"Gracias Hebe". "Te llevamos en el corazón". "Ella sí que era el fuego". "La lucha continúa". "El amor pudo más que el odio". "Alerta que están vivos, todos los ideales de los desaparecidos". Y nuevamente: "Gracias siempre. Venceremos". "30.000 veces, gracias". Los mensajes a Hebe de Bonafini de multiplicaron este jueves en la Plaza de Mayo en cantos, gritos, carteles, impresiones caseras de fotos públicas y personales, papelitos, cartas dejadas en las rejas de la pirámide junto a ramitos de flores, banderas desplegadas entre una multitud. Conmovedoras muestras de afecto cruzadas por consignas políticas, la mayoría marcadamente personales, cercanas, del orden de lo amoroso.
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Tras su muerte el domingo, a los 93 años, la presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo fue despedida en el lugar que hizo suyo, y a su manera. En la Plaza, en otra marcha de los jueves, la número 2.328. Con expresiones de dolor, claro está, pero también con algo de esa "alegría de la lucha" que fue para Hebe el modo de hacer y de estar en el mundo.
Entre la multitud se vieron columnas de organizaciones sociales pero también mucha "gente suelta", familias, niños y niñas, gente mayor. Y en una jornada de temperaturas infrecuentemente altas para esta época del año --unos agobiantes 34 grados a esa hora de la tarde, y muy poca sombra en la plaza--, la celebratoria despedida a Hebe, entre cánticos y consignas, incluyó hasta "las patas en la fuente": muchos y muchas, grandes y chicos, tomando el refresco del agua. Algo que Hebe, tranquilamente, podría haber dejado como un deseo para este momento.
La pirámide, siempre
Las cenizas de la presidenta de Madres fueron colocadas en un hoyo cavado en el jardín del perímetro que rodea la Pirámide de Mayo, junto a un rosario que el Papa Francisco le envió a Hebe. El mismo sitio donde hace 45 años las mujeres de pañuelo blanco comenzaron una lucha que sentaría las bases de la democracia en la Argentina, y donde desde entonces descansan los restos de muchas otras Madres: de Azucena Villaflor a Rosa de Camarotti, fallecida en agosto pasado. Acompañadas por el Cura en Opción por los Pobres Juan Carlos Molina, las Madres protagonizaron ese momento, coronado por un intenso y extenso aplauso de la concurrencia.
Con dificultad pero de pie estuvieron allí despidiendo a su compañera Visitación de Loyola, con sus 98 años, Josefa de Fiore, de 91; Carmen Arias, de 81; Irene de Chueque, que llegó desde Mar del Plata; Sara Mrad, de Tucumán.
Entre quienes estuvieron abrazando a las Madres entonces, y luego en la marcha que esta vez no rodeó la Pirámide, por lo enorme de la concurrencia, sino la Plaza toda, estuvieron el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, el ministro del Interior, Wado de Pedro, el de Cultura, Tristán Bauer, el secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla. También los ministros bonaerenses Andrés Larroque y Walter Correa, el senador Oscar Parrilli, el diputado Hugo Yasky. La cantautora Teresa Parodi, las actrices Cristina Banegas, Mirta Busnelli y Victoria Onetto, también funcionaria bonaerense. Los dirigentes gremiales docentes Roberto Baradel, Sonia Alesso y María Laura Torre, el secretario general de ATE Capital, Daniel Catalano, el exministro de Economía, Amado Boudou, el juez Juan Ramos Padilla.
"Hebe no se fue, Hebe está con nosotros", dijo al momento de tomar la palabra Visitación. "Me hizo una jugadita, porque era yo la que me tenía que ir primero. Pero acá estamos, siguiendo su lucha, su ejemplo y sus consejos. La seguimos teniendo a Hebe, y la tenemos a Cristina" En la multitud sonó el "Madres de la Plaza, el pueblo los abraza".
"Aquí estamos con la fuerza de Hebe, con sus palabras que nos marcaron, ayer, hoy y siempre. Hebe se adelantó siempre a nosotros, así nos enseñó a pensar en el otro. Nos dijo que la política la política no es un medio para conseguir un cargo, que está para lograr que los niños sean felices", recordó la madre Irene de Chueque. "Ella fue la voz de nuestros hijos e hijas, y de los que no tienen voz porque viven en los bordes de una sociedad injusta. Hoy nos toca continuar su camino: dedicarnos a construir esa patria justa, libre y soberana, igualitaria, por la que ella luchó", completó Carmen Arias.
