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Llega 2019 a un mundo sin precedentes

Por Juan Raúl Ferreira.

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El Año Nuevo ya llega medio viejo y desgastado. Muchas cosas que deberíamos esperar para saber ya están echadas arriba de la mesa. Empieza el año con un presidente de EEUU que ya ha cambiado en dos años de mandato 46 cargos de gabinete. Macron, con menos de un 20% de aceptación de su mandato, tras una elección hace un año ganada con el 64% de los votos. Argentina tendrá elecciones. No se sabe si ganará Macri, pero sí se sabe que si triunfa, es porque la oposición no ha logrado armar una alternativa. Perdió la confianza de la gente. Asume Bolsonaro. La idea de que podía atenuar su discurso neofascista ya está descartada por los anuncios previos. Etc, etc… y elecciones en Uruguay.

En México, el verdadero debut de López Obrador, hombre de izquierda, pero electo también con un componente voto protesta.

Donald Trump genera incertidumbre. El primer expulsado de sus colaboradores fue el jefe del FBI, por estar investigando violaciones legales, electorales y económicas del presidente. El último destituido fue el secretario de Defensa. En medio, el jefe de staff. Cifra récord en EEUU, que genera un clima de inestabilidad. La pérdida de la mayoría en una de las cámaras no parece haber logrado otra cosa que aumentar la polarización en EEUU.

En el viejo continente, por lo menos en España, Francia y el Reino Unido, ya se puede asegurar que habrá elecciones adelantadas.

En España, Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, asumió tras la censura parlamentaria a Rajoy para convocar a elecciones de inmediato. Asumió el 1o. de junio y de elecciones no volvió a hablar. Somos partidarios siempre de solucionar los conflictos por el diálogo. Debemos reconocer que no le ha funcionado. Tras su reunión con el presidente de la Generalitat de Catalunya, Quim Torra, los resultados no fueron buenos. En Madrid el parlamento ardió, incluso para el PSOE, partido de Gobierno. Pero también en el Parlament Catalá muchos sectores independentistas, de cuyos votos precisa Torra para seguir en el cargo, han cuestionado el encuentro. En los primeros meses del año habrá, me atrevo a asegurar, elecciones en España y Catalunya.

En Francia, la brutal caída de la popularidad de Macron le pide evitar elecciones anticipadas. Recordemos que Francia es el único país de Europa que no tiene un régimen 100% parlamentario. El poder es compartido por el presidente de la República y el primer ministro. ¿Qué vendrá después? Eso sí. Solo el año 2019 nos los podrá decir.

En Gran Bretaña, la salida de la Unión Europea (Brexit) resulta más compleja que lo que imaginaron los votantes. Este año, por primera vez, el discurso de Navidad de la reina incursionó en política para traer un poco de paz (lo mismo ocurrió en España).

Acerquémonos a casa: Bolsonaro ha sido lo que prometió ser. Sigue su discurso racista, belicista y golpista. A nosotros, interesadamente hablando, nos preocupa especialmente la futura ministra de Agricultura y Ganadería. Siendo senadora, presentó un proyecto que interrumpía las importaciones desde Uruguay. Una vez que aceptó el cargo, reiteró que no va a importar lácteos de Uruguay.

En Argentina, Macri basó su campaña en que no eran necesarios ajustes bruscos, sino graduales. Hoy, sin avergonzarse, dice que la crisis se debe a que optó por el gradualismo. Recurre al FMI, que aceptó el reto. Eso sí: lo desmiente cada vez que habla. Él dice que el año que viene será mejor, el FMI dice que no, que será peor, y el siguiente, peor aún. No puede ser reelecto salvo que la posición se niegue a crear una alternativa viable.

Y es en ese contexto regional que los uruguayos iremos a las urnas. Como surge de lo escrito, hay cosas que no dependerán del nosotros. Lo que sí es un desafío propio es pasar la prueba de mantener las costumbres que han hecho a nuestro país gozar de la admiración del mundo. Con este modelo de convivencia, tenemos que mantener nuestro prestigio ante el concierto de las naciones.

Lamentablemente en este año, sobre todo sus últimos meses, la intolerancia ha ganado la cancha. Atentados, insultos, agravios y empujones a gobernantes. En el Parlamento la descalificación al adversario ha sustituido el debate. No hay datos para ser optimistas. Ojalá reaccionemos a tiempo. Que el Uruguay de hoy, con aciertos y errores, no se convierta en la Argentina de Macri ni en el Brasil de Bolsonaro. De todos nosotros depende.

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