En el continuo avance de la ciencia y la tecnología, a menudo nos sorprenden las soluciones más inusuales y creativas. En 2019, científicos de la Universidad de Wageningen en los Países Bajos revelaron que las abejas, esas laboriosas polinizadoras, pueden ser entrenadas para detectar explosivos.
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La investigación partió de la premisa de que las abejas poseen un agudo sentido del olfato y una impresionante capacidad para aprender y recordar olores. Los científicos emprendieron el entrenamiento de un grupo de abejas, asociando el aroma de explosivos con una recompensa de azúcar. Utilizaron un dispositivo que liberaba trazas de olores explosivos, como TNT, junto con una gota de azúcar cada vez que las abejas aterrizaban en él.
Después de sesiones repetidas de entrenamiento, las abejas asimilaron la conexión entre el olor de los explosivos y la recompensa de azúcar. Lo asombroso es que lograron identificar y localizar con precisión los olores de los explosivos, incluso en concentraciones extremadamente bajas.
Actualmente, la detección de explosivos depende de tecnología costosa y, a veces, intrusiva. Las abejas entrenadas podrían ofrecer una alternativa más económica y menos invasiva para esta tarea crucial. Además, su capacidad para detectar explosivos en concentraciones bajas podría ser invaluable en la seguridad de aeropuertos, la detección de minas terrestres y la prevención de ataques terroristas.
Sin embargo, también surgen desafíos y cuestiones éticas que deben abordarse. ¿Cómo garantizar la seguridad y el bienestar de las abejas en situaciones de alto riesgo? ¿Cómo mantenerlas en buenas condiciones mientras desempeñan esta tarea? Estas son preocupaciones esenciales que los científicos y los expertos deben considerar al desarrollar aplicaciones prácticas para esta sorprendente habilidad de las abejas.