Un nuevo estudio de imágenes del cerebro de políglotas -personas que hablan más de cinco idiomas- reveló que los idiomas familiares provocan una reacción más fuerte que los desconocidos y los idiomas nativos generan poca actividad cerebral, según publicó la revista Science. Esto prueba en parte la adaptación que tenemos cuando aprendemos los idiomas a edad muy temprana y el famoso "cerebro como esponja" de los niños.
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Hasta ahora, los científicos ignoraban en gran medida lo que ocurría en el cerebro de las personas políglotas, en gran medida porque representan tan solo el 1% de las personas en el mundo, por lo que es difícil llevar a cabo las investigaciones con la cantidad de participantes suficientes.
Este nuevo estudio, según opinó un neurocientífico cognitivo de la Universidad de Connecticut, Augusto Buchweitz, no solo "contribuye a nuestra comprensión de cómo nuestro cerebro aprende cosas nuevas", sino que además se puede concluir que "cuanto antes aprendes algo, más se [adapta] tu cerebro y probablemente usa menos recursos".
Por otra parte, el estudio también puede ayudar a los lingüistas a comprender la "red lingüística" humana, un conjunto de áreas cerebrales especializadas ubicadas en los lóbulos frontal y temporal izquierdos. Dichas áreas se ocupan de los aspectos más básicos de la comprensión del lenguaje, como conectar los sonidos con los significados, dice Ev Fedorenko, neurocientífico cognitivo del Instituto de Tecnología de Massachusetts que dirigió el nuevo estudio.
Cómo se estudió
A fin de descubrir cómo puede el cerebro humano procesar cinco o más idiomas, los investigadores escanearon los cerebros de 25 políglotas; de los cuales 16 eran hiper-políglotas (que hablan más de 10 idiomas), incluido alguien que hablaba más de 50 idiomas diferentes.
Para dicha investigación utilizaron una técnica de imágenes cerebrales a la que llaman resonancia magnética funcional (fMRI), que mide el flujo sanguíneo en el cerebro; con el objetivo de "mapear" estas redes de lenguaje.
Los participantes políglotas escucharon una serie de grabaciones de 16 segundos con uno de ocho idiomas diferentes. Dichas grabaciones fueron realizadas con fragmentos aleatorios de la Biblia o de "Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas", que fueron traducidos a 25 y 46 idiomas diferentes.
Los ocho idiomas que hacían escuchar a cada uno incluían el idioma nativo de cada participante, otros tres que aprendieron más adelante y cuatro desconocidos. Dos de los idiomas desconocidos estaban relacionados con el idioma nativo del participante (por ejemplo: español para un hablante italiano); los otros dos desconocidos eran de familias lingüísticas no relacionadas.
Resultados
En primer lugar, se pudo saber que cuando los participantes escuchaban cualquiera de los nueve idiomas, la sangre siempre corría hacia las mismas regiones del cerebro. Por lo tanto, los cerebros de los participantes parecían usar la misma red básica que los monolingües para tratar de dar sentido a los sonidos, independientemente del idioma que escucharan.
En cuanto a los diferentes lenguajes, cuanto más familiar era el lenguaje, mayor era la respuesta cerebral. Particularmente se aceleró la actividad cuando los participantes escucharon idiomas desconocidos que estaban estrechamente relacionados con los que conocían bien.
Sin embargo, cuando los participantes fueron sometidos a escuchar su propia lengua materna, sus redes lingüísticas eran más tranquilas, según informaron los investigadores el mes pasado en una preimpresión cargada en el servidor bioRxiv. Tendencia que se mantuvo incluso cuando el participante en cuestión hablaba con fluidez otros idiomas familiares.
Lo cual sugiere que se necesita menos capacidad cerebral para procesar los idiomas aprendidos a una edad temprana. Lo que podría deberse a que la experiencia reduce la cantidad de poder cerebral necesario para una tarea, señalaron los investigadores.
Una de las conclusiones fue que alcanzar la máxima eficiencia cognitiva puede ser más probable cuando se aprende a una edad temprana. Pero además, comprender las condiciones del cerebro para aprender idiomas podría conducir, algún día, a mejores herramientas para ayudar a las personas a volver a aprender idiomas más fácilmente después de un accidente cerebrovascular o daño cerebral; según explicó el investigador a cargo del estudio.