un proyecto que pueda dar soluciones a los grandes problemas que tiene la humanidad.
CyC: Muchas veces nombrás a Pepe Mujica. ¿Es una referencia para vos?
JG: Primero es una referencia ética ejemplar para la juventud, sin lugar a dudas porque creo que la ejemplaridad de vida es una necesidad absoluta para el campo popular en estos tiempos que corren. El poder popular encuentra en la ética una de sus mayores fortalezas. También creo que, como dijo Pepe hace poco, en el Río de la Plata se va a dirimir una de las grandes batallas latinoamericanas. Él es un hombre que ilumina y hay que recuperar su historia, la de Artigas, nuestra matriz común como rioplatenses.