Una marcha que atraviesa México de sur a norte con, al menos, siete mil personas avanza principalmente desde Honduras, Guatemala y El Salvador. Estos son los países desde donde mayoritariamente se solicita refugio en México, nueve de cada diez solicitudes desde 2016 vienen de allí; como dato curioso, muy pocas de Nicaragua.
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La marcha empezó como una serie de grupos dispersos que sumaban más o menos unas 1.500 a 2.000 personas; a medida que fueron avanzando, se fueron sumando otras en Guatemala hasta convertirse el bloque que llegó a la frontera con México, de donde se dieron a conocer las imágenes de los enfrentamientos en el puente que sirve como paso fronterizo a Guatemala con el estado de Chiapas en México.
El objetivo de los migrantes de Honduras es llegar a Estados Unidos huyendo de la miseria y la violencia, disparadas durante los últimos meses en el marco de las acusaciones de fraude del conservador Juan Orlando Hernández, quien continúa como presidente luego de evidentes irregularidades en el conteo de los votos en la jornada del 22 de diciembre de 2017.
En similar situación están otros dos países de la región, con altísimos niveles de desigualdad y pobreza que impulsan un aumento exponencial de la delincuencia organizada al punto de que El Salvador, uno de los países más pequeños de América, se ha convertido en el origen y referente de una de las organizaciones criminales más grandes del mundo: la mara salvatrucha.
La respuesta emitida por el presidente de Estados Unidos ante la caravana de migrantes centroamericanos ha sido la de “llamar al orden” a los débiles presidentes de los tres países centroamericanos para que sean ellos quienes frenen la migración. Trump ha manifestado que, de llegar a la frontera, tendrá que enviar tropas a controlar la caravana.
Por un lado, mientras el gobierno norteamericano ofrece logística, barcos hospital y apoyo a Colombia para “atender la crisis humanitaria producto del éxodo de venezolanos”, por otro cuando la crisis humanitaria toca a su puerta, la única respuesta posible es el ejercicio de la fuerza.
Si se le pregunta al ciudadano de a pie, cuáles son las razones que involucran la migración de venezolanos, seguramente tendrán una bien reforzada idea de los motivos políticos, económicos y sociales de lo que a fuerza de repetición se ha convertido en una falsedad irrefutable, sin embargo la información sobre la caravana de centroamericanos se ha centrado en la situación particular, disgregándola, haciéndola una construcción hecha de los retazos del drama individual, sin causas ni consecuencias, sin un porqué.
En el caso de Centroamérica, los medios se han encargado de obviar que esos caminantes huyen de la miseria, de los fraudes electorales y de la represión, en pocas palabras, los caminantes centroamericanos huyen de todo aquello que se le ha querido atribuir a Venezuela, pero en este caso nadie clama por justicia, no hay quien pida intervenciones armadas para restablecer órdenes constitucionales fracturados.
Y no sólo se buscan invisibilizar las condiciones que han generado esta crisis, sino que además confunden y desinforman, desde Honduras y Guatemala informaron que la mitad de los marchantes se habían regresado, lo que no es verdad; por otro lado, Mike Pence desde Estados Unidos plantea que la caravana es financiada por Venezuela, en una maniobra política acrobática que se cae por su propio peso.
Aún les quedan más de dos mil kilómetros por recorrer si desean llegar caminando a la frontera con Estados Unidos; de lograrlo, será fundamental el acompañamiento humanitario internacional, pues se encontrarán de frente con lo más crudo de un sistema que evidencia nuevamente su fracaso desde lo económico, lo social y lo humanitario.