Por Germán Ávila
Hacete socio para acceder a este contenido
Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.
ASOCIARMECaras y Caretas Diario
En tu email todos los días
Una de las grandes conclusiones emanadas del encuentro ha sido que la doctrina Monroe está en medio de una reedición que pone en peligro la estabilidad de la región, sólo por la necesidad de ampliar cada vez más el saco de ganancias del capital a costa de los mínimos vitales de la población.
El momento en que se realizó el encuentro antiimperialista ha sido crítico y muestra que, pese a los esfuerzos de la gran maquinaria mediática por deslegitimar la concepción histórica y social del progresismo, es realmente en los paraísos del capital donde las crisis sociales estallan por todas partes y la población, harta de vivir marginada, instrumentalizada y explotada, termina levantándose contra un modelo que se sigue vendiendo como la solución a los problemas de la humanidad.
La derecha continental, que hace eco de las orientaciones de Washington, ha trabajado de manera acuciante posesionando un discurso continental que asocia a los gobiernos de izquierda con la corrupción o el despilfarro de los bienes públicos, mostrando los casos comprobables de corrupción en los gobiernos de izquierda como mucho más graves que la corrupción estructural y endémica asociada a la distribución de los bienes del Estado dentro del modelo capitalista. Pero cuando no han podido encontrar pruebas concretas de corrupción en la izquierda, han construido escenarios judiciales ficticios en la nueva forma de ataque político-ideológico que ya tiene hoy el nombre de lawfare.
En el continente americano, han transcurrido pocos años desde que la mayoría de gobiernos progresistas fueran reemplazados en varios de los países donde se consolidaban como proyecto, gracias a las mentiras y los juicios mediáticos, a las traiciones o a equívocos propios de la conducción en sociedades con profundas raíces ideológicas en las derechas históricas, que han visto en el modelo de bienestar un salvavidas para salir de la pobreza, pero un obstáculo a la hora de lograr la realización individual en el marco del sueño capitalista.
Pero esos pocos años del retorno continental al sistema capitalista puro y duro, han sido suficientes para probar que no basta señalar a las administraciones salientes de izquierda como las responsables de la necesidad de los recortes y cese de garantías colectivas de hoy, mientras ante los ojos de todos los grandes empresarios son exonerados de responsabilidades fiscales y sociales y las garantías y derechos laborales se recortan con el fin de estimular las ganancias de las empresas para crear más empleo, pero que finalmente no es verdad que la riqueza del capital es la riqueza de las naciones.
A lo largo del continente se vive el estallido de los que no han tenido voz, se han producido levantamientos en Ecuador, Chile, Haití, El Salvador, de manera casi simultánea, todos con variantes particulares, pero con el mismo fondo: no más exclusión y no más aplicación del modelo de nación impuesto por los organismos multilaterales agenciados y manejados desde Washington. Pero la batalla más importante hoy se libra en el campo de las ideas, y no ha sido una tarea fácil que la población pueda establecer la natural relación de causalidad entre las políticas macroeconómicas de Washington y la manera que estas afectan las condiciones en que se vive en el poblado o la barriada.
Lo que no deja de ser un fenómeno interesante es la manera en que incluso la realidad misma ha tratado de ser tergiversada, para mostrar que los estallidos sociales que se producen a lo largo del continente son agenciados, justamente, por los dos países que más están sufriendo el rigor del bloqueo económico y comercial de Estados Unidos; el planteo de que quienes inician las protestas en Chile, El Salvador, Ecuador o Haití son agentes enviados por Venezuela o Cuba es una afirmación que no sólo desconoce el acumulado de descontentos que existe en la población más sumergida, sino que pasa por alto el complejo detalle de que en muchos casos las manifestaciones sociales espontáneas no tienen una conducción política o gremial definida, lo que determina factores como la inexistencia de reivindicaciones políticas concretas más allá de la reversión de medidas inmediatas.
El gran problema que tiene este tipo de manifestaciones sin conducción política visible es que, cuando recibe la respuesta armada por parte del gobierno y siente el rigor de la represión, termina saliéndose por completo de su cauce y tiende fácilmente a la realización de actos vandálicos sin mayor sentido, en los que la razón termina suplantada por la reacción básica, lo que ha sido sistemáticamente aprovechado por la misma derecha para infiltrar elementos asociados a la policía o el ejército, que en medio de la confusión de las protestas inician actos vandálicos que terminan deslegitimando el carácter reivindicativo que generan los movimientos, y la gran prensa termina centrando la atención en los daños y no en las situaciones que los provocan.
Este es el contexto en que el encuentro antiimperialista se realizó, mostrando un despertar importante, no sólo de los movimientos que tienen una estructura política definida y una tradición histórica de lucha, sino de una serie de movimientos que, igual que al inicio del presente siglo, quisieron ver la luz como fuerzas alternativas alejadas de todo contacto político partidario, pero que, producto de la lógica natural de los Estados para perpetuarse como propuesta, debieron encontrar espacios de participación desde la política tradicional.
El encuentro fue clausurado por Raúl Castro, Miguel Díaz-Canel y Nicolás Maduro, quien sorprendió a los asistentes con su presencia en el acto de cierre; en la declaración final se abordan elementos como la necesidad de cesar el discurso antiinmigrante y xenófobo que ha encontrado en Estados Unidos uno de sus principales impulsores, el apoyo a los gobiernos progresistas que han construido mejores condiciones para sus sociedades y el reconocimiento al pueblo argentino por la victoria en las urnas que le pone fin a la era del macrismo.
Finalmente, el encuentro emitió una Declaración de Solidaridad con la Revolución cubana, donde exige el fin del bloqueo contra la isla, que se ha recrudecido durante los últimos meses por cuenta de las decisiones de Trump, así como exige declarar la Ley Helms-Burton como violatoria de los principios y normas básicas del Derecho Internacional Humanitario.
También exige el cese de la maquinaria mediática y de propaganda que destina millones de dólares al día a desinformar y confundir acerca de la realidad cubana, afectando sus posibilidades de intercambio comercial y turístico, lo que impacta de manera directa en sus condiciones de vida y su soberanía y autodeterminación.
Finalmente, el encuentro dejó en evidencia que a nivel continental el papel de la OEA está claramente en contraposición a los intereses colectivos que deben ser el aglutinante de los organismos multilaterales y cada vez reafirma con mayor claridad que es un aparato en función de los intereses económicos y políticos de Estados Unidos.
Por otra parte, también empieza a dilucidarse a nivel global el resurgimiento de iniciativas que pueden convertirse en un contrapeso al mundo unipolar norteamericano. Una muestra de ello es la reactivación del Movimiento de Países no Alineados, cuyo más reciente encuentro de Jefes de Estado finalizó el 26 de octubre pasado en Azerbaiyán, y que tiene como principio el respeto a la soberanía de todas las naciones y la no injerencia en sus asuntos internos, lo que de entrada pone el acento en una alterativa al injerencismo norteamericano.
Este es un momento de profundos cambios a nivel regional y global; bastaron 30 años para que el modelo colonial impulsado principalmente por Estados Unidos, sin el contrapeso del campo socialista, mostrara cuáles son sus verdaderas dimensiones políticas, sociales y humanas, basta ver las cifras de la pobreza y distribución de la riqueza en comparación con las astronómicas ganancias de los grandes capitalistas para ver que este modelo se está fracturando, y es necesario generar una respuesta colectivista y sensata que continúe con la enseñanza de que no hay nada que genere más riqueza para una nación que una sociedad educada, saludable y en condiciones dignas. El encuentro antiimperialista reafirmó que no hay nada mas anticapitalista que el capitalismo.