Según informa el portal del PIT-CNT ,actualmente, el colectivo Memoria en Libertad está trabajando para que se les reconozca como víctimas directas de terrorismo de Estado y que se les repare de manera integral tanto en el ámbito de la justicia, la rehabilitación física y mental, reparación y garantía de no repetición. El colectivo Memoria en Libertad, está conformado por personas que durante sus infancias y adolescencias sufrieron las acciones directas del terrorismo de Estado de la dictadura cívico militar. Memoria en Libertad nació en el año 2008, «como un espacio de reconstrucción de la memoria colectiva y donde intercambiar situaciones comunes que como niños, niñas y adolescentes vivimos». En 2018 se establecieron como organización de derechos humanos y fueron reconocidos por la Institución Nacional de Derechos Humanos (INDDHH).
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Según lo testimonian, la situación que padecieron siendo apenas niñas, niños y adolescentes, sigue siendo invisibilizada para la mayoría de los uruguayos, porque generalmente se percibe a los adultos -de aquellos años- como las víctimas directas del terrorismo de Estado. «Pero nuestra experiencia dice algo más, fuimos miles los niños, niñas y adolescentes que padecimos torturas, exilio, secuestro, robo, persecución, clandestinidad, abuso sexual; tanto en nuestras casas, como en centros de reclusión clandestinos, penales y cuarteles, lo que nos ha dejado múltiples secuelas».
Victoria Sequeira, pasó prácticamente sus primeros ocho años de vida en la cárcel. No es que formalmente haya sucedido así en términos de semanas y meses, pero así lo padeció y lo sigue sufriendo hasta el día de hoy. Todos los fines de semana, ella iba a visitar a sus padres encarcelados por la dictadura. Y así creció y trató de entender el mundo. En la escuela no todos querían jugar con ella. Padres y madres le hablaban a sus hijos e hijas de ella señalándola como la niña a la que no se tenían que acercar. Ella tuvo una maestra en 4to grado que cada vez que pasaba la lista se detenía a decir algo sutil pero hiriente sobre su nombre. «Fue una maestra que me torturó psicológicamente todo un año, era esposa de un militar de la dictadura y yo era una niña».
Precisamente, uno de los aspectos que aborda el colectivo Memoria en Libertad es la falta de acompañamiento a las víctimas niñas, niños y adolescentes de sus padecimientos cuando sus padres fueron encarcelados, torturados, exiliados o asesinados. «El Estado no nos tuvo en cuenta, nuestras familias fueron destrozadas y para el Estado fue algo del estilo: ‘manejate’ como puedas».
El desgarro de cada historia de vida de las víctimas puede ser tan profundo que según explican quienes integran el colectivo Memoria en Libertad, incluso algunos padres y madres tal vez no hayan podido visibilizar a sus propios hijos e hijas como víctimas. «Es muy fuerte para una madre o un padre que sus decisiones hayan afectado de manera tan brutal a sus propios hijos. Pero ellos tienen que entender que no son los responsables, no fueron ellos, el único responsable es el Estado y es el que tiene que hacerse cargo».
El país verde olivo
Sequeira considera que los avances de las expresiones de la derecha y la ultra derecha no son aislados ni casuales, y que hay leer los procesos en perspectiva histórica para rescatar la memoria y construir democracia y nunca más terrorismo de Estado. «No debería sorprendernos lo que ha pasado aquí. Un partido integrado -o al que adhieren- una gran cantidad de militares, muchos de los cuales estuvieron activos durante la dictadura militar, no llegan por que sí al lugar que ahora tienen. No es casual, no nos sorprende porque siempre estuvieron ahí, convivían entre nosotros, lo que cambió es que ahora hablan en voz alta desde los medios, desde el Parlamento, y su discurso está legitimado. Eso es lo terrible. Hasta no tanto tiempo atrás acá en nuestro país y en el mundo en general, les daba vergüenza definirse públicamente como fascista, pero ahora lo expresan con cierto orgullo. Y esto es terrible». Según el colectivo Memoria en Libertad, uno de los aspectos fundamentales del tiempo actual debe enfocarse en la construcción de la memoria y el nunca más al terrorismo de Estado.
Otro aspecto que destacan los integrantes de Memoria en Libertad es el diálogo directo que han logrado con sus campañas especialmente con adolescentes y jóvenes. «Cuando les contamos nuestras historias de vida, lo que nos tocó vivir, inmediatamente empatizan con nosotros y comprenden perfectamente lo que sufrimos. En ocasiones porque ellos ven que ahora también mueren jóvenes en cárceles o comisarias, porque ven la saña de la represión contra los jóvenes, y si bien ya no están los tanques en las calles, ven la represión y prácticas violentas porque no hubo una transición ni en la Policía ni en las FFAA. Por eso creo que los jóvenes nos entienden. Tal vez hay gente de otras generaciones que se ha ido olvidando lo que sucedió aquí y prefiere no recordar. Pero la memoria hay que construirla día a día, porque esto pasó aquí y no fue hace tanto tiempo. A nivel histórico es nuestro pasado reciente». Para Sequeira, el terrorismo de Estado dejó secuelas y «nada de lo que ahora vemos es casual», ni siquiera que haya quienes pretendan olvidar el pasado y no hablar de ello. «Pasan los años y las garantías del nunca más siguen sin estar, pasaron gobiernos progresistas, pasaron los años, y seguimos buscando verdad y justicia y el reconocimiento de lo que padecimos las víctimas, y eso claramente enciende alarmas». Victoria explicó que esas alarmas pasan por la razón pero muchas veces por la piel y el alma. Dice que es casi imposible explicar lo que se puede llegar a sentir al recordar el padecimiento que tuvieron que vivir siendo niñas y niños, o adolescentes. Quedan huellas por todas partes. Cicatrices invisibles y de las otras. A quienes nacieron en cautiverio o lo padecieron luego. Allanamientos en sus casas, ver a uniformados tirar abajo las puertas de sus casas y arrasar con todo. Las agresiones e insultos a sus seres queridos. Incluso, hubo casos de abuso sexual a niñas y niños en cárceles, distintas formas de tortura psicológica, por ejemplo en espacios de convivencia en los que se les señalaba con desprecio, y tantas otras vivencias que son parte de la historia de quienes hoy están nucleados en Memoria en Libertad como víctimas invisibilizadas del terrorismo de Estado. «Lo primero que tiene que hacer el Estado es reconocer que eso pasó. Reconocernos como víctimas y luego será asunto de la reparación que es algo que estipula la ONU, pero eso para nosotros no es lo fundamental. Lo principal -insistimos- es que el Estado nos reconozca como víctimas del terrorismo de Estado».