Los mitos persisten, pero la ciencia ha desmontado la mayoría. No existen pruebas de que los zurdos sean menos inteligentes, más propensos a enfermedades mentales o con menor esperanza de vida. Tampoco hay evidencia que los relacione con una mayor creatividad. “Se han encontrado diferencias mínimas entre el cerebro de un zurdo y un diestro”, señala Redolar. En los zurdos, el hemisferio derecho tiene un papel funcional más destacado, mientras que en los diestros predomina el izquierdo.
Desempeño igual
El mito de la “torpeza” también cae ante la evidencia. Las aparentes dificultades de los zurdos suelen surgir por el uso de herramientas diseñadas para diestros. En realidad, su desempeño es igual de eficiente cuando utilizan instrumentos adaptados. En algunos ámbitos, como el deporte o las artes, su lateralidad incluso ofrece ventajas estratégicas, al obligar a los rivales o compañeros a adaptarse a movimientos menos previsibles.
La zurdera, lejos de ser una anomalía, representa una forma distinta de organización cerebral dentro de la diversidad humana. Reconocerla y respetarla es parte de una comprensión más amplia de cómo el cerebro configura la identidad y las habilidades de cada persona. En definitiva, ser zurdo no es un misterio por resolver, sino una variación natural que enriquece la manera en que entendemos la mente humana.