El exmandatario peruano Alberto Fujimori (1990-2000), quien apareció en el escenario político de su país como candidato para las presidenciales de 1990 como un completo desconocido y sin experiencia en gestión pública y culminó condenado por violaciones a los derechos humanos, falleció el miércoles a los 86 años producto de un cáncer.
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Durante la campaña que lo llevó a la presidencia, Fujimori, nacido el 28 de julio de 1938 en la ciudad de Lima, prometió acabar con la "política tradicional" y logró un importante arraigo por el descontento ciudadano hacia la clase dirigente y luego del deficiente primer gobierno de Alan García (1985-1990).
El 28 de julio de 1990 "el chino", como se lo conocía en Perú, asumió como presidente, tras vencer en segunda vuelta al célebre escritor Mario Vargas Llosa.
Una vez en la presidencia y luego de prometer no aplicar un sinceramiento de la economía, que antes de su mandato cerró con más de 7.000% de inflación anual, a diez días de tomar el mando faltó a esta promesa y ejecutó el llamado "fujishock", una serie de medidas que lograron estabilizar la economía y bajar considerablemente la hiperinflación, marcando su tendencia económica neoliberal.
Luego del "fujishock" siguió una política de libre mercado, con la privatización intensiva de empresas públicas.
Producto de estos procesos en los que ingresó mucho dinero a las arcas públicas, los primeros años de Fujimori fueron percibidos por la población económicamente como positivos.
Golpe de Estado
Sin embargo, su gobierno empezó a mostrar tintes autoritarios con el cierre del Congreso, el 5 de abril de 1992.
Ese día, Fujimori se presentó en cadena nacional anunciando que, debido al obstruccionismo del parlamento hacia el Ejecutivo, se ordenaba su cierre, con el apoyo de las Fuerzas Armadas.
Esta medida ilegal, sin embargo, gozó de gran apoyo popular por la percepción de bonanza económica en la ciudadanía por aquel entonces.
Así, Fujimori procedió a convocar un Congreso Constituyente encargado de redactar una nueva Constitución ajustada al nuevo modelo neoliberal, la cual entró en vigor en 1993. El Congreso Constituyente tenía mayoría fujimorista.
Sin embargo, antes, en setiembre de 1992, la Policía Nacional capturó a Abimael Guzmán, líder de la organización terrorista Sendero Luminoso, un logro en el que no estuvo involucrado Fujimori, pues su estrategia era de una guerra abierta entre el Estado y Sendero, con grupos paramilitares operando bajo su autorización.
A pesar de no ser un logro propiamente de su gestión, el mandatario se lo adjudicó e hizo que su popularidad se elevara aún más, pues la captura de Guzmán significó prácticamente la derrota militar de Sendero Luminoso y el fin de la etapa más grave del terrorismo en el país.
Aupado por su buen momento, el presidente postuló a la reelección en 1995 en donde salió triunfador, asegurando su permanencia en el poder hasta el 2000. Sin embargo, este segundo mandato empezó a revelar decididamente las características autoritarias, criminales y corruptas de su gobierno que, años más tarde, la justicia confirmó.
Casos de violaciones graves de derechos humanos como la Matanza de Barrios Altos o la Matanza de la Cantuta, en las que civiles inocentes fueron asesinados por grupos paramilitares, salieron a la luz por investigaciones de una prensa que, poco a poco, se vio cooptada por el poder del Ejecutivo.
Con las instituciones capturadas por el fujimorismo, los principales medios de comunicación vendieron sus líneas editoriales para ejercer propaganda a favor del Gobierno, en un escándalo de corrupción que luego fue confirmado también por la justicia, bajo pruebas contundentes.
Con un creciente descontento, pues para finales de los 90 el país entró en recesión, además de los evidentes intentos de copar todo el poder para sí, Fujimori postuló a una tercera elección en la que se enfrentó contra el economista y posterior presidente, Alejandro Toledo.
Fin del poder
En un proceso que fue advertido como fraudulento o poco transparente por la Organización de los Estados Americanos (OEA), Estados Unidos y varios países de Europa, Fujimori asumió por tercera vez en 2000 y supuestamente por un lapso de otros cinco años.
No obstante, los escándalos de corrupción se hicieron más evidentes y la oposición se organizó, junto con la ciudadanía, para realizar protestas en las calles en el día de la toma de mando y anteriores (26, 27 y 28 de julio), con Toledo encabezando la llamada "Marcha de los Cuatro Suyos", la cual fue reprimida fuertemente en Lima por la policía.
A pesar de no lograr la salida del poder de Fujimori, la marcha tuvo una fuerte carga simbólica de la resistencia contra un gobierno que la gran mayoría percibía como ilegítimo.
Así, el derrumbe de los años del fujimorismo empezó el 14 de septiembre del 2000, cuando la oposición difundió una serie de videos grabados por el asesor y brazo derecho del mandatario, Vladimiro Montesinos, en donde se observaba de forma clara cómo éste daba dinero en efectivo a dueños de medios y políticos para que apoyaran su plan para perpetuarse en el poder.
Luego de la difusión de los videos (conocidos como "vladivideos"), el 16 de septiembre Fujimori dio un mensaje al país anunciando la convocatoria a nuevas elecciones generales, en las que él no participaría.
Días después, Fujimori viajó a Brunei para una cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), pero ya no regresaría a Perú, enviando su renuncia a la presidencia vía fax desde Japón, país en el que estableció residencia al ser ciudadano nipón, un hecho que negó durante su mandato a pesar de investigaciones periodísticas que indicaban lo contrario y que, además, le garantizaba el no ser extraditado.
Prisión y condenado
Con causas pendientes en la justicia peruana, Fujimori intentó sin éxito postular al parlamento japonés, luego de lo cual, en una decisión que aún es materia de controversia, el expresidente viajó a Chile en 2005, logrando que el Estado peruano pida su extradición, la cual se hizo efectiva en 2007.
De nuevo en Perú, Fujimori fue juzgado por crímenes de lesa humanidad, así como por peculado doloso, apropiación de fondos públicos y falsedad ideológica en agravio del Estado, lo que le valió una condena de 25 años de cárcel, dictada en 2009.
La justicia confirmaba así su responsabilidad en un gobierno marcado por la criminalidad y la corrupción.
Los años posteriores Fujimori los pasó en la cárcel de máxima seguridad de Barbadillo en Lima, siendo interrumpido su encierro por un polémico indulto concedido por el entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski en 2017.
El indulto fue anulado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos por no ajustarse a las normas internacionales del Derecho, pero fue posteriormente restituido, en diciembre de 2023, por el Tribunal Constitucional.
Con el fujimorismo sobreviviendo bajo el liderazgo de su hija mayor, Keiko Fujimori, la figura del expresidente aún conserva simpatizantes que juzgan como positiva su gestión, en tanto se entiende que derrotó al terrorismo y corrigió el rumbo de la economía, ambos logros que son objetados en su legitimidad por sus detractores.
(Sputnik)