"Esta es seguramente la marcha más difícil para nosotros, el jueves que nunca quisimos que llegara", dijo al tomar la palabra el histórico militante de Madres Demetrio Iramain. "Es difícil, claro que sí, pero si las Madres pudieron volver a esta plaza después del 10 de diciembre de 1977, cuando entre el 8 y el 9 secuestraron a sus tres compañeras Madres, Esther Ballestrino de Careaga, Mary Ponce de Bianco y Azucena Villaflor, y Hebe fue la encargada de buscar a una por una para que vuelvan el jueves siguiente; si ellas pudieron entonces, nosotros vamos a poder seguir viniendo", advirtió.
Recordó también el modo en que hace no tanto las Madres defendieron su casa y el archivo que guarda su memoria "literalmente con el cuerpo, cuando el macrismo quiso meter presa a Hebe. Recordemos de cuánto fueron capaces", pidió.
Subió también a hablar al escenario el Cura en Opción por los Pobres Paco Olveira, que recordó entre otras cosas la cercana relación que tuvo Hebe con el Papa Francisco. Lo acompañaron niños y niñas de la guardería "Madres de la Plaza", de Merlo, que las Madres inauguraron.
"Gracias a ella podemos hablar"
María Isolina Agüero tiene 90 años, está paradita junto a la pirámide, apoyada en su andador, aprovechando un breve rectángulo de sombra. Vino en el 33 desde Dock Sud, la acompañó su nieto, Juan Daniel Echeverría. "Hoy tenía que estar acá, no podía fallarle a Hebe", dice con una sonrisa. "Gracias a ella muchos pudimos hablar, porque fue la que tuvo los ovarios para salir a gritar. Y yo eso no me lo olvido más".
Cuenta de la militancia de sus hijos, de lo que le transmitieron a su nieto, que la mira con orgullo, de ayer y de hoy. Va a pedir una bandera de Madres y una foto de Hebe, dice, eso se va a llevar a su casa. "Porque yo ya no voy a poder volver más acá a la plaza, estoy lejos y me cuesta mucho. Volveré como volvió hoy Hebe, cuando mi hijo traiga mis cenizas", asegura.
En otro extremo de la plaza, Celia está con su nieta Victoria, más pequeña, de primaria. Ambas llevan colgado un cartel con una foto, un nombre y una fecha: Ricardo Cabrera. 12/10/1976. "Era mi compañero. Lo secuestraron cuando yo estaba embarazada", cuenta. Habla de cuando la conoció a Hebe, en 1977. "Hebe nos sacó el miedo, nos sacó a la calle a luchar. Y hoy los jóvenes, ya tienen ese camino allanado", dice mirando a su nieta.
Ana, Cecilia y Mariana están con guardapolvos blancos, vinieron con sus alumnos del Programa de Educación Primaria para Jóvenes y Adultos Paebi, que se desarrolla en barrios populares. "Había una necesidad de estar presentes, también en nuestros estudiantes. Y esta plaza lo dice todo: Hebe fue encuentro, lucha y resistencia. Ella caminó por esta plaza y va a seguir caminando, por todos nosotros, y por los 30.000", dicen emocionadas.
"Pasé hoy a la mañana y me imaginaba cómo sería despedirla a Hebe. La verdad es como lo imaginaba, así con alegría, y con mucha gente", dice junto a ellas Darío.
Jorge pide que le saquen una foto con una foto: allí se ve a una joven sonriente, abrazada a Hebe. "Esta es mi hija Fernanda, es la semilla", dice orgulloso. "No pudo venir por su trabajo, yo le voy a contar lo emocionante que estuvo".
A su lado un grupo de jóvenes repasan los carteles pegados a la reja de la pirámide y se emocionan: "Cuánto la quiere el pueblo a Hebe", concluyen. Una frase se repite escrita una y otra vez, fue elegida para la convocatoria: "Amor con amor se paga".
Por Karina Micheletto (vía Página 12)